Dos de mayo de 2018: un año de una foto icónica en la que ha cambiado todo

En los últimos actos institucionales del Dos de Mayo, día de la Comunidad de Madrid, ha imperado más el morbo que la celebración. En el de 2015 todos los focos fueron para los nuevos partidos que se colaban en las fiesta y que poco después lo hicieron en las instituciones. 2016 fue el del estrellato de Cristina Cifuentes, pero un año después se torció todo para el PP. La Operación Lezo estalló semanas antes de la celebración, en la que por primera vez no se cumplió con la tradición de condecorar al expresidente madrileño saliente. Ignacio González tendría que haber pedido un permiso en la cárcel de Soto del Real para ir a recoger la Gran Cruz. En 2018 fue el caso Máster el que trastocó la festividad: Cifuentes dimitió siete días antes de la fiesta en la que era anfitriona.

El Dos de Mayo reúne en la sede de la Comunidad de Madrid a los principales líderes políticos. El de hace un año tuvo lugar en pleno terremoto del caso Máster pero el protagonismo se lo llevaron dos políticas que dejaron una foto icónica, usada para ilustrar gran parte de los artículos de ese día y para recuperar la historia de una enemistad. En la primera fila del patio de butacas se sentaron Soraya Sáenz de Santamaría, entonces vicepresidenta del Gobierno, y María Dolores de Cospedal, que ocupaba el cargo de ministra de Defensa.

La foto capturó la relación entre ambas. Sentadas a cada lado de una silla vacía, no cruzaron la mirada durante el acto. Llevaban una década enfrentadas por el poder en el PP y habían trasladado su rivalidad hasta el Consejo de Ministros. Las dos eran abogadas del Estado y saltaron la política durante el Gobierno de José María Aznar. Mariano Rajoy había logrado equilibrar esa relación repartiendo el poder entre ambas, pero su relación se deterioró hasta polarizar el gabinete del presidente del Gobierno en dos bandos.

Dos semanas más tarde la Audiencia Nacional publicó la demoledora sentencia de Gürtel. El 1 de junio Pedro Sánchez ganó la moción de censura y provocó el final del marianismo en el PP. Rajoy presentó su dimisión y dejó el campo abierto para la batalla por su sucesión: las dos protagonistas de la foto del Dos de Mayo trasladaron su enfrentamiento a las primarias. Sáenz de Santamaría ganó en la votación de los afiliados y Cospedal quedó tercera, pero sumó sus compromisarios a los de Pablo Casado para dar a este último la presidencia del PP.

Ambas han acabado fuera del partido. Sáenz de Santamaría lo hizo ante la incapacidad de entenderse con Casado para integrar a parte de su equipo en la nueva dirección del PP. La exvicepresidenta del Gobierno, una de las mujeres que más poder institucional ha tenido en este país, abandonó la carrera política en septiembre de pasado año y se incorporó al despacho de abogados Cuatrecasas el pasado mes de marzo.

Al abandono de la política de Sáenz de Santamaría le siguió el de buena parte de sus colaboradores, que dejaron el PP para marcharse a la empresa privada. Los que se quedaron fueron relegados en la configuración de las listas para las elecciones generales.

La salida de Cospedal fue más abrupta. La exsecretaria general del PP, que acumuló cargos dentro del partido, quería seguir en política. Sin embargo, las revelaciones sobre su relación con el comisario Villarejo la obligaron a dimitir el pasado mes de noviembre. Según las grabaciones, Cospedal y su marido habían pedido ayuda al policía, hoy en prisión provisional, cuando el inicio de la investigación del caso Gürtel amenazaba al PP.

Garrido, el dueño de la silla vacía

Después de que se tomase aquella foto, Ángel Garrido, que acababa de ser nombrado presidente en funciones de la Comunidad de Madrid en sustitución de Cristina Cifuentes, bajó para ocupar la silla convertida en metáfora de la separación entre ambas dirigentes. Hay otra foto -que tuvo menos repercusión- en la que se le ve a él charlando con Cospedal. Su vida también ha dado un giro desde aquella instantánea.

Garrido charlaba entonces con la candidata a la que apoyaría en el proceso de primarias. El ya expresidente madrileño se posicionó del lado de Cospedal y eso marcó su futuro. Con su derrota y salida de la política, se quedó sin protectora en el nuevo PP. El pasado mes de febrero Casado le llamó a la sede de Génova para comunicarle que no era el elegido para tratar de revalidar la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Se enteró por los medios antes de entrar al despacho.

Aceptó que le relegaran al cuarto puesto de las listas del PP europeo hasta que el 24 de abril, a cuatro días de las elecciones generales, dio la sorpresa con el anuncio de que se pasaba a Ciudadanos. En un discurso duro con el actual líder del PP, el sucesor de Cifuentes dijo que el partido de Albert Rivera casaba mejor con sus ideas liberales y centristas. El domingo ya estaba en la sede de Ciudadanos celebrando el ascenso en diputados como si fuese su partido de toda la vida.

Garrido será el único de esa foto a tres que volverá este jueves a pasearse por el cóctel que se celebra en la Puerta del Sol. Lo hará en calidad de expresidente regional pero con su nombre ya incrustado en el número 13 de la lista de Ciudadanos a la Comunidad de Madrid.

No es el único de ese patio de butacas al que la vida le ha cambiado radicalmente en este último año. La foto de estos tres protagonistas es un plano corto a un patio de butacas en el que está, en primera fila, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. En tan solo un mes se iba a convertir en el primer presidente del Gobierno salido de una moción de censura que no estaba convencido de presentar y mucho menos de ganar. Este domingo ha confirmado que la jugada le salió bien: ha ganado las elecciones con 38 diputados más de los que tenía hasta ahora.

Tras él estaban sentados Pablo Casado y Javier Maroto. El primero acude este jueves al primer acto público después de haber llevado al PP a los peores resultados de la historia y tras dar este martes un nuevo giro a su discurso para tratar de frenar la sangría de votos. Al segundo le ha dado tiempo durante estos 12 meses a colocarse como escudero de Casado, dirigir la campaña, y acabar apartado después del fracaso del 28A. No se sentará esta legislatura en el Congreso porque perdió su escaño de Álava frente a EH Bildu.