En busca de nuevas vías para hacer oposición al Gobierno tras el fracaso en el Congreso de una de las grandes apuestas de Pablo Casado, el llamado “plan B” jurídico en contra del estado de alarma –rechazado el martes por una amplia mayoría de la Cámara Baja–, la dirección del Partido Popular ha recuperado uno de los habituales mantras de la derecha contra los Ejecutivos progresistas: intentar vincular a la izquierda en el poder con la ya desaparecida banda terrorista ETA, nueve años después del fin de la violencia.
La predisposición manifestada por EH Bildu la semana pasada para apoyar los Presupuestos Generales del Estado fue el detonante aprovechado por el PP para volver a situar a ETA en el centro de su discurso político contra el Gobierno, y le sirvió también como un nuevo argumento para mantener el bloqueo de la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), pendiente desde 2018 por la negativa de la dirección de Pablo Casado a acordar con el Ejecutivo progresista.
Esa vinculación entre izquierda y terrorismo es un viejo recurso de la derecha que ya intentó utilizar el expresidente Mariano Rajoy contra José Luis Rodríguez Zapatero en la primera legislatura del socialista en la Moncloa. Entonces, igual que ahora, la estrategia no le dio réditos electorales a la dirección del PP. Tras perder las generales de 2008 e iniciarse el segundo mandato de Zapatero, la aparcó abrazando un discurso más moderado.
Doce años después, Casado tampoco ha logrado despegar en las encuestas –el estudio del CIS conocido esta semana le dio una estimación de voto del 18,6%, dos puntos por debajo del de las generales del 10N de 2019– con unos mensajes calcados a los de entonces, que relacionan al Gobierno con ETA. La principal diferencia con la etapa de Rajoy es que en el caso de la dirección actual del PP la estrategia de vincular a la izquierda con el terrorismo se mantiene a pesar de haber tratado también de escenificar un giro al centro a raíz de decretar la ruptura con Vox durante la moción de censura fallida presentada por los de Santiago Abascal en octubre.
Aznar acercó a presos y dialogó con ETA cuando aún mataba
Aunque los socialistas han insistido durante los últimos días en que no existe ningún acuerdo con la formación independentista, Casado lo da por hecho y, como ejemplo, vincula el apoyo a las cuentas de la coalición abertzale con los recientes traslados a cárceles próximas al País Vasco de algunos presos de la banda, obviando que los acercamientos también se produjeron durante los mandatos de otros gobiernos, incluidos los del PP.
Hace ahora dos décadas, el Ejecutivo presidido por José María Aznar, padrino político de Casado, no solo acercó a cárceles próximas a Euskadi a varios centenares de reclusos de ETA cuando la banda seguía asesinando. El expresidente también promovió el diálogo con la organización armada para intentar lograr sin éxito el final del terrorismo, nombrando como mediador al entonces obispo de Bilbao, Juan María Uriarte. El mismo Aznar aseguró en una entrevista en televisión en 1999 que apostaba por la “generosidad, la mano tendida y el espíritu abierto” para “lograr la paz” con ETA.
20 años después, Génova 13 ha dado la orden a todos los cargos del partido para que la supuesta vinculación entre la izquierda y el terrorismo sea denunciada en todas las comparecencias públicas de los populares por la disposición de EH Bildu a apoyar los Presupuestos. El lunes, el equipo de Casado envió un argumentario interno –consignas que la dirección del PP hace llegar cada día a todos sus dirigentes– instando a todos sus cargos a utilizar ese posible respaldo presupuestario para desgastar al PSOE en todas las instituciones.
El texto, al que tuvo acceso elDiario.es, exigía a los distintos representantes del partido en toda España que presenten “mociones en diputaciones y Parlamentos regionales” con el objetivo de generar fisuras en las filas socialistas, aprovechando el descontento manifestado por algunos barones del PSOE, así como por exdirigentes del partido, ante el posible entendimiento con la formación independentista vasca.
El miércoles, durante la sesión de control al Gobierno, Casado elevó aún más el tono contra el Ejecutivo por ese supuesto acuerdo con EH Bildu. “Usted ha pactado con los asesinos de Hipercor”, le dijo el líder del PP al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en alusión al atentado que ETA perpetró en 1987 en el citado centro comercial de Barcelona, asesinando a 21 personas, y dando así por hecho que los miembros de la formación independentista vasca formaron parte también de la organización terrorista, que anunció el final de la violencia hace nueve años y su desaparición total, hace dos.
“Tienen a políticos batasunos que eran los que daban datos para luego marcar a las víctimas, como pasó con Miguel Ángel Blanco”, aseguró Casado durante su intervención parlamentaria refiriéndose a EH Bildu.
El rechazo de parte de las víctimas
El líder de los populares también se arrogó entonces la defensa de las víctimas del terrorismo, otra actitud clásica del PP cuando gobierna la izquierda, lo que le costó el reproche de varias de ellas, como María Jauregi –hija del exgobernador civil de Gipuzkoa Juan Mari Jauregi, asesinado por ETA en 2000–, el periodista Gorka Landaburu –a quien una bomba de la banda mutiló parcialmente en 2001– o incluso Consuelo Ordóñez, hermana de Gregorio Ordóñez, concejal del PP en San Sebastián asesinado a tiros por ETA en 1995, que en un reportaje en El País acusó directamente a Casado de “manipular la realidad y crear una polémica falsa con los acercamientos”.
Todas las referencias de la dirección del PP a ETA con el fin de desgastar al Gobierno se producen apenas un mes después de que se cumplieran nueve años desde que la banda terrorista anunciase el “cese definitivo” de la violencia, el 20 de octubre de 2011. Hace más de una década que no hay un atentado con víctimas: el último fue en julio de 2009, una bomba lapa en los bajos de un coche de la Guardia Civil en Mallorca que mató a dos agentes.
A pesar de que ETA no mata desde hace diez y lo que queda de sus estructuras está disperso en distintas prisiones españolas, una parte de la población piensa que la banda sigue todavía activa. Según un sondeo de la empresa GAD3, un 6,1% cree que aún sigue activa, el 16,9% que no ha desaparecido pero continua su actividad terrorista en menor medida y el 27,1% que está en proceso de transformación. Menos de la mitad de los encuestados (41,7%) responde correctamente: que ETA ha desaparecido definitivamente. El resto no sabe qué contestar.
Los coletazos de la lucha contra el terrorismo (las últimas detenciones o los juicios que quedaban pendientes) pueden ser la causa de que una parte de los españoles crea que ETA no ha desaparecido totalmente. Pero a afianzar la idea de que la banda terrorista sigue activa, es decir, con capacidad de atentar, contribuye fundamentalmente el discurso del PP de Casado y también de Vox, para quienes ETA es un recurso constante, como lo fue en el pasado para gran parte de la derecha española, tradicionalmente agrupada en el Partido Popular.
Estrategia calcada desde el triunfo en las primarias
En agosto de 2018, apenas un mes después de lograr la presidencia del PP, Casado ya acusó al Ejecutivo de “ceder al chantaje” de los “terroristas de ETA” por trasladar a dos presos de la banda en cumplimiento del tercer grado que les fue concedido paradójicamente por el Gobierno de Mariano Rajoy al darse los requisitos previstos en la ley. “Es una contraprestación a una moción de censura vergonzante”, dijo entonces Casado. Pero ni siquiera las asociaciones de víctimas respaldaron sus palabras, que recordaron al presidente de los populares que no había habido “cesiones” del Ejecutivo.
A lo largo de los últimos meses ha sido constante la acusación de Casado contra Sánchez por ser “cómplice y rehén” tanto de las fuerzas independentistas como “de los batasunos” y los “proetarras”, en alusión a los partidos que respaldaron la moción de censura del hoy presidente del Gobierno contra Rajoy.
La estrategia de vincular a la izquierda con ETA que mantiene la dirección de Casado es idéntica a la que llevó a cabo su predecesor en el cargo, Mariano Rajoy, cuando en 2004 perdió las elecciones frente a José Luis Rodríguez Zapatero y el PP pasó a la oposición tras ocho años de gobierno de José María Aznar. Además de abrazar la llamada teoría de la conspiración sobre la autoría de los atentados del 11 de marzo de 2004 –cuya gestión hizo perder las elecciones al PP–, Rajoy realizó todo tipo de declaraciones sobre la supuesta connivencia del Ejecutivo de Zapatero con ETA.
En una intervención histórica en el Congreso de los Diputados, el entonces líder de la oposición lanzó una gravísima acusación contra el presidente del Gobierno el 12 de mayo de 2005: “Usted se ha propuesto cambiar de dirección, traicionar a los muertos y permitir que ETA recupere las posiciones que ocupaba antes de su arrinconamiento”, le dijo, por no promover la ilegalización del Partido Comunista de las Tierras Vascas (PCTV), marca de entonces de la izquierda abertzale que luego fue ilegalizada por los tribunales.
Mimetismo con Vox
En el caso de Vox, las referencias a ETA están en su génesis. Santiago Abascal presentó su nuevo partido, una escisión del PP, junto a José Antonio Ortega Lara, el funcionario de prisiones que fue secuestrado por la banda terrorista. En la rueda de prensa para dar a conocer la formación en 2014, Ortega Lara acusó al PSOE de haber “preparado el camino” a los etarras y fue muy duro con el Gobierno de Mariano Rajoy: dijo que habían convertido a los terroristas en “estrellas del celuloide” y aseguro que habían hecho concesiones a ETA. “Se ha limitado a seguir el guión, la hoja de ruta que le dejó el PSOE”, dijo.
Es uno de los ejes del partido, junto con la defensa de una unidad de España, que consideran que el PP no ha sabido defender debidamente. Son los dos asuntos en los que ambas formaciones pelean por los mismos votos. Cuando sube uno, cae el otro.