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CRÓNICA

El mundo ha cambiado con la invasión de Ucrania; la política española, no tanto

2 de marzo de 2022 23:14 h

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El mundo ha cambiado con la invasión de Ucrania. El mensaje no ha llegado del todo a la política española. Al comienzo del discurso de Pedro Sánchez en el pleno del Congreso, todos los diputados se levantaron para dar una ovación al ministro consejero de la embajada ucraniana en España, que estaba en la tribuna de invitados. Después, volvieron a su vida cotidiana, que con mucha frecuencia pasa por manipular las opiniones del adversario o mentir abiertamente en algunos casos.

Si los países de la Unión Europea han demostrado un nivel de unidad sorprendente en unas instituciones que no están acostumbradas a responder con rapidez a las crisis, no se puede decir lo mismo de la política española. Cómo desaprovechar una guerra que tiene lugar a 3.000 kilómetros para echar fuego sobre los asuntos de consumo interno.

El debate sirvió para evidenciar una fisura en el Gobierno de coalición imposible de disimular. Sánchez anunció que su Gobierno también enviará ayuda militar directa a Ucrania, no sólo con la contribución que hace España al fondo común de la UE que se ha destinado a ese fin. Es necesario para responder a “una violación flagrante de la legalidad internacional”, dijo. No ocultó que esta última medida se debe a las dudas de algunos partidos sobre el compromiso del Gobierno en la defensa de Ucrania.

Antes del inicio del debate, Yolanda Díaz había dicho que “todas las medidas para parar” la guerra “van a ser compartidas” por el Gobierno. No del todo. No fue sólo la declaración del portavoz parlamentario de Unidas Podemos, Pablo Echenique, la que se opuso al envío de armas ofensivas. La ministra Ione Belarra decidió salir al pasillo para reafirmar esa posición ante los periodistas. “Contribuir a la escalada bélica no va a resolver antes el conflicto”, dijo sobre el anuncio hecho por Sánchez, “y puede llevarnos a un escenario completamente incierto y muy peligroso de conflicto mundial”.

Una posible respuesta a esa idea la dio después Jaume Asens, diputado de En Comú Podem, cuando dijo que “Ucrania está siendo invadida, y la comunidad internacional no puede quedarse de brazos cruzados y tiene que ayudarla”. Aitor Esteban, del PNV, ofreció la frase que mejor define la responsabilidad de cada país en el conflicto bélico: “Si Rusia deja de combatir, no hay guerra. Si Ucrania deja de combatir, no habrá más Ucrania”.

Las vías diplomáticas son esenciales, pero si los ucranianos no responden con las armas a la invasión y no reciben ayuda militar del exterior, desaparecerán como Estado independiente.

Esteban también hizo una comparación con el pasado para que la izquierda reflexione al recordar que el bloqueo británico y francés a la llegada de armas a la República en 1936 contribuyó de forma decisiva a la victoria de los golpistas y la derrota de la democracia. Todos los símiles históricos son aproximados, aunque algunos guardan un tenebroso parecido con la realidad actual.

Sí hubo unanimidad en señalar quién es el responsable de la tragedia. Vladímir Putin no tiene hoy a nadie en el Congreso en España que justifique sus acciones. “Putin teme a Europa porque teme a la democracia”, dijo Sánchez. Echenique se refirió a la “injustificable agresión bélica de Putin”. Gabriel Rufián, de ERC, fue especialmente certero al definir al presidente ruso: “La primera verdad es que Putin es un ultraderechista, un ultranacionalista, un ególatra peligroso”.

La derecha utilizó la guerra de la misma manera que otros asuntos políticos debatidos en el Congreso. Para intentar romper el Gobierno de coalición y denunciar a Sánchez por tener tales socios. Edmundo Bal, de Ciudadanos, decidió utilizar un lenguaje muy habitual en las dictaduras cuando acusó a Podemos de ser los “quintacolumnistas de Putin”. Es lo que ya están escuchando en Rusia los que se atreven a manifestarse contra la invasión o los periodistas que utilizan la palabra 'guerra' para informar sobre lo que es una guerra. Los que discrepan siempre son tachados de traidores a la patria o de colaboracionistas del enemigo.

La discrepancia dentro del Gobierno a cuenta del envío de armas es un hecho obvio. Es incluso un elemento de división dentro de Unidas Podemos, como revelan las opiniones de Díaz y Asens. La oposición denunció que la posición oficial de Podemos “condiciona” las decisiones del Gobierno. Si fuera así, Sánchez no hubiera anunciado la entrega de armas a Kiev. Lo cierto es que la decisión se tomó justo el día anterior y pensando en el debate que se celebraba el miércoles en el Congreso.

El Partido Popular y Ciudadanos ofrecieron apoyo al Gobierno en ciertas decisiones, pero también exigieron la salida de Podemos del Gabinete, lo que supondría casi seguro la convocatoria anticipada de elecciones. Cuca Gamarra presumió de que la actual crisis confirma que “la paz se defiende mejor dentro de la OTAN que fuera”. La portavoz del PP dijo que el compromiso de Sánchez con Ucrania “ha sido el menor de Europa”. Se burló de la ayuda concedida a Kiev con un dato falso. “Hasta ahora, sólo ha enviado guantes y gel hidroalcohólico”.

Hace unos días, dos aviones militares transportaron veinte toneladas de material con destino a Ucrania. La carga estaba compuesta por 75.000 equipos individuales de protección, con chalecos antibala, cascos balísticos y equipos de protección NBQ, que se considera material militar defensivo.

Con Vox, no hubo ni siquiera un amago de oferta de pacto. Santiago Abascal se apresuró a acusar a Podemos de ser “los aliados internacionales de Putin” cuando el presidente ruso ha ofrecido apoyo en la última década a varios de los partidos europeos de extrema derecha con los que Vox mantiene excelentes relaciones. La Rusia de Putin desprecia la Unión Europea, el feminismo y los derechos LGTBI tanto como el partido de Abascal. Si no hay fotos de él con Putin es porque Vox no era nadie antes de 2019.

Abascal se atuvo a los términos del comunicado de la reciente cumbre ultraderechista en Madrid de la que fue anfitrión. Allí adoptó la posición del Gobierno polaco para criticar las amenazas de Putin a Ucrania. Incluso cuando apoyó en el pleno recibir a refugiados ucranianos, lo hizo con unas palabras de tono racista: “Cualquiera puede entender la diferencia entre los refugiados ucranianos y las invasiones de jóvenes varones de origen musulmán que se han lanzado contra las fronteras”. El color de la piel cuenta para Abascal, que nunca ha estado a favor de la llegada de refugiados de las guerras de Siria y Yemen.

Sánchez mencionó al final la noticia de que el Gobierno de Kiev había comunicado que el número de muertos producidos por la invasión rusa ya ha superado los 2.000. De repente, todas las discusiones escuchadas en la Cámara parecieron inútiles ante esa realidad.