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Pedro Sánchez: un presidente candidato desde la moción de censura

Pedro Sánchez está convencido de que los españoles le ven ya como presidente del Gobierno independientemente de que esté en funciones o tenga plenas capacidades. Todas las encuestas señalan que es el único candidato con opciones de formar gobierno pero los sondeos señalan también que para lograrlo tendrá que pactar a derecha o izquierda. La campaña ha sido continua en Moncloa desde la moción de censura que descabalgó a Mariano Rajoy y supuso el espaldarazo para un partido que atravesaba horas bajas tras la épica victoria del líder en unas primarias que rompieron a la organización en dos. Con la seguridad de que volverá a ser primera fuerza, el PSOE plantea ahora la competición sobre una disyuntiva: “Gobierno sí o bloqueo”.

El líder socialista está inmerso en una gira por toda España para vender el mensaje de que el país necesita estabilidad tras cinco años de precariedad gubernamental –de la que acusa al multipartidismo–. Tras su vuelta de un viaje oficial a Nueva York en el que intervino ante la Asamblea General de la ONU y en el cumbre del clima, Sánchez llenó su agenda de mítines con el objetivo de llegar a todas las provincias antes del 10N. 

El propio lema de su precampaña 'Ahora Gobierno. Ahora España',  presentado el lunes apuntala la idea fuerza hasta el 10 de noviembre. Se presentó el lunes en Madrid y al día siguiente viajó a Aragón (con sendos actos en Huesca y Zaragoza; y prometió asistir a Teruel); y el miércoles estuvo en Valencia. El jueves aprovechó su presencia en un acto en Badajoz para colocarse un evento de partido por la tarde en Cáceres. Tras el Consejo de Ministros, viajó a Oviedo y este fin de semana estará presente en Vigo y Barakaldo. 

Como ya hizo en la anterior campaña, Sánchez trufa su actividad institucional con los actos de partido como fórmula que apoya la estrategia de presentarse como el garante de la estabilidad en la presidencia. La próxima semana estará de nuevo en Madrid –presentará el programa electoral al que el PSOE ha hecho arreglos a partir de la última oferta que hizo a Unidas Podemos– y visitará Jaén y Granada (martes); Barcelona (miércoles) y Segovia y Valladolid (jueves). 

Además de explotar el perfil presidencial en los eventos institucionales (como en la ONU, donde aprovechó su intervención para presumir del fallo favorable del Supremo para la exhumación de Franco), Sánchez lo utiliza también en los actos de partido, donde se dedica a prometer qué hará en el Gobierno –ahora ha incluido el necesario reparto equitativo ante la desaceleración económica–, incluso antes del 10 de noviembre a pesar de estar en funciones. En Valencia anunció ante militantes entregados que las comunidades autónomas recibirán los fondos retenidos por el Estado antes de las elecciones. Un mensaje que indignó a los barones del PP, que han acusado al presidente de bloquear los anticipos a cuenta como un chantaje para forzar una abstención del PP que facilitase su investidura en septiembre.

A pesar de que Hacienda ya había deslizado que estaba buscando la fórmula para llevarlo a cabo a pesar de tener las capacidades mermadas, Sánchez escogió perfectamente el lugar para comunicar la confirmación: una de las comunidades con un mayor problema de financiación. La búsqueda de difusión en los medios regionales no es baladí.

En ese sentido, el socialista también ha incrementado sus apariciones mediáticas respecto a la estrategia seguida en la anterior campaña. Mientras que las entrevistas tuvieron que esperar prácticamente hasta la fase final de la competición antes del 28A, Sánchez ya ha concedido unas cuantas hasta el momento, incluidos los medios autonómicos para multiplicar la difusión de sus viajes. 

Un diseño de Gobierno con cariz electoral

La dirección socialista sabe que Moncloa proyecta de por sí esa imagen de fortaleza que quieren trasladar a la opinión pública. Hace cinco meses, en el departamento de comunicación del Gobierno admitían ciertos reparos por que las entrevistas se realizaran en el Palacio presidencial por las posibles críticas a la utilización de ese espacio institucional. Sin embargo, en esta ocasión no han dudado en permitir grabar al presidente junto a Francisco Marhuenda paseando por las instalaciones o que los periodistas reflejaran que ese había sido el enclave de la cita. 

Sánchez lleva, además, todo el peso de la campaña frente a la anterior contienda, en la que las apariciones fueron mucho más corales. No obstante, distintos miembros de la dirección han emprendido una ruta más discreta por las agrupaciones con el objetivo de activar a la militancia tras un ciclo electoral que se prolonga desde el anuncio del anticipo de las generales el pasado mes de febrero. El candidato socialista ha aceptado un único debate a cinco en esta campaña en el que también se enfundará en el traje presidencial y tratará de visualizar el 'todos contra uno'.

El socialista no se ha quitado la chaqueta presidencial desde que llegó a Moncloa hace ya dieciséis meses. La propia composición del gabinete fue una declaración de intenciones: un Gobierno con perfiles independientes y mediáticos para ganar elecciones. Atrás quedó el tradicional reparto de poder para las federaciones socialistas.  

El 'Gobierno de la dignidad', como lo autodefinieron los socialistas, situó a Sánchez en cabeza de las encuestas tras meses de malas noticias demoscópicas en las que incluso Ciudadanos superaba al PSOE. El Ejecutivo comenzó haciendo anuncios estrella, como la recuperación de la sanidad universal o de la reproducción asistida a mujeres solas y lesbianas, consciente de que el tiempo podía agotarse rápido. Sánchez pulsó el botón nuclear de las elecciones cuando más le convino ante la situación con la Generalitat. 

Tras las elecciones, Sánchez mantuvo su perfil presidencial –la victoria electoral le permitió negociar sin trabas en la UE la nueva composición de los organismos europeos y escoger a Josep Borrell como Alto Representante–. Moncloa se ha utilizado como sede de cuestiones partidistas: incluso recibió allí al resto de líderes para abordar las negociaciones fallidas de la investidura. Al igual que hizo Mariano Rajoy, fue desde la sala de prensa del Consejo de Ministros –y reservada para ocasiones puntuales, como declaraciones institucionales o comparecencias junto a líderes internacionales– donde compareció tras aceptar el encargo del rey para intentar formar Gobierno o tres meses después, cuando el jefe del Estado constató la imposibilidad. En esa ocasión, Sánchez pidió ya el voto para evitar “bloqueos” y cargó duramente contra Unidas Podemos. 

Las campañas del PSOE explotando el perfil institucional y presidencial chocan con el Sánchez que se impuso en unas duras primarias contra Susana Díaz, Patxi López y las tradicionales estructuras del partido con un mensaje de empoderamiento de las bases socialistas y en contra del establishment. Ahora la idea fuerza de su estrategia es la necesidad de estabilidad en España.