Pablo Iglesias busca despertar al Madrid dormido para las elecciones del 4M
Fue de color rojo casi desde la restauración de la democracia. La crisis de hace una década y la consiguiente debacle socialista lo tiñeron de azul. En el bienio 2015-2016 de la irrupción de Podemos se tornó ligeramente morado. Y ahora está en disputa. Es el llamado cinturón rojo de Madrid, que es doble: el del sur de la capital, que recoge los distritos más desfavorecidos, con menores rentas y donde compiten el último contra el penúltimo; y el de la región, dominado por enormes ciudades dormitorio situadas entre carreteras y en las que viven centenares de miles de personas que, en buena parte, tienen que desplazarse cada día a los centros laborales o universitarios que dominan el norte y el oeste de la comunidad cuyo Gobierno se disputará el próximo 4 de mayo en las urnas.
La izquierda se la juega en esos barrios. Especialmente Unidas Podemos. Y allí está centrando su estrategia de precampaña Pablo Iglesias. Desde que anunció de forma imprevista que dejaba la Vicepresidencia del Gobierno para dar la batalla en Madrid y tratar de evitar que Isabel Díaz Ayuso revalide el Gobierno regional, se ha enfundado su mochila y ha comenzado a recorrer algunas de esas zonas donde la enorme abstención explica cómo la derecha puede gobernar treinta años (tamayazo mediante) en una región, y una ciudad, donde solo el 30% más rico ha votado en los últimos años a PP, Vox o Ciudadanos.
Iglesias comenzó en Vallecas, el gran distrito de Madrid. Una ciudad dentro de otra ciudad, de la que vive permanentemente separada por infraestructuras de transporte que hacen las veces de frontera. Una situación que buena parte de los habitantes tradicionales del barrio han convertido en una seña de identidad. Allí vivió y se crio Iglesias antes de mudarse a Rivas-Vaciamadrid, primero, y a Galapagar, después, creyendo huir de un creciente acoso que se multiplicó con su entrada en el Gobierno de Pedro Sánchez.
En el barrio de Entrevías, llamado así porque está literalmente encerrado por la traviesas del tren, Iglesias se reunió con asociaciones sociales y militantes de su partido. En un vídeo para redes sociales, locutado por él mismo, el candidato de Unidas Podemos recordaba que la diferencia de renta entre esa zona y La Moraleja [una de las más acaudaladas de la región] es de uno a siete . “Por eso los municipios del sur son los más castigados por los recortes y las políticas privatizadoras del PP”, asegura el vídeo.
Tras Vallecas, Coslada. Un municipio al este de la ciudad, separado de la capital solo por un descampado y una carretera y donde nace la tristemente famosa Cañada Real Galiana, donde una de sus zonas lleva más de seis meses sin luz. Allí Iglesias se acercó al local de una asociación vecinal que ha recibido frecuentes amenazas y ataques por parte de la ultraderecha. Ese mismo día, un grupo de supuestos integrantes del grupo Bastión Frontal increpaban al exvicepresidente. Este se les acercó y les dijo algo, breve, que las cámaras no captaron y él no ha querido desvelar. Después vino el ataque con un cóctel molotov a la sede de Podemos en Cartagena (Murcia).
Las siguiente visitas fueron a Parla y Getafe, otros dos municipios del sur tradicionales caladeros de voto de izquierdas. De hecho, cuando en 2011 casi todo Madrid se volvió azul, Esperanza Aguirre presumió de ganar “hasta en Parla”, de donde había sido alcalde su contrincante del PSOE, Tomás Gómez.
Esta será la dinámica de la campaña de Pablo Iglesias hasta que la jornada de reflexión mande parar. Salvo excepciones por imprevistos, su idea es hacer cada día una visita a un municipio o distrito donde Unidas Podemos aspira a sacar de la abstención al potencial electorado progresista.
Reactivar la participación, baza de la izquierda
Porque en Madrid la izquierda solo tiene una opción para terminar con lustros de Gobierno del PP: recuperar hasta al último votante. Y, de momento, está más movilizada la derecha, según se desprende de la encuesta preelectoral del CIS. Más allá de deparar un empate entre bloques que haría la región ingobernable, los microdatos del estudio de instituto público de opinión reflejan que es el PP de Ayuso el que está activando y aglutinando todo el electorado de la derecha. Una tendencia que podría deparar un resultado aparentemente contradictorio: que arrase con sus potenciales aliados y deje a Ciudadanos, e incluso a Vox, por debajo del 5% que marca el Estatuto de Autonomía como mínimo para lograr representación en la Asamblea.
Es lo que le ocurrió al bloque progresista en 2015, cuando IU se quedó a unas décimas del 5%. Sus votos se perdieron y la derecha retuvo el Gobierno por la mínima.
El problema es si ese votante de izquierda al que quiere apelar Iglesias, y al que también se dirige Más Madrid aunque con menos ímpetu porque no depende tanto de él, se va a movilizar o es movilizable. El sociólogo Lluís Orriols asegura en conversación con elDiario.es que la de Unidas Podemos es “la estrategia que tenía que hacer porque ganar votos desde la derecha o Ciudadanos está descartado”. En la sede central de Podemos son conscientes de que ese trasvase entre bloques es imposible en las elecciones del 4M, pero también que la transferencia de voto interbloques, entre competidores, no es muy grande. Por eso es necesario para el bloque progresista movilizar a su electorado o posible electorado.
“Si gana la izquierda será por revertir esta tendencia”, explica Orriols, que en cualquier caso pone un pero: “La desmovilización de esta izquierda es estructural. No es una cosa coyuntural, sino que es gente con patrones de no participación muy asentados, por lo que será muy difícil”.
Pablo Iglesias quiere apelar al discurso que en 2014, 2015 y 2016 sí logró removilizar a buena parte de esa bolsa de votantes que fluctúa entre la abstención habitual o votar en momentos muy puntuales. Ha hecho de la vivienda, uno de los principales problemas de toda la región, uno de los ejes centrales de la campaña. El otro será la defensa de los servicios públicos y lo que se juega la ciudadanía en las elecciones del 4 de mayo. “No te voy a pedir el voto para el 4 de mayo, pero dale una vuelta a lo que está pasando”, asegura en el enlatado mensaje de campaña de este martes. “No nos jugamos solo qué partido gane y quién gobierna. Nos jugamos lo más importante, la libertad”, concluía.
“Hay que movilizar el sur para evitar que gobierne la extrema derecha”, apuntaba este martes la número 2 de la candidatura de Iglesias, Isa Serra, en una entrevista en TVE. Pero la estrategia de Unidas Podemos no solo busca lograr una mayoría que permitiría desalojar al PP y lograr un Gobierno de izquierdas en el que él mismo asumiría una cuota de gestión, llegado el caso, con carteras centradas en revertir los recortes sociales acometidos por la derecha en las últimas décadas y donde se puedan levantar las alfombras de la supuesta corrupción del PP, como pueden ser Educación o Sanidad. En la primera, Iglesias propone incrementar la inversión en 1.000 millones de euros anuales: 400 millones para incremento del profesorado, 260 millones para la gratuidad de la enseñanza superior y 340 millones en infraestructuras educativas y creación de nuevas plazas públicas.
Este mismo miércoles, Iglesias ha presentado sus propuestas en materia de transporte público. Durante una reunión con trabajadores del Metro de Madrid, Iglesias se ha comprometido a reducir el precio de los abonos mensual y anual para determinados colectivos, así como unificar las diferentes tarifas que ahora mismo existen.
Unidas Podemos plantea así bajar un 75% el coste del del abono de transporte para jóvenes (hasta los 30 años), parados de larga duración de más de 50 años, familias monoparentales, jubilados, personas con diversidad funcional y otros colectivos vulnerables. Esta medida tiene un coste aproximado de 150 millones de euros anuales. Otra de las propuestas relacionadas con el abono transporte pasa por eliminar las coronas tarifarias, es decir los diferentes precios que se pagan en función de las zonas geográficas a o desde las que se accede al transporte. Fuentes de Unidas Podemos aseguran que esta medida busca que las personas que residen más alejadas de la capital no tengan que pagar un coste más elevado. De esta forma, las tarifas para los abonos mensuales y anuales B1, B2, B3, C1 y C2 se pagarían todas al precio de la zona tarifaria A.
Unidas Podemos plantea a su vez la necesidad de aumentar la frecuencia de Metro de Madrid en hora punta para reducir el tiempo de espera a la mitad en las líneas con más viajeros y transbordos. La promesa de Iglesias es qyue en las líneas con mayor tráfico la frecuencia sea de un convoy cada minuto y medio en hora punta. En el resto de líneas de Metro de la ciudad de Madrid se limitarían los tiempos de espera máximos a 3 minutos en hora punta. Los cálculos que hace la candidatura son de una reducción de la espera de un 25% de media.
Iglesias ha hecho estos anuncios durante un reunión con trabajadores del Metro, para quienes también ha propuesto mejoras en seguridad y salud laboral: renovar las instalaciones que cuenten con materiales de amianto, cubrir las ratios de jubilación, llevar a cabo incorporaciones adicionales, incluyendo unas 300 contrataciones anuales en Metro de Madrid, en diferentes áreas operativas, según una nota de Unidas Podemos
Movilizar la abstención es también la forma de crecer electoralmente y no quedar como tercera fuerza del bloque progresista, como indican ahora casi todas las encuestas. Aunque en Unidas Podemos creen que esos datos no serán los que salgan de las urnas el 4 de mayo, la realidad es que los estudios indican que Más Madrid cuenta con un suelo fiable y asentado especialmente en el votante de la ciudad, donde en 2019 logró sus mejores resultados.
Entonces, Manuela Carmena ganó las elecciones, aunque sin posibilidad de gobernar por la mayoría que sumaban las tres derechas. Le ocurrió lo mismo a Ángel Gabilondo, el candidato socialista que ha dedicado buena parte de la precampaña a buscar el apoyo de los votantes que huyen de Ciudadanos y a vetar la presencia de Iglesias en un hipotético futuro Gobierno. Ambos se quedaron entonces a las puertas de lograr sus objetivos precisamente por la caída del voto en aquellas zonas donde se concentra el potencial voto de izquierdas pero donde la participación suele ser muy inferior a la de los distritos más acomodados.
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