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ENTREVISTA
Diputado de EH Bildu en el Congreso

Oskar Matute: “Mientras seamos el fiel de la balanza en el Congreso, Feijóo no va a pisar la Moncloa”

Oskar Matute, diputado de EH Bildu en el Congreso.

Alberto Ortiz

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El Congreso acaba de aprobar la primera ley de vivienda de la democracia, que dará poderes a las comunidades y ayuntamientos para regular el precio de los alquileres, disparados en los últimos años. La norma ha salido adelante, como tantas otras durante la legislatura, gracias a los votos de Esquerra Republicana y EH Bildu. Oskar Matute (Barakaldo, 1972), diputado de los independentistas vascos y negociador de su formación en la tramitación parlamentaria de esta ley, defiende en una entrevista con este diario su alianza estratégica con los partidos del Gobierno para seguir logrando avances sociales y frenar la llegada de una coalición de PP y Vox a la Moncloa. 

Este jueves se aprobó la primera ley de vivienda de la democracia. Era un compromiso de los partidos del gobierno y un objetivo tanto vuestro como de ERC y el resto de socios. Si desde el principio daban los números, ¿por qué han tardado más de tres años en aprobarla?

Los partidos del Gobierno en campaña electoral habían verbalizado su voluntad de que hubiera una ley de vivienda estatal, pero los puntos de partida eran muy diferentes, había que desbrozar mucha maleza para llegar a un camino de encuentro. Es lo que hemos intentado. Ha sido labor de todos, también de la presión de la movilización social y de la denuncia de los medios de comunicación, que ha situado en el primer plano de actualidad política el problema de la vivienda. Esto ha hecho que pudiéramos vencer las reticencias del Partido Socialista para atreverse a ir más allá, para romper el paradigma y hacer que el derecho a la vivienda sea el elemento principal.

La oposición también ha acusado al Gobierno de hacer un uso electoralista con esta ley. Las negociaciones, por lo que trascendía públicamente, marchaban bien desde hace meses. ¿Han jugado con los tiempos, tanto el Gobierno como ustedes, para hacer coincidir la aprobación de esta ley a las puertas de la campaña?

Nuestra distancia inicial era tan grande con el Partido Socialista que pensó que no iba a tener posibilidades de sacar la ley. Y eso probablemente hizo que durante esa primera parte de la legislatura las negociaciones fueran muy esporádicas y casi de toma de contacto. Eso fue así durante bastante tiempo. Yo puedo entender o puedo intuir que el Gobierno ha visto que la legislatura queda mucho más completa con una ley de vivienda que sin ella. Y la única posibilidad pasaba por sacarla con Esquerra Republicana y con EH Bildu, no con uno de los dos, sino con los dos. Eso nos ha permitido elevar el listón de la negociación para conseguir una ley con un marcado carácter progresista.

Yo creo que esa reflexión puede haber existido en el PSOE. Pero ahora son las elecciones municipales y forales; en noviembre o diciembre son las generales; el año que viene son europeas y en nuestro caso autonómicas. Vivimos en contextos electorales casi continuos. ¿Qué estamos diciendo? ¿Que todo lo que no se haga en esos dos años, que suele ser el aterrizaje de los nuevos gobiernos y de puesta en marcha de ciertas dinámicas de cambio, es electoralista? Si alguien hace electoralismo para mejorar las condiciones de vida de la gente, para dar más derechos a la gente, bienvenido sea el electoralismo. 

¿Creen que va a ser efectiva para bajar los alquileres? Los sindicatos de inquilinos les han reprochado que no sea una reforma estructural. 

Esta ley no va a ser mágica, como ninguna ley. A EH Bildu le hubiera gustado ir mucho más allá y seguramente también a ERC. Ese ir más allá nos acerca mucho a las exigencias primigenias tanto de las plataformas de afectados de las hipotecas como de los sindicatos de inquilinos. Hemos llegado hasta donde ha sido posible porque creíamos que era preferible que saliese una ley de vivienda a que siguiéramos en este escenario de desregulación y de auténtica jungla inmobiliaria. Con el punto de encuentro al que hemos llegado, se pueden empezar a resolver algunas cuestiones. Esta ley está inspirada en la experiencia práctica de la ley catalana, que solo estuvo dos meses en vigor por la interposición del recurso al Tribunal Constitucional. Durante ese tiempo, y eso lo dice el Observatorio Metropolitano de la Vivienda, se ha demostrado que topar los precios de alquiler y declarar zonas tensionadas sirvió para que se rebajaran los alquileres en esos lugares donde se actuó. Evidentemente no se rebajaron a la mitad, pero se contuvieron y se paró cualquier tipo de escalada. 

Si alguien hace electoralismo para mejorar las condiciones de vida de la gente, para dar más derechos a la gente, bienvenido sea

La alternativa a esta ley, con la correlación de fuerzas que hay en el Congreso de Diputados, es seguir como estamos. Seguir como estamos está echando a la gente de sus barrios, está haciendo que los proyectos vitales de la gente pasen por tener 50 años y tener que compartir el piso, porque tienes que dedicar más del 50% de tu nómina a pagar un alquiler de una vivienda. A eso hay que ponerle remedio. Nosotros no nos planteamos otra opción.

Uno de los agujeros que mencionaban los sindicatos de inquilinos y que Unidas Podemos ha tratado de abordar sin éxito con la negociación de una enmienda a última hora era el de los alquileres turísticos. 

Sobre los pisos turísticos no hay nada en la ley porque estaríamos asistiendo a una invasión competencial y eso daría motivo, desde [la presidenta madrileña, Isabel Díaz] Ayuso hasta el PNV o a quien fuera para recurrir ante el TC. Y el TC en más de una ocasión ha señalado que la competencia exclusiva en materia de vivienda le corresponde a comunidades autónomas y ayuntamientos. Pero se pueden hacer cosas. Palma ha hecho cosas. El Ayuntamiento de Donostia el 12 de marzo del 2023 decidió paralizar la concesión de licencias de pisos turísticos por un año hasta que tenga actualizado su Plan General de Ordenación Urbana, que es un instrumento que los ayuntamientos tienen para ordenar el uso urbano en su municipio y que les da competencias importantes. El Ayuntamiento de Bilbao desde el año 2017 tiene regulado que los pisos turísticos no puedan estar nunca por encima de la primera planta y si están en plantas bajas que tengan un acceso independiente y que no pueda haber zonas especialmente tensionadas donde no puede haber más de un piso por bloque. 

Entiendo lo que están planteando, pero de lo que estamos hablando es de la voluntad política o de la falta de voluntad política que han tenido muchos gobiernos de diferentes colores en muchos sitios para entrar al tema de la vivienda, porque hay que enfrentarse a fondos inmobiliarios de inversión, a fondos buitre, o porque hay que enfrentarse a una opinión pública que en buena parte o en buena medida es muy celosa de sus posesiones. 

¿Cuando Unidas Podemos ha dicho que estaba negociando una enmienda, que debía salir con vosotros y con ERC, era entonces un brindis al sol?

No quiero meter los dedos en el ojo de manera innecesaria. Yo creo que es una lectura muy madrileña de la política. Aquí están Ayuso y [el alcalde de Madrid, José Luis Martínez] Almeida y entiendo que es complicado batirse el cobre con semejante estola intelectual tan de derechas. Pero no puedes pretender cooptar competencias porque no te guste un gobierno autonómico socavando el autogobierno de todas las zonas, no solo de Madrid, porque el día que cambie el color de este gobierno la única cosa cierta será que la comunidad autónoma o el Ayuntamiento tiene una competencia que se la arrebataron y que puede ser utilizada en su contra. Nosotros siempre hemos defendido que las competencias y el autogobierno donde mejor se ejercen es desde abajo hacia arriba. No entendemos que por ahí vengan las soluciones. Seguramente también tiene que ver con la proximidad de unas elecciones. Hay diferentes listas de la izquierda en Madrid y supongo que también ahí cada uno tiene que marcar su perfil, porque todos y todas se juegan mucho.

¿Es esta ley un chollo para los okupas, como dice la derecha?

Cuando veo a la derecha hablar de esto, me da la sensación de que piensan que la okupación es la vía fácil al Valhalla o al Paraíso. La mayoría de la gente que se ve forzada a meterse a un inmueble que sabe que no es suyo no lo hace por gusto. Y con esto no quiero decir que sea la morada de nadie, sino que puede ser de un banco o de un fondo buitre y bloques hay a patadas por la geografía del Estado español que están cerrados. Una muy buena parte de eso que llaman okupaciones se da porque existen desahucios. Igual lo que tenemos que hacer es evitar los desahucios. Lo que tenemos que hacer es ofrecer garantías para que nadie, sin alternativa habitacional y con escasos recursos, se vea forzado a tener que ser víctima de mafias si las hubiera para que les subalquilen no sé cómo, no sé qué vivienda, ni para que nadie tenga que entrar en una vivienda.

La derecha piensa que la okupación es la vía fácil para entrar al Valhalla

A la derecha también hay que decirle que miente con esto, como con todo, porque esta ley no pasa por encima ni invalida lo que disponen el Código Penal y la Ley de Enjuiciamiento Criminal sobre el allanamiento de morada y el desahucio exprés en 48 horas. Y la gente tiene que saber que cuando se habla de morada no es solo la vivienda en la que reside. Esto no va de que bajes a comprar el pan, te ocupen la vivienda y estés tres años para recuperar tu vivienda mientras el pan se te ha puesto duro. Es que tu morada pueden ser hasta cinco y seis viviendas. Y eso no ha cambiado, ni siquiera cambiado nada sobre usurpación, que afectaría a viviendas que no son morada porque son bloques enteros.

¿No lo saben o hablan de okupas por otros motivos?

En el fondo es otra maniobra de distracción. Lo mismo que algunos han utilizado la maniobra de distracción de la invasión competencial para esconder sus posiciones políticas y no decir a la gente que estás de acuerdo con que esto va como va y no te apetece nada enfadarte con entidades bancarias y con fondos buitre porque les vas a poner ciertos límites a su beneficio. 

Tanto ustedes como ERC y Unidas Podemos han reconocido que esta ley podría haber sido más ambiciosa. Si se compara la situación con la ley mordaza, da la sensación de que con esa ley se daba el mismo escenario, pero el desenlace fue diferente.

O con la reforma laboral, también, ¿no?

También

Tanto con la ley mordaza como en la reforma laboral nosotros partíamos de un planteamiento que era idéntico al que habían manifestado el Partido Socialista y Unidas Podemos en la campaña electoral de las generales. Tanto [el presidente del Gobierno] Pedro Sánchez Castejón como [la vicepresidenta segunda] Yolanda Díaz decían que había que derogar íntegramente la reforma laboral. Nosotros nos mantuvimos ahí pero el PSOE y UP o quienes tenían las responsabilidades de gobierno en esas áreas decidieron que había que quedarse algunos peldaños por debajo de lo que prometieron. Y con la ley mordaza, exactamente igual. Eso es lo que decíamos en el minuto uno y lo que dijimos en el minuto 90. Los que cambiaron de posición fueron otros, que decidieron que pese a que les gustaría, y no pongo en duda que les hubiera gustado, no se podía ir tan lejos, a pesar de que los números daban. Me tienes que demostrar empíricamente que no puedes hacerlo si yo te puedo poner encima de la mesa los votos. 

En vivienda, los antecedentes que teníamos eran las promesas en campaña de que había que hacer una ley de vivienda que garantice que toda la gente pueda acceder a una vivienda. Claro, lo contrario queda feo. Yo no me imagino a nadie diciendo: ni aunque tengas derecho a la vivienda te la voy a dar porque me caes mal. Los antecedentes eran lo que se hizo con [el exministro Miguel Ángel] Boyer, con Felipe González, y otra reforma que se hizo en tiempos del gobierno de José María Aznar. Nosotros sabíamos que partíamos de un escenario donde nuestro nivel de exigencia hacia el Partido Socialista era muy alto, pero donde había que mover al PSOE desde muy atrás por lo que había hecho y donde no podíamos presionarle con un incumplimiento de un compromiso electoral.

Pero la reflexión se puede hacer de la misma manera. Los buenos efectos que la reforma laboral está teniendo en términos de contratación indefinida o las consecuencias negativas de no tener una ley mordaza, aunque fuese insuficiente, siguen estando y van a seguir estando, por lo menos hasta la próxima legislatura.

Pero a esa reflexión se le puede hacer la siguiente. Si lo que se ha hecho es bueno y aumentar la indemnización por despido en la izquierda parece que lo consideramos bueno y los números dan, ¿por qué no se hace? Dando por bueno que lo que se haya podido hacer, aun siendo parcial, no ha ido en la mala dirección, ¿por qué no hacemos lo que se quedó sin hacer? ¿Quién nos lo impide? Igual hay que ser honesto y decirle a la gente que a priori el voto de [el presidente de la patronal, Antonio] Garamendi vale lo mismo que el mío, Oskar Matute, pero que su capacidad de coacción al gobierno es mucho mayor que la mía y él sí puede amenazar con intentar tumbar un gobierno. En Catalunya lo vimos con el 1 de octubre, con la marcha de empresas y con el papel del Rey y otras historias. Nosotros no solemos tener problemas en decirle a la gente la verdad. Aquí hay gente que manda, que no se presenta a las elecciones y que decide poner los topes y los límites de hasta dónde pueden irse de madre las cosas.

Durante esta legislatura se ha consolidado lo que se ha denominado el bloque de la investidura, o lo que el fundador de Podemos, Pablo Iglesias, llama bloque histórico. Aunque ni ustedes ni ERC la apoyaron, sí han ido dando sus votos para la mayoría de las principales leyes del Gobierno en estos cuatro años. Podemos entiende esto como una estrategia política a futuro que hay que consolidar. ¿Lo ven así?

Me gustaría hacer una reflexión o utilizando el argot parlamentario una enmienda transaccional o de modificación a lo que fueron los principios originarios de Podemos. Si uno se remonta al 2015 o al 15M, verá que toda la ciencia política concluyó que había que acabar con el bipartidismo porque hacía que las cosas no cambiaran y que el poder siguiera en las mismas manos. Ya entonces les decíamos que el bipartidismo podría fracturarse en cada bloque en dos o tres partidos, pero mientras el factor de equilibrio, la bisagra, fuera de derechas, aunque revestida de nacionalismo, las políticas seguirían siendo iguales. 

¿Cuál ha sido el cambio histórico? Que por primera vez hemos sustituido ese fiel de la balanza, claramente orientado a la derecha, que eran CiU y PNV, por otro fiel de la balanza soberanista, independentista, pero de izquierdas. Y eso ha hecho que esta legislatura se haya atrevido a ir hacia terrenos de búsqueda de espacios donde ampliar derechos sea la norma y la obligación de un gobierno que se dice progresista.

Hemos sustituido un fiel de la balanza de derechas con PNV y CiU por otro soberanista, independentista, pero de izquierdas

Esa reflexión sigue vigente y estamos dispuestos a mantener esa apuesta. Y lo hacemos no porque este gobierno nos tenga enamorados, sino porque la alternativa del PP y Vox nos tiene aterrorizados. Un gobierno de PP y Vox amenaza con llevarse por delante nuestra identidad como pueblo, nuestros derechos como pueblo. Mientras seamos el fiel de la balanza, ya puede [el líder del PP, Alberto Núñez] Feijóo patearse la Feria de Abril porque no va a pisar la Moncloa. Al final sirve la frase que nos enseñaban en las escuelas de formación en su momento sobre los tapones y las roscas: la izquierda libera y la derecha aprieta.

En un momento de reconstrucción de la izquierda nacional, parece evidente que hay una divergencia precisamente en esta estrategia. La relación entre Yolanda Díaz y ERC no es buena. La vicepresidenta les ha criticado también a ustedes por no apoyar la reforma laboral y el portavoz adjunto de UP, Enrique Santiago, afín a Díaz, también hizo lo mismo con la ley mordaza. ¿Les preocupa que la líder de ese espacio no comparta la estrategia de Podemos?

Creo que el debate que se está dando en la izquierda a la izquierda del PSOE es un debate al que desde Euskal Herria Bildu estamos intentando asistir con respeto, con mesura, y no interfiriendo. Yo no voy a señalar en esta entrevista elementos de juicio que alguien pueda entender que están intentando empujar la balanza hacia un lado u otro en esa pugna que es evidente que están manteniendo. Pero yo creo que hay que tener también cuidado con determinadas declaraciones, porque si alguien señala que un acercamiento con EH Bildu o con ERC igual no es muy bueno, ¿está queriendo que deduzcamos que con el PNV es mejor? Creía que estábamos hablando del espacio de la izquierda del Partido Socialista, para eso ya tengo a otros. Entonces, respeto absoluto y que hagan su debate.

Es bueno que ese espacio se recomponga, que sea capaz de hacer un proyecto que tenga continuidad. También desde la experiencia. Euskal Herria Bildu nació en 2011. Es una amalgama de fuerzas políticas con trayectorias diferentes, pero con la búsqueda de un objetivo común que ha sido capaz de pasar de un programa de mínimos a uno solvente y potente. Y eso hace que se nos perciba como la izquierda de Euskal Herria. Quisiera que en el Estado español tengan una izquierda en el Estado español que sea capaz de hacer todo ese tránsito de fusión y de mixtura de diferentes sin que por enésima vez acaben pareciendo el elemento paródico de La Vida de Brian con el Frente Popular de Liberación de Judea y el Frente Judaico, Liberación Popular.

¿Cómo concilia ese apoyo a nivel estatal con la competencia electoral en Euskadi con la izquierda?

Cuando hablamos solo de competencia hay una foto parcial. Es evidente que concurrimos a las elecciones en listas separadas y que intentamos unos y otros obtener el mayor número posible de votos para validar nuestras ideas, nuestros proyectos y acercarnos a nuestros objetivos. Pero también convivimos. Y en Euskal Herria, por ejemplo, son numerosos los pueblos en los que EH Bildu tiene la alcaldía apoyándose en concejales de Elkarrekin Podemos. ¿Por qué hay una voluntad de señalar el elemento de competencia en lugar del elemento de convivencia? La convivencia es más importante. Si no, que se lo pregunten a la gente de Durango, de Galdakao o de Rentería o de Arrigorriaga, por citar poblaciones donde gobierna EH Bildu pero donde nos serán necesarios los votos de Elkarrekin Podemos para sacar adelante mayorías frente al PNV y el PSE.

Le hago una pregunta similar a lo que ocurre con el PNV, aunque en este caso la pugna es por el voto independentista o nacionalista, mientras en el Congreso han votado en numerosas ocasiones juntos y las dos fuerzas mantienen de manera general su apoyo al Gobierno.

A modo de foto general, es probable que uno pueda percibir que hemos votado la mayoría de las cosas juntos. Pero recuerdo que el PNV no ha estado muy de acuerdo con lo de gravar a las grandes fortunas, con lo de gravar a las eléctricas o a los bancos. Al final el PNV es un partido conservador, de derechas, por mucho que le encandile a mucha gente de izquierdas del Estado español. Y Euskal Herria Bildu, con todas sus imperfecciones y seguramente con todas las limitaciones que podamos ofrecer, somos un partido de izquierda. Luego hay una pugna abierta en nuestro país, y esa es una competencia por el liderazgo del país. 

Si alguien en la izquierda señala que un acercamiento con EH Bildu o con ERC igual no es muy bueno, ¿está queriendo que deduzcamos que con el PNV es mejor?

El PNV en Madrid muchas veces muestra enfado con nosotros. Creo que porque tienen la sensación de haber vivido en un bloque donde ellos eran los únicos moradores. Hacían y deshacían a su antojo y ellos eran la única voz del bloque. Y en el momento que hemos entrado otros moradores a ese bloque y que hemos entrado con ganas de hacer otras cosas, se les ha acabado un poco el patrimonio de ser la única voz. El pueblo vasco, como seguramente cualquier pueblo del planeta, es un pueblo plural.

En una entrevista con este diario al comienzo de la legislatura hablaba de dos cuestiones importantes a la hora de valorar la presencia de su formación en el Congreso y su influencia en el Gobierno, el fin de la dispersión de presos y el derecho a decidir. Este marzo se ordenó el traslado de cinco de los seis últimos presos de ETA a cárceles de Euskadi. ¿Ha tenido su formación algo que ver en esta política del Gobierno? Arnaldo Otegi mostró “alegría contenida” tras la decisión. ¿Por qué? 

Cuando a las bases de Euskal Herria Bildu les trasladamos la apuesta por ser un actor político relevante en el Estado español y les pedíamos el aval a esa apuesta nos marcamos tres objetivos. Uno era revertir recortes y ampliar derechos en toda la materia económica, social. La otra era seguir profundizando en la resolución de todas las heridas abiertas del conflicto que hemos vivido en nuestro país. Y una de esas heridas es la política penitenciaria de excepción para los presos y presas vascas condenadas a raíz de su participación de una u otra manera en el conflicto. Y el otro elemento era el de la plurinacionalidad o el derecho a decidir.

Creo que hemos conseguido que el Gobierno español entienda que no podía existir una legislación de excepción porque dañaba el propio basamento democrático de un Estado que se presume democrático. Y porque no puedes interlocutar con alguien que está dispuesto a mantener posiciones que nosotros entendemos de alegalidad o de excepcionalidad para con la política penitenciaria. Creemos que hay que alegrarse de que haya acabado la dispersión. 

Otegi se refería a que si bien habíamos conseguido acabar con la dispersión y ahora todos los presos y presas están en centros penitenciarios de la Comunidad Autónoma Vasca o de la Comunidad Foral Navarra, lo que queda por ejemplo es que no se utilice a la Audiencia Nacional como ariete para frenar las progresiones de grado. Ahora lo que queda es que tampoco existan vulneraciones de los derechos de los presos en otras materias. 

Respecto al derecho a decidir, es una cuestión que no ha estado demasiado presente en sus discursos y propuestas en el Congreso durante esta legislatura. ¿Han decidido postergar esta discusión para hablar de otras cuestiones?

Nos ha costado mostrar una línea de avance clara en este asunto porque todavía estamos viviendo la marejada de lo que fue lo que fue el 1 de octubre en Catalunya y de lo que pudo suponer. Nos gustaría que se avance mucho más y no tanto en derecho a decidir como en plurinacionalidad. La propuesta que ha hecho el Govern de Catalunya es muy interesante, el Gobierno del Estado español debería tenerla en cuenta. En el fondo está planteando una prueba de algodón democrática: que la gente decida, que lo pueda hacer con garantías, que no busquemos escenarios de confrontación, sino de negociación y que podamos ponernos de acuerdo en las reglas del juego. Tenemos un reto para la próxima legislatura.

¿Cree que se va a hablar más de esto en la próxima legislatura?

A mí me gustaría, pero decir ahora que este va a ser el el debate central de la futura legislatura sería aventurarme mucho, porque en la anterior, cuando arrancamos, ni pensábamos que nos iba a caer un COVID y nos cayó, ni que un volcán iba a erupcionar en La Palma y erupcionó, ni que la salida del COVID nos iba a llevar a una dinámica que ha sido otra muy distinta con la crisis económica. 

Se habla mucho de que vivimos tiempos líquidos y de que vamos a vivir en la era de la incertidumbre y de la de la inestabilidad. A lo mejor es verdad y plantearnos ahora qué debate quieres tú que sea el central dentro de dos años es no tener en cuenta que vivimos en un contexto de inestabilidad continua con asuntos como lo que estamos viendo con la sequía o todos los efectos del cambio climático. 

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