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No se hacen prisioneros en la guerra entre la Guardia Civil y los Mossos

Ferran López deja el Tribunal Supremo después de prestar declaración en febrero de 2018.

Iñigo Sáenz de Ugarte

La guerra entre las fuerzas de seguridad del Estado y los Mossos es uno de los grandes escenarios paralelos del juicio del procés. No hay mandos de la Policía Autonómica en el banquillo, pero el examen de su conducta en 2017 es una de las batallas que tienen lugar en el Tribunal Supremo. Hay cuentas pendientes desde el 1 de octubre de 2017.

El comisario de los Mossos Ferran López compareció como testigo el miércoles. Su aparición era casi tan esperada como lo había sido la de su superior de entonces, Josep Lluís Trapero. El Gobierno de Rajoy lo nombró jefe en funciones de los Mossos en sustitución del cesado Trapero. Algunas crónicas periodísticas afirmaron que sus relaciones con Trapero eran frías y distantes. Sea o no cierto, ante el tribunal confirmó el testimonio que había dado antes su antiguo jefe.

López intentó desmontar las acusaciones que había hecho en la sala el coronel de la Guardia Civil Diego López de los Cobos, el hombre enviado desde Madrid para coordinar (y vigilar) a todas las fuerzas policiales implicadas. En primer lugar, vino a decir que si algo salió mal, él es tan responsable como los demás, en especial tras la intervención de la magistrada del TSJC, Mercedes Armas. Su papel “cambió radicalmente”: “Tuvo todo el reconocimiento para tomar decisiones en el dispositivo. Nadie puede decir que Pérez de los Cobos tomó alguna decisión y que no hubo una respuesta inmediata”. 

El coronel se presentó en el Tribunal como un simple “coordinador”. Fue la persona que tomó la decisión de poner fin a la cooperación con los Mossos después de tener una conversación con el secretario de Estado de Seguridad. Era un coordinador con mucha influencia. 

Ante el tribunal, Pérez de los Cobos había hecho una descripción desoladora del papel de los Mossos hasta el punto de sostener que las sospechas sobre ellos no residían sólo en el Ministerio de Interior. “Las dudas sobre la actuación de los Mossos el 1-O las tenía toda la sociedad”, dijo en una presunción bastante discutible. 

Ferran López afirmó que Pérez de los Cobos dio el visto bueno a todos los planes presentados por él: “Validó el dispositivo del 1 de octubre, que hubiera un binomio (dos mossos en cada colegio), y diseñó la estructura de aplicación del dispositivo”. Él estaba en mejor situación que Trapero para saberlo, porque su jefe sólo asistió a la primera reunión con el coronel y los mandos de Policía y Guardia Civil en Catalunya.

López se ocupaba de esos encuentros poco después del nombramiento de Pérez de los Cobos, al que Trapero se oponía, pero que acató. Ese fue uno de los motivos de las críticas de la cúpula policial a los consellers del Govern por haber dicho que los Mossos no acatarían esa elección, lo que era falso. 

Para que no quedara ninguna duda sobre esa desconfianza, López definió a Pérez de los Cobos como una “figura híbrida”, es decir, por ser una figura tan policial como política, un coronel que trabajaba como cargo de confianza en el Ministerio de Interior. 

Las reuniones tendrían que haber sido ser tensas, pensando en lo que ocurrió luego. No, según Ferran López. El abogado Xavier Melero le preguntó si habían sido cordiales los encuentros con el coronel los días 29 y 30 de septiembre. 

Melero: “¿No hubo la menor divergencia con él?”.

López: “Ninguna. No tuve noticia de ninguna quiebra de confianza en el dispositivo”. 

Ambos se reunieron el día después del referéndum. ¿Hubo algún reproche el 2 de octubre? “Ninguno”.

La amenaza de Puigdemont

Al igual que en el caso de Trapero, Ferran López tenía algunas cosas que decir sobre el Govern de Carles Puigdemont, ninguna de ellas muy buena. Confirmó que la cúpula policial comunicó a los responsables de la Generalitat en dos reuniones que se oponía a la celebración del referéndum por el rechazo de los tribunales y por el riesgo de que se produjeran incidentes violentos. Ofreció una frase del expresident que huyó a Bélgica que no se le había escuchado a Trapero: “Puigdemont dijo que si se producía ese escenario, él en ese mismo momento declaraba la independencia. Se refería a violencia o desórdenes públicos. No sabía si era una butade, pero eso es lo que pasó”. 

Después del aviso de los cargos de los Mossos, la respuesta de Puigdemont sonó a amenaza por si se les ocurría cargar de forma violenta contra los votantes. López prefirió no concretar más. 

Tampoco hubo buenas palabras para el entonces conseller de Interior, Joaquim Forn: “Teníamos un consejero que, por así decirlo, traccionaba en un sentido opuesto al de los Mossos”. Sí admitió que no interfirió: “Nunca dio una indicación de lo que tenían que hacer los Mossos”. 

La coordinación que no existió el día 1

López ofreció a los jefes de Policía y Guardia Civil un centro de mando único en la sala de coordinación de los Mossos para que todos trabajaran juntos. A dos días del referéndum, Pérez de los Cobos decidió que cada uno trabajara en su casa con “células de seguimiento” en cada Subdelegación del Gobierno. Una aplicación informática diseñada para que cada parte volcara su información nunca llegó a funcionar el día 1. Ni siquiera podía aceptar un excel que López intentó enviar con la localización de los 230 colegios. Los agentes no podían subir ahí sus novedades.

“El dispositivo no fue de Mossos. Fue un dispositivo conjunto bajo la coordinación de Pérez de los Cobos”, dijo López. Por tanto, responsabilidad de todos. Lo que hizo el coronel a primera hora de la mañana del día 1 fue cortar toda comunicación con los Mossos. “Nos llegan muy pronto noticias de actuación de la Guardia Civil. Llamo por teléfono (al coronel) a las ocho u ocho y cuarto. Me dice que no sabe lo que está pasando y que ya me llamará”. No lo hizo. 

Pérez de los Cobos y otros mandos policiales acusaron a los Mossos de recibir la orden de hacer seguimientos a sus agentes. No hubo ninguna orden de ese tipo, respondió López, pero sí otra cosa: “Pedimos por emisora a mossos que nos dijeran dónde actuaban Policía y Guardia Civil, porque esa información no la teníamos por los mecanismos pactados”. Llegó un momento en que todas las fuerzas policiales se vigilaban. 

López sonó menos convincente cuando explicó por qué los mossos no hicieron nada cuando los colegios fueron ocupados antes del 1 con actividades lúdicas. “Ningún mosso interpretó que las actividades en los colegios fueran preparatorias para el referéndum”, dijo López. Ocupar los colegios era la forma de mantenerlos abiertos e impedir que estuvieran cerrados al inicio de la jornada de votación. 

Como broche de la declaración, Xavier Melero solicitó al tribunal un careo entre Pérez de los Cobos y López. Uno de los dos miente o viven en universos diferentes. Tras deliberar a la hora de comer, Manuel Marchena dijo que aún era “prematuro” y que esperarían más adelante para tomar una decisión. No dijo hasta cuándo.

Sería una lástima que el público se quedara sin otro asalto en esta guerra entre dos cuerpos policiales personificados en el coronel al que el Gobierno de Rajoy trasladó a Catalunya y el comisario al que ese mismo Gobierno nombró jefe de los Mossos durante el 155. El desenlace de ese duelo puede tener una gran repercusión en la sentencia. 

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