Los juicios suelen ser bastante previsibles. Las acusaciones y las defensas conocen las posiciones respectivas, por dónde deben incidir y lo que deben desmentir, y no conviene improvisar demasiado. Pero a veces ocurre que un testigo se sale de ese escenario y hace una declaración que rompe el guión previsto. La parte perjudicada tendrá que dar respuesta a esa nueva situación.
En la sesión del jueves, dos testigos –antiguos altos cargos de los Mossos y de la Guardia Civil– declararon cosas que tenían un cierto rasgo nuevo. En otras palabras, lo que dijo el mosso será muy útil a la Fiscalía. Lo que dijo el guardia civil podrá ser utilizado por las defensas. Que en uno u otro caso eso sea decisivo está por ver.
Manel Castellví fue jefe de la Comisaría General de Información de los Mossos. A preguntas del fiscal Javier Zaragoza, informó de una reunión el 28 de septiembre en la sede del Govern. La cúpula de los Mossos –incluido su jefe, Josep Lluís Trapero– se vio con Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Joaquim Forn. Puigdemont está ahora en Bélgica. Junqueras y Forn, en el banquillo de los acusados.
En el encuentro los mandos policiales alertaron a los responsables políticos de la Generalitat de que se podía producir “una escalada de violencia” en el referéndum, aunque se llamase a votar de forma pacífica. No era algo seguro, pero sí una posibilidad que no se podía descartar.
La respuesta de Puigdemont y Junqueras fue similar: “Puigdemont dijo que se ponía en nuestro lugar, pero que había un mandato del pueblo en favor del referéndum y una decisión del Gobierno”. Junqueras dijo que “entendía nuestra posición”, pero que el Govern seguiría adelante.
“Me sentí frustrado”, dijo Castellví, pensando en lo que ocurriría el 1-O. “Unos irán al colegio (a votar) y otros se opondrán (las fuerzas policiales), y eso es un conflicto. Las consecuencias en concentraciones si la escalada de violencia aumenta es que todos corremos riesgos”.
En su escrito de acusación, los fiscales afirman que los acusados convocaron el referéndum “siendo conscientes de la ilegalidad del acto y de que con ello se podían producir explosiones violentas”.
La declaración de Castellví sobre la reunión de 28 de septiembre concede a la fiscalía una prueba aportada por uno de los asistentes a la reunión citada que le sirve para confirmar esa imputación. La cúpula de los Mossos advirtió a Puigdemont y Junqueras de las posibles consecuencias de su decisión y estos persistieron en su desafío al Estado.
¿Aconsejaron que ese referéndum no podía celebrarse visto el mandato judicial?, preguntó el fiscal. “Efectivamente”, fue la respuesta de Castellví.
La otra sorpresa se produjo en la declaración de Ángel Gozalo, jefe entonces de la Guardia Civil en Catalunya. El general retirado describió una situación de clima de violencia dirigido contra las fuerzas de seguridad y llegó a dar un salto hacia la hipérbole al hablar de “lenguaje prebélico” en cuanto a las actividades de los CDR antes del 1-O.
Después el magistrado Marchena le invitó a matizar “ese vocablo tan sugerente y plástico” (casi parecía que le iba a pedir que lo retirara, cosa que tampoco podía hacer) que el representante legal de Vox no había tardado en aprovechar con una pregunta cargada de intención. Gozalo lo mantuvo sin entrar en detalles, pero sin compartir la interpretación algo bélica que le quería dar el abogado de Vox.
Fue más tarde cuando Gozalo se separó de la versión ofrecida por el coronel Diego López de los Cobos y el jefe de la Policía Nacional en Catalunya, Sebastián Trapote, sobre la oposición a la actuación policial el 1-O. “Eso estaba todo perfectamente organizado”, había dicho antes Trapote. “Sabían lo que tenían que hacer: la resistencia, había llamamientos en redes sociales, cadenas humanas, nos agredían, nos empujaban, tratando de dificultar no solo la entrada, sino la salida de los agentes”. Estaba describiendo la conspiración que la fiscalía quiere convertir en una sentencia condenatoria.
Gozalo desmintió al resto de jefes policiales, porque no vio una organización clara y un reparto de papeles definido en la resistencia pasiva llevada a cabo en los colegios: “Tampoco hace falta un máster” para llevar a cabo las movilizaciones que se produjeron ante los colegios, dijo.
Tampoco suscribió la expresión 'muros humanos' o 'murallas humanas', que la fiscalía repite de forma obsesiva como si fuera un exorcismo, o 'escudos humanos', que es la que más gusta a los abogados de Vox. “Eran gente que armónica y conjuntamente se unían los brazos, no escudos”, explicó Gozalo.
Ninguna de las dos declaraciones de Castellví y Gozalo altera por completo el equilibrio del juicio en favor de una de las dos posiciones. Lo dicho por Castellví puede ser una forma de salvar la reputación de los Mossos y en especial la de su antiguo jefe, Trapero, que será juzgado por la Audiencia Nacional en los próximos meses por un presunto delito de rebelión. Lo dicho por Gozalo puede ser una discrepancia concreta entre jefes policiales a la hora de valorar el nivel de organización de la oposición a la que se enfrentaron.
Pero en ambos casos era algo que no se esperaba. La sesión terminó antes de que los abogados de las defensas interrogaran a Castellví, cuya declaración se reanudará el próximo lunes. Tienen de tiempo hasta entonces para valorar en qué medida salen perjudicados por lo que ha dicho y en su caso cómo pueden contrarrestarlo. Los abogados no descansan mucho los fines de semana cuando tienen un juicio como este.