Rocío Monasterio dedica parte de sus tardes de domingo a leer su correspondencia. Tranquila frente al ordenador, dice que acostumbra a revisar los cientos —perdón, ¡miles! — de correos electrónicos que recibe de cubanos enfadados con el régimen castrista. Después de caminar tantos kilómetros para conseguir un poco de conexión a Internet, se siente agradecida de que dediquen su rayita de WiFi a escribirle un correo para aplaudir su labor en España.
Por eso considera que “hay que hablar todos los días de Venezuela”, para que no caiga en el olvido como ha ocurrido con Cuba. Esto y mucho más, cuenta la portavoz de la extrema derecha en la Comunidad de Madrid frente a casi un centenar de mujeres muy jóvenes en un encuentro convocado para fomentar la participación femenina dentro de Vox.
La misma semana que la cabeza de lista en Almería anunciaba su marcha porque consideraba que “las mujeres están un poco anuladas” dentro de Vox, Monasterio, que no ha hecho ninguna mención a esta noticia en la hora larga que ha estado al micrófono, ha querido alentar con una reunión de mujeres que las jóvenes “hagan piña”: formen equipos, se reúnan en las universidades para hacer frente al feminismo que no las representa... Y se movilicen contra el gobierno actual, que “ha metido dentro al comunismo y al separatismo”, ha declarado.
En el evento se han tratado muchos temas. El feminismo y las medidas de Vox para las mujeres —“ninguna, porque las mujeres no necesitamos cuotas, ni que nadie nos proteja, no somos víctimas” —, Cataluña, el pin parental, Cuba y Venezuela. Y de nuevo Cuba y Venezuela.
Monasterio ha recordado divertida épocas anteriores, cuando Vox vivía en el ostracismo y sus seguidores no se atrevían a ir a los mítines. Esa determinación y convicción en sus valores e ideas que mostraron dando mítines subidos en cajas de supermercado, cuenta, es lo que les ha llevado a ser la tercera fuerza en el Congreso de los Diputados, desde el 10 de noviembre con 52 escaños.
Esta vez ha sido en su sede oficial de Madrid, sobre un póster que reza “España siempre”. Rocío Monasterio recurre a ese anecdoctario para movilizar a un público especialmente joven. La mayoría son chicas en edad universitaria, de diferentes contextos y experiencias políticas. También hay algunas madres con sus hijas pequeñas.
“La defensa de la unidad de España y la libertad. Esos son los dos ejes de Vox”, señala la líder del partido. Con Cataluña predijeron que las cosas irían a peor antes de que se produjeran el 1-O y la declaración unilateral de independencia. Y Vox sigue defendiendo la misma solución que ya propusieron desde el comienzo: querellas.
En cuanto a la libertad, el pin parental. “Lo hemos lanzado y todo el mundo se ha cabreado”, y “es un tema clave, si usted respeta o no la libertad”, ha dicho en relación a la polémica sobre si los padres pueden o no vetar algunas charlas extraescolares de sus hijos. Para evitar “el adoctrinamiento en las aulas”: para evitar, por ejemplo, “que enseñen comunismo”.
En la ronda de preguntas las participantes muestran curiosidad por conocer futuras acciones que llevará a cabo el partido y una de ellas pide consejo para confrontar el feminismo que, según ella, promueve la izquierda y está en contra de los hombres. “Feminismo caviar”, ha zanjado Monasterio, “elitista” e impulsado por mujeres que “nunca han hecho nada” por sí mismas. Cita como ejemplos a Irene Montero o Carmen Calvo.
Algo de picar y un puesto de merchandising para terminar. Y un mensaje en el grupo de WhatsApp que se había formado para la convocatoria: “No os vayáis del grupo, se informará aquí de más eventos. El más importante: la contra manifestación del 8M”.