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Las negociaciones con Vox abren las primeras grietas en el PP de Casado

La proximidad de las negociaciones que el PP deberá iniciar con Vox en Andalucía para garantizarse que Juanma Moreno sea investido nuevo presidente de la Junta, y las exigencias de los de Santiago Abascal para iniciar ese diálogo –sobre todo las referidas a la eliminación de las ayudas en materia de violencia de género–, han hecho aflorar este jueves las diferentes posturas que existen en las filas populares sobre la relación que la dirección de Pablo Casado debe mantener con la formación política de extrema derecha.

El portavoz popular en el Parlamento vasco y candidato a la alcaldía de San Sebastián, Borja Sémper, verbalizaba públicamente por primera vez su rechazo frontal a que el PP busque acuerdos con Vox tanto en Andalucía como en otros territorios, un posicionamiento que inmediatamente después era secundado por fuentes de la dirección del PP vasco –cuyo líder, Alfonso Alonso, apoyó a Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias de julio y reivindicó la “moderación” del partido tras el triunfo de Casado–. Distintos dirigentes populares críticos con la dirección actual ya venían defendiendo esta postura en privado en las últimas semanas.

“No. No soy partidario”, respondía de forma tajante Sémper durante una entrevista en Radio Euskadi cuando se le preguntaba sobre si era favorable de que su partido buscara pactos con la formación que preside Santiago Abascal, como el que la dirección nacional del PP ha anunciado que intentará en Andalucía para garantizarse el apoyo de Vox a la investidura de Moreno.

“El PP tiene que buscar pactos y entendimientos con otras formaciones con las que comparte determinados principios de estabilidad, de pacto constitucional y de concordia nacional, y Vox es una realidad política que ha venido a romper esos grandes consensos constitucionales que giran entorno a la concordia por su tono, por el fondo de su discurso y por las materias que quiere poner sobre la mesa. Me alejo mucho de Vox como me alejo de Podemos. El PP tiene que estar alejado del populismo”, zanjaba el también líder de los populares guipuzcoanos.

“Una lejanía oceánica”

Con un discurso que sonaba a una enmienda a la totalidad a la estrategia de cuerpo a cuerpo con Vox emprendida por Casado y su equipo, que han hecho de la exhibición de banderas, himnos y patriotismo una de sus señas de identidad desde el triunfo en las primarias, Sémper pedía a la dirección del PP no entrar en una competición “para ver quién tiene la bandera más grande”.

Las declaraciones del portavoz de los populares en el Parlamento vasco llegaban después de que el miércoles el candidato de Vox en Andalucía, Francisco Serrano, condicionara el apoyo de su partido al acuerdo de gobierno alcanzado entre el PP y Ciudadanos para gobernar la Junta los próximos cuatro años a la retirada de las medidas y ayudas referidas a la violencia de género. 

“Lo que no puedo tolerar y el PP no puede aceptar y tolerar es un debate que pueda utilizar este tema de una manera populista para intentar arrimar no sé qué ascua a qué sardina y obtener un rédito electoral. Hay una inmensa diferencia y una lejanía oceánica entre partidos que creemos en esta seriedad y que tenemos bien claro que hay cosas con las que no se puede jugar”, apuntaba Sémper, que coincidía con Casado en reclamar que se deje la lucha contra la violencia machista de la batalla partidista.

El rotundo 'no' del dirigente popular vasco a la negociación con Vox es compartido por otros dirigentes del PP consultados por eldiario.es, que sin querer que su nombre trascienda públicamente aseguran no compartir la estrategia de la dirección de Casado respecto a la formación de extrema derecha y el acercamiento de la dirección popular hacia posicionamientos “más radicales” prácticamente desde que asumieron el poder en julio.

El presidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, en cambio, se erigía este jueves en portavoz de la corriente que sí es favorable a llegar a acuerdos con Vox. En un acto público, aseguraba que si él fuera la persona encargada de formar Gobierno en Madrid –Casado mantendrá la incógnita sobre sus candidatos en la comunidad y el ayuntamiento de la capital hasta la tercera semana de enero– “intentaría pactar con aquellos grupos que tuvieran representación y que estén en el espectro ideológico de centro derecha” y ha señalado que si Vox tuviera representación “estaría en ese espectro”.

El “riesgo” del independentismo

El miércoles, el portavoz adjunto de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid, César Zafra, afeaba a Garrido que no descartara pactar con Vox, a lo que el presidente madrileño contestaba que “quizá lo que tendría que pensar él es si gobernaría con el PSOE”. “El gran riesgo de la Comunidad de Madrid está en que Ciudadanos tenga en mente compensar algunas u otras actuaciones con un Gobierno socialista. Yo a Vox hasta ahora no le he oído hacer cosas como tratar de contentar a los independentistas. Yo eso no se lo he visto hacer, al PSOE sí”, zanjaba.

Ante el debate surgido en sus filas acerca de la negociación con Vox, la dirección nacional del PP trataba de dejar clara su postura, que es favorable a pactar con el partido de extrema derecha. El secretario general de los populares, Teodoro García Egea, aseguraba en una entrevista en RNE que el partido negociará con los de Abascal “como ha negociado en otras regiones con otros partidos”, pero ponía el foco en que el cambio en Andalucía pasa por el acuerdo alcanzado con Ciudadanos.

“Nadie que haya sido refrendado por los ciudadanos puede negarse a este acuerdo y creo que hace falta que se ponga en marcha la legislatura para que estas medidas se puedan llevar a cabo en el Parlamento”, apuntaba.

Las exigencias de Vox y las reticencias internas en PP y Ciudadanos a llegar a acuerdos con el partido de Santiago Abascal han hecho saltar las alarmas en la derecha ante la posibilidad de que el acuerdo para conformar un gobierno alternativo al del PSOE en la Junta de Andalucía se complique en las próximas semanas. La capacidad de los de Casado y Rivera para aceptar algunas de las exigencias de la extrema derecha y la voluntad final de Vox determinarán si el “Gobierno del cambio” del que presumen PP y Ciudadanos logra materializarse.