Después de un viernes en el que Pablo Iglesias entró como un torbellino al anunciar su propuesta de acuerdo de Gobierno a Pedro Sánchez, y tras el vendaval que provocó la decisión de Rajoy de plegar velas, el fin de semana ha sido atronador en cuanto a declaraciones pero con poca base política como para negociar. Todos los partidos, excepto Podemos, se han mirado los unos a los otros desafiantes con palabras gruesas (chantaje, humillación, inaceptable...) pero ni el PP, ni el PSOE ni Ciudadanos han concretado la apertura de negociaciones para conformar un nuevo Gobierno.
En el caso del PSOE, que está en el centro de todas las miradas, los socialistas se han limitado a guardar la ropa e intentar marcar sus tiempos. Conscientes de que cualquier decisión es adentrarse en terreno pantanoso, los de Sánchez se han limitado a echarse a un lado para ceder de nuevo la iniciativa a Rajoy, un mantra que repiten una y otra vez (este fin de semana le ha tocado a César Luena desde La Rioja). El PSOE no quiere perder la oportunidad de que Mariano Rajoy se cueza en su salsa y pase por el trance de asumir que ha ganado en las urnas pero que su política altiva y de rodillo, reconocida incluso por sectores de Génova, le ha dejado en la más absoluta soledad parlamentaria. Ahora bien, en el caso de que Rajoyse escabulla, desde el entorno del secretario general han señalado que si el Rey le solicita a Sánchez formar Gobierno, aceptará el encargo “por responsabilidad”.
Al mismo tiempo, los socialistas señalan a Podemos que para llegar a un acuerdo es necesario que no se produzca “desde el chantaje”, que es como la vieja guardia y el sector de Susana Díaz ha definido la oferta de Iglesias del pasado viernes. Por esta razón, el equipo del secretario general necesita tiempo para fraguar entendimientos dentro de Ferraz para tejer acuerdos con Ciudadanos -su primera opción hasta hace poco- o con Podemos. Cada una de estas opciones tiene su complicación ya que, por un lado, la alianza con Podemos se ve con miedo por el acecho que el partido de Iglesias puede ejercer desde el Gobierno, por la presión mediática y por la tensión que generaría -al menos inicialmente- con Europa. Con Ciudadanos, el primer y gran problema es aritmético. Los de Rivera no facilitarían un Gobierno de Sánchez con Podemos pero tampoco votarían a favor de uno en solitario del secretario general, así que su única baza es la abstención que, por si sola, es insuficiente.
Política de titular
Y es que Ciudadanos tampoco se lanza a concretar un propuesta. Es cierto que no ve con malos ojos la denominada 'Gran Coalición' -ya hizo de Celestina para aupar a Patxi López a la Mesa del Congreso-, pero tampoco termina por plantearlo abiertamente. De momento, al igual que el PSOE, ha elegido su mantra y lo repite constantemente: “no formará parte de ningún Gobierno que no presida” y no van a votar que sí a ningún candidato, ni del PP ni del PSOE. Eso sí, ante lo insólito de la situación actual -en la que el Mariano Rajoy renuncia a presentar su candidatura en primera instancia a pesar de ser el más votado pero se reserva el derecho de hacerlo después-, el partido de Rivera lanza un mensaje al bipartidismo. El vicepresidente del partido, Juan Manuel Villegas, ha señalado este fin de semana que ambas formaciones han estado “al titular y al politiqueo”. A su juicio, el candidato del PP, Mariano Rajoy, “ha tirado la toalla” en la búsqueda de apoyos para lograr su investidura y Sánchez tampoco ha iniciado ninguna ronda de diálogo y no saben qué quiere. En este sentido, ha recordado que “los acuerdos no caen del cielo” y que “hay que negociar para obtenerlos”.
El Partido Popular, sin aliados
Quien tiene un panorama más complicado es, precisamente, Mariano Rajoy. A pesar de lograr la victoria el pasado 20D, el presidente en funciones tiene muy complicado -si no imposible- seguir en La Moncloa. Su falta de tacto durante la última legislatura, aplicando el rodillo y pecando de altanería, le ha dejado sin interlocución con prácticamente ningún grupo del arco parlamentario. El presidente popular ha dicho varias veces que su opción favorita, argumentada en que es la que piden los mercados, es la 'Gran Coalición'. Pero el PSOE ya le ha dado el portazo varias veces y Rajoy, fiel a su costumbre, ha decidido esperar para ver si los movimientos dentro de Ferraz terminan solucionando lo que él, de momento, no ha puesto empeño en arreglar.
Susana Díaz, la piedra
Y mientras todo esto sucede, Podemos lanzó su órdago el pasado viernes consciente de que si el PSOE lo aceptaba llegaría a La Moncloa en su primera comparecencia en una generales para intentar desde dentro dar el sorpasso, y sabedores de que si el PSOE les niega el pan y la sal podrán echárselo en cara en las inminentes elecciones a las que esa situación parecería abocar. Una buena idea de estrategia política mal llevada a cabo por dos razones: lanzar ya su predilección de asientos (la vicepresidencia para Iglesias) y no tener el tacto necesario como para que Sánchez tenga más fácil calmar los miedos de sus compañeros de partido. En cualquier caso, el fin de semana ha servido para que desde Podemos se intenten calmar los ánimos y se retire la presión inmediata a los socialistas. Así lo ha manifestado el secretario de Organización de Podemos, Sergio Pascual, que ha comprendido que el secretario del PSOE necesita un “debate interno” para resolver la propuesta de Pablo Iglesias para formar un Gobierno de cambio y ha deseado que los barones críticos no se equivoquen. En este sentido, ha girado la presión a la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, a quien ha emplazado para que “no sea la piedra en el camino para este acuerdo”. Al mismo tiempo, Pablo Iglesias y Pedro Sánchez parecen querer hablar, aunque de momento no lo han conseguido tal y como señalan ambos a través de los medios o las redes sociales.
Mientras tanto, ha pasado un mes desde la elecciones del 20 de diciembre y, en este juego de tiempos y fichas, los partidos tienen muchos frentes abiertos y, hasta ahora, ni el PP, ni el PSOE ni Ciudadanos han mostrado todavía ninguna oferta ni solución concreta.