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Los plazos y la desafección frenaron el aumento de la participación del 23J en el extranjero pese al fin del voto rogado

Recuento de votos emitidos por los residentes en el extranjero para las elecciones generales el pasado 23 de julio.

Iñigo Aduriz

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Una de las novedades de las generales del pasado 23 de julio fue el fin del voto rogado. De 2011 a 2022, los españoles en el extranjero que querían votar debían “rogar” o solicitar ese derecho en el caso de querer participar en los distintos procesos electorales a raíz de una modificación de la ley electoral pactada en su momento por PP y PSOE. Este proceso que implicaba primero reclamar el derecho a votar, que este fuera concedido y, finalmente, que se pudieran recibir las papeletas y después enviarlas o llevarlas a embajadas y consulados suponía una barrera burocrática a la participación que llevaba años siendo denunciada por distintos colectivos de expatriados.

En junio de 2022 el Congreso, casi por unanimidad –con un solo voto en contra y dos abstenciones frente a 339 síes– suprimió el llamado voto rogado a raíz de una iniciativa de PSOE y Unidas Podemos que fue después pactada con otros partidos. El objetivo era permitir que los españoles en el extranjero pudieran recibir de forma automática la documentación para poder votar, además de ampliar los plazos para el depósito del voto, su apertura y de escrutinio general. 

Ante el ajustado recuento de la noche electoral, que situó al PP como primera fuerza pero sin opciones de gobernar ni siquiera pactando con Vox ante el crecimiento del PSOE y Sumar, el voto de los españoles en el extranjero –conocido como voto CERA–, podía resultar determinante en varias circunscripciones donde la pugna por el último escaño estuvo más ajustada. Todo ello ante un nuevo modelo que pretendía fomentar la participación y que a diferencia de otras citas con las urnas sí podía modificar el escenario surgido el 23J.

Finalmente de las 2.238.261 personas que figuraban en el censo de residentes en el extranjero votaron 233.688, el 10,4%. Y solo se produjo un único cambio: en la circunscripción de Madrid el PP arrebató un escaño al PSOE, lo que no alteró significativamente el resultado del 23J pero sí acarreó un nuevo esfuerzo para el bloque progresista al que ya no le vale con la abstención de Junts y debe lograr el 'sí' de al menos dos diputados de la formación nacionalista para poder garantizar una hipotética investidura de Pedro Sánchez.

La baja participación –solo votó uno de cada 10 españoles residentes en el extranjero– provocó que desde distintos foros, especialmente en las redes sociales y por parte de medios de derechas, se pusiera en cuestión la reforma que puso fin al voto rogado. Pero tanto desde la Marea Granate, el principal colectivo que lleva años luchando por esa supresión, como por parte de analistas políticos consultados por este diario se destaca que fue precisamente la reforma de la ley electoral la que permitió que la participación creciera respecto a anteriores citas con las urnas.

El “periodo vacacional” y “los plazos”

“Se esperaba que la participación fuera significativamente mayor, ya que la última convocatoria electoral sin implantación del voto rogado, antes de la reforma, fue en 2008, y se alcanzó el 31,8%”, reconoce la politóloga Carmen Lumbierres. No obstante, ella recuerda que en las últimas convocatorias “la tasa fue mucho menor”. En las generales de noviembre de 2019 el voto CERA apenas alcanzó el 6,85%. En las de abril de ese año fue del 5,63%, en las de 2016 alcanzó el 6,3%, fue del 4,73% en 2015 o del 4,59% en 2011. Por eso ella considera que “la simplificación del proceso ha supuesto un aumento claro de la participación, doblando la media de la última década”, aunque los datos de los que se partía “eran ínfimos”.

Desde Reino Unido, Berta Burguete, portavoz de Marea Granate, también asume que la participación fue “menos de la esperada”. “Pero dadas las circunstancias, si tenemos en cuenta que veníamos de un 6,8% de las de 2019 sí que es un aumento significativo”, remarca, “teniendo en cuenta que además ha habido muchos votos que han sido declarados nulos o que no han llegado ni siquiera la urna”. Ella señala la influencia que ha tenido el hecho de que las elecciones se celebraran en julio, “periodo vacacional” en muchos países. “Cuando se convocaron elecciones y empezamos a decirle a la gente cómo podía votar, nos las vimos y nos las deseamos para cuajar un esquema en el que los ciudadanos, estando de vacaciones, pudieran ver cuáles eran sus opciones”, añade.

Burguete también denuncia que “los plazos” establecidos para el voto CERA “han jugado una malísima pasada”. “Ha habido mucha gente que no ha recibido la documentación antes del 1 de julio y ha tenido que irse de vacaciones, con lo cual ya se han quedado sin papeletas y ya no estaban cerca del consulado para poder ir a votar”, indica.

“No nos encontramos con una explosión de las ganas de participar, envueltos todos en una época de desafección política e incertidumbre que alcanza a toda la geografía”, puntualiza, por su parte, Carmen Lumbierres. “Los datos del 2008 no son comparables con los de la actualidad, porque se trata de la precrisis económica mundial más intensa desde la segunda Guerra Mundial, antes de los movimientos de la indignación que también se han visto desaparecer como una esperanza de salida, y la alternativa autoritaria a la democracia liberal que ha sido una de las reacciones en estos últimos años no se encuentra entre los españoles que han visto mundo”, añade.

La importancia de Roma o Londres

Desde la Marea Granate destacan que “el electorado en el exterior ha estado castigado durante diez años sin votar”. “La motivación, la movilización electoral, no se consigue de la noche a la mañana, es decir, lleva un procedimiento y un proceso de reincorporación y tarda un tiempo”, añade. A su juicio, el efecto real de la supresión del voto rogado se conocerá en las próximas citas electorales, si bien destaca que hubo lugares como Roma o Londres que tuvieron entre un 20% y un 30% de participación, respectivamente, “que es algo completamente inaudito”.

En cuanto a los resultados del voto CERA el PP también fue primera fuerza con el 33% de los sufragios, lo que equivale a 67.646. El partido de Alberto Núñez Feijóo superó en cuatro puntos al PSOE que obtuvo 59.459 papeletas, el 29%. Sumar resultó ser la tercera fuerza, con el 14,8% de los apoyos, y Vox cuarta con el 11,2%. Aunque los bloques entre izquierda y derecha quedaron prácticamente empatados, si el resultado de los votos de los españoles en el extranjero con el del cómputo estatal las dos fuerzas progresistas más grandes logran un mejor resultado.

Esto se explica, a juicio de Carmen Lumbierres, en la fuerza que tiene la izquierda entre los expatriados, que “tiene mucho que ver con toda la diáspora de españoles en la crisis económica del 2010, y las políticas de ajuste impuestas por la Comisión Europea en España y el PP, que expulsaron a tantos trabajadores jóvenes e investigadores al extranjero”. “A ellos hay que unirles los hijos o nietos de la emigración a América Latina, en especial Argentina, donde más españoles residen, 435.000, muy ligados a la historia de la represión y del exilio, o los más de 237.000 en Francia con un perfil familiar, ideológico y modelado por la impronta republicana del Estado francés”, sentencia.

Pese a considerar que el resultado de la participación del voto CERA ha sido positivo tras el fin del voto rogado, desde la Marea Granate siguen denunciando deficiencias del sistema. “Ha habido 25.237 votos que se han perdido ya solo en consulados”, apunta Berta Burguete. “Nos gustaría que el Ministerio [de Asuntos Exteriores] ahondara un poco en las causas publicando datos de qué es lo que ha ocurrido en los consulados, cuántos han sido declarados nulos”, apunta.

Nuevas reivindicaciones

Entre las razones que baraja su organización está “que ha habido un requisito de firmar el certificado censal nuevo” que, según explica Burguete, “ha causado un montón de anulaciones de votos”. “Esto es muy lamentable y este requisito además nos parece que es innecesario porque la identidad del elector ya se comprueba con la fotocopia del DNI o a través de un funcionario, ya sea consular o de correos”. “Luego también puede haber oído otras cuestiones como, por ejemplo, el hecho de que en el tránsito del consulado a la Junta Electoral se cuelen votos de otras juntas electorales provinciales. A Madrid llegan votos de Coruña o cosas así. Y estos votos que llegan a otra Junta Electoral Provincial son declarados nulos también”, lamenta.

Ella también ha echado en falta más información para los españoles residentes en el extranjero. “Hemos visto que ha habido un esfuerzo, que se han hecho campañas, por ejemplo en Televisión Española Internacional, donde se se han visto cuñas en las que se hablaban de que si se residía en el extranjero se podía votar”, reconoce. Pero considera que dichas campañas “son claramente insuficientes”. “Hacemos un llamamiento a que los consulados hagan un envío masivo de correo informando sobre el procedimiento. Estamos pensando en Marea Granate a ver cómo se podría hacer para que fuera más sencillo, más accesible a todo el mundo y que no hubiera que estar mirando cada coma de las instrucciones para ver qué es lo que qué procedimiento hay que hacer” concluye.

Con todo, el balance que hace la organización es positivo: “A nivel global, esta es la primera vez en la que el voto CERA tiene algún peso en el resultado de las elecciones. Esto es muy significativo ya de por sí”.

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