La marea verde política llega más al norte que al sur de Europa

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

La ola verde ha llegado a España. Los jóvenes españoles han hecho huelgas y movilizaciones como en el resto del continente. El discurso ecologista es central en la agenda de los partidos políticos. Hay un Ministerio para la Transición Energética, y hasta el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, se ha paseado por la COP25 como un ecologista convencido, aunque solo la justicia pudo impedir que desmontara Madrid Central, medida ecológica contra la que hizo campaña durante meses.

Sin embargo, el ecologismo político no termina de emerger en España y en el sur de Europa como fenómeno independiente. Una ola que está en máximos en el norte del continente. “Creo que hay una mezcla de elementos para analizar el éxito del movimiento verde”, explica la copresidenta de los Verdes en la Eurocámara, la alemana Ska Keller: “Los efectos de la crisis climática se han vuelto muy obvios en los últimos años y han crecido las alertas sobre una necesaria respuesta urgente. Los participantes de las huelgas de los Fridays for Future llevan el asunto a las calles, pero también a sus familias”.

Esa cotidianidad de la emergencia climática, en sentir temperaturas equivocadas según el calendario y en convertirlo en un asunto no solo de agenda política sino de conversación familiar, es algo que se ha producido en los últimos años. Hasta tal punto que los Verdes alemanes, el partido de Keller, acarician ser primera fuerza política, según las encuestas; y los verdes franceses quedaron terceros en las últimas europeas, con un 12%, por detrás de los partidos de Le Pen y Macron.

El 26 de mayo, los ecologistas fueron segundos en Finlandia, donde cogobiernan al igual que en Suecia. Y en Austria, Irlanda y Holanda, superaron el 10% de los votos.

“También tenemos una posición clara en contra de la extrema derecha y los ataques a los derechos humanos que estamos viendo en muchos países de la UE”, abunda Keller para explicar el éxito electoral: “La gente sabe qué defendemos y somos creíbles en nuestras batallas”.

En todo caso, Keller reconoce la desigualdad del éxito: “Como verdes, no hemos tenido el mismo éxito en todos los países. Queda mucho por hacer. Especialmente en los países del sur y el este de Europa, donde la crisis climática y los problemas medioambientales son graves. Sin embargo, también tenemos algunas experiencias exitosas allí. Por ejemplo, tenemos un partido verde potente en Catalunya, y por primera vez, tenemos tres diputados en el Parlamento polaco. Pero está claro que aún el potencial en algunos países es bastante mayor que el voto verde”.

¿Qué pasa en el sur? “El sur de Europa es otra cosa”, responde Juantxo López Uralde, diputado de Unidas Podemos, ex dirigente de Greenpeace y fundador de Equo, partido que abandonó cuando la organización de la que fue coportavoz rompió la alianza con Unidas Podemos para concurrir a las elecciones del 10N con Más País, la formación de Íñigo Errejón.

“Es algo que he reflexionado mucho”, abunda López Uralde: “Si miras la encuesta del CIS, todo el mundo dice que le preocupa el cambio climático. Pero cuando se pregunta por las preocupaciones, el medio ambiente está por debajo del 1% como primera preocupación, donde siempre salen el paro, la economía, el terrorismo... Pero luego hay otro dato interesante: cuando el CIS pregunta sobre cómo se define uno, ecologista siempre está en un 7%-8% como primera opción”.

“Por una parte, porque hay una correlación cada vez más evidente entre lo que dice la comunidad científica desde hace 40 años y lo que la ciudadanía experimenta en su día a día. Los efectos del calentamiento global con cada vez más palpables por la multiplicación de eventos climáticos extremos. La gente lo vive, se hace más evidente”, explica Toñi Gómez, coportavoz de Equo: “Por otra parte, la ciudadanía percibe la incoherencia y la indecencia de un sistema basado en el crecimiento infinito que ha creado la obsolecencia programada, que te lleva a comprar cosas que vienen de la otra punta del planeta, que martiriza a las personas y a los animales, y que está dominado por muy pocos que tienen mucho. Cada vez más gente quiere cambiar de modelo de sociedad. La ecología política, cuyo refrente estatal es Equo, ofrece esa alternativa”.

“Lo primero es el consenso científico”, afirma Íñigo Errejón, líder de Más País, formación que se reivindicó en las elecciones del 10N como candidatura ecologista, para explicar la marea verde: “El consenso científico crece, se hace más intenso y cada vez se puede probar y relacionar más con catástrofes naturales, con pérdida de condiciones de vida, con empeoramiento del aire o de lo que comemos, o del estado de los océanos, o con desaparición de especies y, por tanto, reducción de la biodiversidad. Y, además, una parte de la preocupación con lo verde conecta con una especie de sensación de falta de pertenencia y de incertidumbre hacia el futuro. La sensación de que no tenemos muy claro quiénes somos y a quién nos debemos, y hay como una especie de añoranza por una época que no hemos conocido, pero que las cosas salen un poco más reales. Y entonces abren tiendas de comercio ecológico en las que te ponen los garbanzos a granel, supuestamente, como hacían nuestros abuelos cuando las cosas eran más de verdad y se tocaban. Como si tuviéramos conciencia de que nos hemos pasado, de que hoy todo es demasiado rápido, demasiado efímero, demasiado de plástico, que se consume a la velocidad de un story y tenemos que buscar obsesivamente, como en el pasado, cosas reales”.

En España hay dos organizaciones que pertenecen al Partido Verde Europeo (PVE), la familia política del ecologismo que tiene su espejo en el grupo parlamentario en la Eurocámara –que ha pasado de 57 a 74 escaños en las últimas elecciones–: Iniciativa per Catalunya Verds y Equo.

ICV, que fue la primera en ingresar en el PVE hace ya 15 años, cuenta en la actualidad con dos diputados en el Congreso dentro de En Comú Podem-Unidas Podemos –Aína Vidal y Laura López–, y un eurodiputado, Ernest Urtasun. Urtasun es el único eurodiputado español perteneciente al PVE, si bien en el grupo de la Eurocámara está Diana Riba (ERC), pero por la colaboración parlamentaria entre los Verdes y la Alianza Libre Europea, a la que pertenecen ERC y BNG, por ejemplo.

Equo tuvo como diputado a Uralde –que sigue siendo diputado, pero dentro de Unidas Podemos–, y ahora tiene a la exconcejal madrileña Inés Sabanés, después de la renuncia de la número dos de la lista de Más País, Marta Higueras. La división del voto en Barcelona, dejó fuera del Congreso el 10N a otra candidata verde de En Comú Podem, Laura Freixenet (ICV), que había sido diputada en la legislatura previa, la del 26J.

“El espacio verde en España está en Unidas Podemos, lo sabe el Partido Verde Europeo”, explica Urtasun. Y es cierto que los verdes europeos no terminaron de ver con buenos ojos la competición electoral verde en España tras la marcha de Equo a Más País –una competición jurídica directa que intentó sortear Más País al presentar la candidatura formal en Catalunya sin Equo–.

Pero, ¿por qué no hay partidos verdes en el sur como en el norte de Europa? “Probablemente en los países del sur de Europa los elementos materiales han tenido más peso, por menor renta, más desigualdad”, razona Urtasun, “aunque está empezando a cambiar también porque el cambio climático atraviesa lo material, como vemos con la pobreza energética, la contaminación del aire y su repercusión en la salud...”

“Y, luego”, explica Urtasun, “hay otro tipo de tradiciones de la izquierda. La española es una izquierda menos productivista que otras izquierdas en Europa. En Alemania, Die Linke o el SPD tienen más dificultades para transitar a unas izquierdas que entiendan la contradicción ambiental. O en Francia, el PCF tiene más dificultades para desmarcarse, y Jean-Luc Melenchon ha empezado a hacerlo recientemente”.

Urtasun recuerda que “ICV fue pionera y entró en el PVE, pero Podemos es un partido que ha asumido las reivindicaciones ecologistas e IU ha evolucionado mucho también, por eso están mayoritariamente incorporadas a Unidas Podemos. Eso también ha evitado que tuviéramos la necesidad de una fuerza autónoma. La izquierda siempre fue antinuclear en España y muy vinculada a los movimientos ecologistas. Uno de los referentes del PSUC, Manolo Sacristán, estaba muy vinculado al medio ambiente: hay una tradición ecologista muy arraigada en la izquierda española”.

En este sentido, Errejón explica que “las políticas de transformación verde y de transición ecológica pueden ser una palanca para el reparto de la riqueza, para la redistribución de la riqueza, para un nuevo contrato social. Han permitido conectar las reivindicaciones verdes con mucha más gente. Las reivindicaciones verdes son unas reivindicaciones que conectan directamente con las cosas más materiales que existen, con el aire que respiras, con cuanto tiempo tardas en llegar a tu trabajo, con si tienes recursos para calentar tu casa o no, de qué calidad es la comida que hace que comas. Y si la ha producido un pequeño productor a 30 km de donde tú vives o la ha empaquetado y transportado un gran monopolio que domina casi toda la cadena de producción de lo que comes. La discusión no es si va a haber que hacer transición ecológica, es si esa transición ecológica la va a guiar la lógica del capital y, por tanto, la lógica neoliberal del sálvese quien pueda, de la competición despiadada de la guerra de todos contra todos, o la va a guiar una lógica democrática de planificación y de desarrollo, pensando en un desarrollo socialmente justo y ecológicamente sostenible e igualitario en términos de género”.

Uralde reconoce que “en España tradicionalmente el verde se ha considerado como una parte de la izquierda. En 2011 sacamos 350.000 votos con Equo, sin apoyo mediático alguno. Y ahora Errejón ha sacado 500.000 con la marca verde. Además, en España hay una situación especial, un espacio del cambio que surge en el 15M que aglutina de forma transversal todo lo que hay más allá del PSOE en un sentido amplio donde lo verde ha conseguido los mejores resultados de la historia”.

“En 2015”, repasa Uralde, “conseguimos con Equo tres diputados en las Cortes, concejales en los más importantes ayuntamientos de Madrid, Valencia y Bilbao, y eso ha sido el mejor resultado histórico de ningún partido verde. Por eso dije que la opción de irse de Unidas Podemos era equivocada, y nos ha demostrado que los mejores resultados cuantitativos y cualitativos han sido dentro del espacio del cambio, con hitos como Madrid Central, que la línea política del grupo parlamentario sea muy verde, la declaración de emergencia climática...”

“La opción buena”, apuesta Uralde, “es trabajar en el espacio del cambio para que lo verde esté representado y se sume un voto verde. No tenemos 10 años para montar un partido, el momento es ahora, cuando podemos influir en un gobierno. Mi apuesta es crear ese espacio verde dentro de UP y que UP sea el referente verde. Me preocupa más el tiempo que los votos, no hay tiempo para perderse en florituras. En 2010-11 lo intentamos, fue una apuesta clara presentándonos como un partido verde en solitario, aglutinamos a todo lo verde que había en España, aguantamos la travesía en el desierto y en 2015 decidimos que había que buscar alianzas, y no veo que la situación haya cambiado con el tsunami verde. El momento es ahora, la comunidad científica nos ha dicho que no tenemos tiempo”.

Toñi Gómez, coportavoz de Equo, explica que “el sur de Europa tiene una trayectoria historica, social y cultural distinta al resto de países europeos. Varios países han conocido la dictadura y han abrazado la democracia estable hace relativamente poco tiempo a escala de la historia de una nación. En segundo lugar, la situación social es tal que mucha gente quiere primero asegurarse de que llega a fin de mes antes de pensar en modificar sus costumbres de consumo por ejemplo. Y en tercero, y tal vez lo más relevante, el espacio verde ha sido vinculado al espacio post-comunista porque Equo ha estado en coalición con Podemos e Izquierda Unida mucho tiempo (y sigue estándolo en varios sitios). Pero el votante verde quiere poder votar una opción 100% verde que dibuje un nuevo camino en el panorama político. Equo es este espacio verde que pide la ciudadanía. El Partido Verde Europeo es consciente de ello y por este motivo su coportavoz ha declarado ante nuestras bases en nuestro reciente asamblea federal: 'España es una prioridad para Los Verdes Europeos y estamos con vosotras para abrir una nueva página verde en España'. Por este motivo también, la familia verde europea marchó con nosotras el 6D y, también participará activamente en un acto que hemos organizado, y que tendrá lugar el próximo miércoles, sobre ciudades y emergencia climática. La ecología política se está reconfigurando en España de la mano de Equo y del PVE”.

El Partido Verde Europeo es el enganche internacional con una familia política creciente en Europa, pero también es un referente en disputa si se consolida la competencia electoral en España. ¿Qué aporta? “Es una familia política europea, creciente”, explica Urtasun, “y que aporta algo de lo que la izquierda española carecemos, que es mucha experiencia de gobierno, en Francia, Alemania, Luxemburgo, Suecia, Finlandia... Tienen capacidad de transformación desde la gestión. Nos da una red brutal para aprender a transformar desde el gobierno. Y, también, aprender esa tensión entre movimientos, partidos y Gobierno, dentro de una familia política con una idea determinada de Europa muy europeísta”.

“Ya desde Madrid y en Más País lanzamos como un eje central de nuestro discurso esta articulación entre justicia social y transición ecológica”, explica Errejón. “Lo hemos hecho en Madrid y después en toda España, en coalición con Equo, que es el partido referente del Partido Verde Europeo. Y es un eje central de nuestra propuesta política. Lo verde, como una gran oportunidad también de rehacer el contrato social. Lo importante es que avance una agenda de transición ecológica con justicia social. Nosotros lo asumimos como prioridad, pero hay mucha gente que quiere caminar ese camino. Hay muchas organizaciones políticas, pero sobre todo hay muchas organizaciones de los jóvenes, de la sociedad civil, de organizaciones de productores agroecológicos, de organizaciones de consumo de energía o de cooperativas de energía justa, de organizaciones animalistas, de defensa de la biodiversidad. Y lo importante no es quién levanta la bandera más alta, sino cuánto somos de útiles para hacer que ese camino sea cada vez más ancho y más profundo y por tanto, más transformador”.

Y concluye: “No es descartable que con la ecología política les acabe pasando a las derechas lo mismo que con el 8 de marzo, que primero lo combaten drásticamente, después lo intentan minimizar, después dicen que bueno, que no está mal, pero que no comparten las formas o un punto del comunicado. Después intentan que se les deje concurrir a la marcha como con el Orgullo. Estas reivindicaciones que empiezan siendo de unos pocos y que al final incluso el adversario tiene que asumir e intenta descafeinar. Nuestra tarea será hacerlas más masivas sin que las descafeínen y sin que las patrocine Endesa, sino que sean propuestas realmente radicalmente transformadoras de la forma de vida y que planteen que la transición ecológica y el neoliberalismo son drásticamente incompatibles”.

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Nota: Artículo actualizado a las 14.25 con la inclusión de las declaraciones de la coportavoz de Equo Toñi Gómez.