Como una campaña más de la derecha. Así se tomó la dirección de EH Bildu la polémica en torno a la confección de sus listas para las municipales del 28 de mayo con la inclusión de candidatos con pasado terrorista en ETA condenados por delitos de sangre. Pero esta vez, admiten en la propia formación abertzale, erraron el cálculo.
Más allá de la estrategia política de PP y Vox, decididos a volver a hacer de ETA bandera de campaña frente a Pedro Sánchez, la principal diferencia respecto a cualquier episodio anterior es que en esta ocasión la denuncia no procedía de ningún partido. Con la carga simbólica que supone, fue el Colectivo de Víctimas del Terrorismo en el País Vasco (Covite) quien señaló la presencia de hasta 44 candidatos con pasado en la banda terrorista, siete de ellos responsables directos de asesinatos. “Ninguna democracia digna, ningún Estado de derecho consciente del significado de sus víctimas del terrorismo permitiría que las puertas giratorias de los terroristas fuesen la política”, dijo la presidenta de Covite, Consuelo Ordóñez, hermana de Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA cuando era concejal del PP en San Sebastián.
La decisión de incluirlos, que ya había levantado algunas ampollas de puertas hacia adentro entre la amalgama de corrientes y de formaciones políticas que componen la compleja fórmula de coalición de EH Bildu, contó de manera casi unánime con el rechazo de la opinión pública y de la práctica totalidad de formaciones políticas, entre ellas el PSOE o Podemos en Euskadi y el PNV, gran competidor electoral de los de Arnaldo Otegi.
Las listas de EH Bildu incendiaron de manera inmediata la campaña electoral y la discusión política acabó por convertirse en monotemática. Con la derecha dispuesta a exprimir el caso para desgastar al PSOE y al Gobierno hasta el último minuto antes del 28M, la agenda social de la que pretende sacar rédito electoral la izquierda, en general, y los independentistas vascos, en particular, quedó sepultada por una banda terrorista que anunció “el cese definitivo” de la violencia hace casi doce años y su disolución hace cinco.
Fue entonces cuando saltaron las alarmas. Fuentes conocedoras del proceso de reflexión interna afrontado el pasado fin de semana por EH Bildu y que ha acabado con la renuncia de siete candidatos con pasado terrorista aseguran que el paso atrás ha sido especialmente difícil de afrontar. Sobre todo, porque tardó en asumirse el fallo. En la dirección de la izquierda abertzale se llegó a admitir que no se alcanzaba a entender una polémica por algo que ya había ocurrido otras veces, como en las elecciones municipales de 2015 y de 2019, y que en gran medida viene a dar respuesta a equilibrios internos y a las demandas de participación política de un sector muy concreto de la izquierda abertzale que sí cuenta con pasado en ETA.
Desde que Covite hiciera pública su denuncia a mediados de la semana pasada, los mensajes de todo tipo que llegaron a la dirección de EH Bildu coincidían con la necesidad de afrontar una rectificación. Varios de esos mensajes procedieron de algunas de los partidos y corrientes internas de la propia coalición, que además de por Sortu, considerada sucesora de la antigua Batasuna, está formada por EA (escisión progresista del PNV), Alternatiba (escisión soberanista de Izquierda Unida en Euskadi) –ambos partidos inequívocamente críticos con ETA desde su creación– o miembros de la antigua Aralar (escisión de Euskal Herritarrok en 2001 que hizo de la condena de la violencia su principal elemento diferenciador), además de por independientes desvinculados de esas agrupaciones. Otros de esos mensajes llegaron desde fuera. Llegaron, por ejemplo, del PSOE. Algunos, los menos, de manera pública; la mayoría, de forma privada.
El primero en hacer referencia de manera explícita al tema fue Pedro Sánchez, que marcó la línea de su partido durante la comparecencia en la Casa Blanca tras reunirse con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. “Podrá ser legal, pero no es decente”, aseveró el presidente para reclamar el máximo respeto a las víctimas. “Lo único que pueden aportar estas personas a la sociedad es un mensaje de perdón, de reparación y de arrepentimiento”, puntualizó en referencia a los candidatos con pasado etarra.
“Respeto, consideración y memoria”
En las conversaciones privadas mantenidas con la dirección de EH Bildu, los socialistas hicieron hincapié en la necesidad de proteger la dignidad de las víctimas, algo que en realidad figura en la denominada Declaración del 18 de Octubre. Esa Declaración, leída por los principales portavoces de la izquierda independentista vasca con motivo del décimo aniversario del fin de ETA, sirvió para verbalizar por primera vez el arrepentimiento ante las víctimas.
En concreto, en el punto 3 de ese comunicado, EH Bildu y el conjunto de la izquierda abertzale hicieron “una mención específica” a los damnificados por la violencia etarra: “Sentimos su dolor y desde ese sentimiento sincero afirmamos que el mismo nunca debió haberse producido (...) Nada de lo que digamos puede deshacer el daño causado, pero estamos convencidos de que es posible al menos aliviarlo desde el respeto, la consideración y la memoria. Queremos decirles de corazón que sentimos enormemente su sufrimiento y nos comprometemos a tratar de mitigarlo en la medida de nuestras posibilidades. Siempre nos encontrarán dispuestos a ello de la propia izquierda abertzale”.
El mensaje hecho llegar desde las filas socialistas fue simple y rotundo: la inclusión de candidatos con pasado terrorista y delitos de sangre no podía considerarse en ningún caso respeto, consideración ni alivio a las víctimas y, por tanto, echaba por tierra el valor político y simbólico de la también denominada Declaración de Aiete, considerada un hito por la propia izquierda abertzale.
Ese argumento, coincidente además con la opinión de algunos sectores de la propia coalición independentista, unido a la percepción de que sus propias listas electorales se habían acabado convirtiendo en el mejor artefacto de campaña para la derecha y para sus competidores del PNV, terminaron de convencer a la dirección de EH Bildu, que defendió durante el pasado fin de semana ante sus propias bases la necesidad de renuncia de los siete candidatos señalados.
Durante la sesión de control de este miércoles en el Congreso, en la cual el PP y Vox volvieron a la carga contra el Gobierno a cuenta de su relación parlamentaria con EH Bildu, Pedro Sánchez le recriminó a la portavoz independentista vasca, Mertxe Aizpurua, lo ocurrido. “Señoría, ustedes se equivocaron en la elaboración de las listas”, le dijo. Antes, en los pasillos de la Cámara Baja, Aizpurua le puso voz a la reflexión llevada a cabo entre sus filas al asegurar que los candidatos que han renunciado, “con su decisión han decidido no añadir más dolor a las víctimas”.