“No nos hemos podemizado, hemos estado siempre aquí”
Beatriz Corredor (Madrid, 1968) reapareció en política al lado de Pedro Sánchez en la campaña de las primarias. Dio el paso por el rechazo que le produjo la crisis que atravesó el PSOE al final del primer mandato del secretario general. Ahora ha vuelto a Ferraz como responsable de Ordenación del Territorio y Vivienda mientras compatibiliza la actividad política con su trabajo como registradora de la propiedad. La exministra defiende en esta entrevista que el PSOE no se ha podemizado sino que ha actualizado su defensa de la socialdemocracia y desgrana su posición sobre algunos de los retos en materia de vivienda a los que se enfrenta España, como las nuevas plataformas de alquiler vacacional.
Usted salió de la primera línea y ahora ha vuelto. ¿Qué le ha llevado a volver?
El sentimiento de orfandad. Soy militante desde hace muchos años, me siento socialista desde los 14 años y lloré de felicidad el día de 1982 que Felipe González y Alfonso Guerra en el balcón de esta Casa. Los valores del PSOE son los que siempre me han representado. Soy hija de esa generación que pudo estudiar gracias al sistema de becas que puso en marchar el PSOE. Mi toma de decisiones en la vida siempre ha estado marcada por los principios del PSOE. Me sentí absolutamente desolada por el famoso 1 de octubre, avergonzada y muy triste. Me sentí desorientada. Perdí mis referencias. No me gustó lo que se hizo ni cómo se hizo. No entendí que se utilizaran determinados medios para torcer la voluntad de los militantes.
Hubo otro episodio que fue el de la abstención. Lloré de rabia. Me pareció una renuncia a los principios. Entendí a los que se abstuvieron por disciplina de partido pero también a los que votaron que no. Este es uno de los motivos por los que yo quiero recuperar al PSOE, quiero que el partido recupere su esencia y que demostremos a los que nos apoyaron y nos dejaron de apoyar que somos los mismos, que no hemos perdido los principios, que sabemos dónde estamos y dónde tenemos que estar y que no podemos alejarnos de nuestra base social.
¿Cuándo se hizo pedrista?pedrista
Lo siguiente que me animó fue la dimisión de Pedro Sánchez, cuando renunció al acta de diputado, me pareció un acto admirable de coherencia política. Ese día me hice pedrista. Cuando dijo que iba a seguir trabajando por la esencia del partido, dije: “En este proyecto sí creo”. Pero fue una cosa natural, me puse en el lado donde mis principios me dijeron que tenía que estar.
Ha dicho que perdió las referencias. ¿Quién ha cambiado: Felipe González o el PSOE?
Naturalmente ha cambiado Felipe González. Ha hecho una evolución personal que respeto. Ha sido un gran presidente que consiguió modernizar España tras una época negra y oscura. Soy hija ideológica de Felipe González. Ha sido una referencia siempre y luego salió del gobierno y me sentí defraudada no porque trabaje en empresas privadas, que es una decisión personal, pero sí por que perdiera la perspectiva de la lealtad que se le debe al secretario general del partido que forma parte. El PSOE es un partido profundamente democrático en los procedimientos y en el respeto a los órganos que nos damos. Felipe González cometió un error y fue un acto de deslealtad. Entonces sí, fue una pérdida de referencias para mí.
¿Qué tiene el PSOE de Pedro Sánchez respecto al PSOE de Zapatero?
Es un nuevo PSOE en cuanto que ha reformulado los principios socialdemócratas de los que nunca nos hemos movido para adaptarlos a las necesidades de la sociedad del siglo XXI. Esto pasa por darle a todo el programa un eje transversal básico que es la transición ecológica de la economía y en la reconfiguración de la economía puesto que el progreso tecnológico y digital va a suponer un cambio en muchísimas de las profesiones que conocemos y va a suponer una redistribución de los puestos de trabajo. Toda la línea de la transición ecológica de la economía, de la economía digital, de recuperación de derechos civiles y de recuperación del estado de bienestar es la misión de la socialdemocracia.
Se ha destruido una parte del tejido social que va a costar mucho recuperar porque la sociedad se ha acostumbrado a que esto sea lo normal. No se puede consentir que haya una generación entera de jóvenes formados españoles que se conforma con trabajos precarios porque no les ofrecemos otra cosa. No se les puede dejar en la desesperanza absoluta. Hay que sentar las bases para que puedan trabajar y acceder a una vida digna y solo lo puede hacer la socialdemocracia aquí y fuera de España.
¿No es una línea continuista con la política de Zapatero?
En la época de Zapatero tocó lidiar con la peor crisis económica desde 1929 y se lidió siguiendo las pautas que se dictaban desde la UE. Es verdad que se dictó una política después de recorte social y de austeridad que llevó a un austericidio y que lógicamente estamos pagando las consecuencias. Tocó gobernar en aquella época pero aquello se ha superado y desde entonces ha venido gobernando el PP, cuya forma de gobernar ha sido recortar el gasto social y hacer recaer el peso de la crisis sobre los asalariados y sobre los trabajadores y la esperanza de los jóvenes.
El PSOE tiene la obligación de contrarrestarlo. ¿Hay continuismo? Somos el PSOE, éramos el PSOE también cuando lo fundó Pablo Iglesias, y tiene dos características básicas: es el partido que mejor refleja la realidad española y es el que mejor se adapta a la realidad. ¿Ofrece el PSOE del siglo XXI lo mismo que en los 80? No. ¿Es el mismo partido? Sí. Pero es que la sociedad no es la misma, ni las necesidades de la sociedad. Estamos en la mayor revolución de cambio disruptivo mundial. En esta coyuntura quien mejor se está adaptando es el PSOE.
Ha hablado de que les tocó gobernar cuando estalló la crisis. ¿Se hicieron las cosas mal?
Nadie acierta siempre. Se tomaron decisiones dolorosas, que a nadie le gustó tomar, que tuvieron una consecuencia política obviamente. Pero después llegó un gobierno que no ha mejorado la situación de la gente que sufre por la crisis. ¿Se cometieron errores? La historia lo juzgará, pero la historia está demostrando que se tomaron decisiones acordes con lo que venía planteándose desde Europa y que se trató de minimizar el daño a los que más sufren. Cuando ha empezado la recuperación económica, los que más sufren no lo han visto en su salario y en su vida.
Habiendo formado parte del equipo de Zapatero, ¿entiende que Zapatero no apoyara a Pedro Sánchez?
Con Zapatero tengo una relación personal excelente y cuando comenzaron las primarias yo le manifesté mi desacuerdo con el procedimiento que se había utilizado para derrocar al secretario general y le manifesté mi intención de apoyarle, que su proyecto era el más moderno, coherente y el que mejor conecta con los votantes que están esperando una solución del PSOE. Se lo dije desde el principio y me dijo que estaba en otra opinión, pero nunca hemos tenido ningún roce. Hemos hablado tanto antes como después de las primarias. Él es un hombre de partido, leal y entiende perfectamente lo que significa la lealtad al secretario general.
Yo he estado en su equipo, estoy muy orgullosa y le agradezco muchísimo la oportunidad que me dio. Ahora estoy en el de Pedro Sánchez porque mi proyecto es el socialdemócrata. Cuando hay primarias es que hay candidatos, lo que no tiene sentido es que si hay primarias se piense que está todo el mundo de acuerdo porque si las hay es porque dos proyectos plantean alternativas diferentes. Y cuando hay alternativas hay confrontación de proyectos.
En esa adaptación al nuevo tiempo, ¿se ha podemizado el PSOE?podemizado
No entiendo qué significa podemizarse. El PSOE ha estado desde hace casi 140 años al servicio de la gente y tratando de que desaparezcan las desigualdades. Por tanto, el PSOE siempre ha estado ahí. Es evidente que hay un fenómeno social que se ha convertido en un fenómeno político derivado de una insatisfacción de una enorme masa de población que no se sintió representada por el PSOE y sintió que tenían otra opción política que podía representarles. Y esa base social es de izquierdas.
Nosotros no nos hemos podemizado, hemos estado siempre aquí. Otra cosa es que tenemos que recuperar la confianza de los ciudadanos, que es una obviedad. ¿Se trata de recuperar votos? No, se trata de dar a la sociedad la esperanza y los recursos que necesita. El mejor situado para hacerlo es el PSOE por su tradición inequívoca de partido de gobierno y no tiene que demostrar su vocación socialdemócrata. No existe podemización, el PSOE tiene que recuperar la confianza de los votantes que un momento determinado que consideraron que había una fuerza política que les ofrecía una esperanza que nosotros no. No nos hemos podemizado, quizás simplemente tenemos un proyecto que conecta netamente con lo que la sociedad del siglo XXI espera de un partido socialdemócrata.
Con la mesa de coordinación permanente, ¿se puede desdibujar el PSOE?
No, porque el PSOE mantiene su posición desde hace muchos años adaptándola a la realidad. Existe una realidad social y política y es que hay un partido que tiene una enorme representación parlamentaria, por lo que muchos ciudadanos confiaron en ellos, y es una opción de izquierdas. Naturalmente que en temas de agenda social podemos coincidir con Unidos Podemos y, teniendo en cuenta la debilidad parlamentaria del PP, la obligación de las fuerzas de izquierdas es ponerse de acuerdo para servir a la sociedad.
Servimos mejor poniéndonos de acuerdo en medidas que puedan revertir recortes de derechos y de estado de bienestar. En otras cuestiones vamos a discrepar de Podemos porque somos dos partidos autónomos y hay cuestiones, por ejemplo, de regeneración en las que podemos coincidir con Ciudadanos. No hay nada desdibujado, hay un escenario parlamentario que obliga al diálogo y el consenso.
En cuanto a la política de vivienda. ¿Asistimos a una nueva burbuja inmobiliaria?
No parece. Desde el punto de vista de la construcción, no. Desde el punto de vista macroeconómico ha caído mucho el peso de la construcción en el PIB y sobre todo en el empleo, que es lo que preocupa. Tiene que adaptarse a la demanda. Cuando estábamos en el trabajo ya hablábamos de reequilibrio. Se provocó que la única salida de vivienda fuera la compra que estaba desorbitada y dejó mucha gente fuera y, segundo, un déficit de viviendas destinadas al alquiler que es imprescindible en una sociedad moderna.
Tiene que haber un sector de la construcción que dé salida a las necesidades de vivienda de la población. ¿Tiene que hacer nueva vivienda solo? No, tiene que hacer nueva vivienda donde haga falta con un crecimiento razonable y sostenible y sobre todo debe intervenir en la ciudad consolidada. Tenemos núcleos de población que se han ido deteriorando con los años y que tienen que ser mejorados y el sector de la construcción no se ha dedicado a la rehabilitación, que crea mucho empleo.
¿Se ha mercantilizado el alquiler?
Hay que distinguir dos planos: el mercado libre y el mercado protegido, donde incide la política social. En los dos se puede intervenir. En el plano social se decidió concentrar las ayudas públicas en las ayudas al alquiler y a la rehabilitación. No se ha dedicado medios suficientes para dar respuesta a una demanda que está muy por debajo de lo que se pide. Tenemos mucho menos alquiler social del que hace falta. Se puede destinar suelo público a vivienda en alquiler, dar sistemas de financiación o hacer alojamientos dotacionales. Desde el punto de vista del mercado privado, tradicionalmente ha estado en manos de particulares porque no hay grandes empresas que se dediquen a gestionar parques amplios de vivienda en alquiler para el público en general. Cuando hay poca oferta y mucha demanda suben los precios y es uno de los problemas que hay.
El siguiente problema es que han irrumpido en el mercado plataformas especializadas en el uso turístico o vacacional que en algunos centros de población y en ciudades ha revertido en subida de precios y escasez de viviendas. Hay determinados propietarios que lo en más rentable. Una de las derivadas es la expulsión de los vecinos de esa población porque se pierde el comercio de proximidad y llegan las franquicias y los barrios tradicionales se convierten en parques temáticos de turistas con maletas; la convivencia ciudadana es otra derivada porque se crean problemas, como el ruido; y un problema de inseguridad.
Pero el problema es que suben los precios...
Porque se ofrece alquiler por días. Falta alquiler familiar o profesionales que se desplazan...
¿Esto se puede regular de alguna forma?
Hay iniciativas de muchos tipos. En ciudades europeas se determinan por áreas los precios máximos de venta; en otros municipios se trata de hacer en positivo intentando incentivar a los propietarios de las viviendas disponibles para que fijen las rentas en determinados niveles apoyándoles en servicios adicionales, como seguros de impagos de rentas o de protección jurídica... Hay muchos aspectos que son de política social aunque la ley de arrendamientos urbanos es estatal y hay aspectos que se tienen que revertir, porque desprotege a los inquilinos desde el punto de vista de fijación de la renta y de la estabilidad. Cuando una familia decide vivir de alquiler no lo hace para que al año siguiente le suban la renta según le parezca al dueño y una familia no tiene estabilidad a tres años, sino en más tiempo porque depende del colegio, el trabajo....
¿Se puede poner algún límite a plataformas como Airbnb?
Existen porque hay una necesidad social. Hay una cosa que me parece equívoca que es la referida a la economía colaborativa. La parte de que colaboren particulares en favorecer la vida de otros particulares es colaboración, pero que una determinada plataforma que no pone ningún recurso más que su propio software tenga un determinado enriquecimiento y no pague los impuestos que correspondan a costa de que se ofrezca un determinado servicio, pues en fin... Las empresas que ofrecen un servicio tienen que competir en una cierta igualdad de condiciones, es decir, revertir a la sociedad los beneficios que obtienen y eso se hace por vía impositiva o vía regulación.
Lo que es evidente es que no se puede poner puertas al campo y la economía colaborativa está, es un servicio que la gente demanda y cubre una necesidad social porque si no no existiría. Ahora eso tiene que ser que revierta en la sociedad el beneficio que obtienen.
También hay que tratar de regular la seguridad de los usuarios. Cuando uno usa un servicio sabe que puede poner una determinada reclamación, pero tiene que saber a quién tiene que reclamar. Ya que utilice ese servicio porque quiere y no porque no puede usar un servicio oficial. Hay que tener cuidado con de qué manera un determinado servicio se está dejando fuera la obligación de procurar vivienda digna a una generación de jóvenes y un grupo de personas que lo requieren y no la encuentran. ¿Hay que regularlo? Sí.
¿Cuál sería su propuesta?
Hay que sentarse y verlo porque hay algunas propuestas de ayuntamientos que están en fase beta. Uno de los déficits del sector del alquiler es que no hay estadísticas fiables sobre los precios, cuesta ver los precios medios de verdad. Ahí se puede trabajar. Teniendo esa referencia se puede trabajar mucho mejor para ver cómo se ofrece alquiler sin que se vayan por las nubes. Una es el alquiler social, pero requiere presupuesto público y otro es ver qué incentivos se dan para que los precios no se disparen. Desde luego que la referencia sea el IPC, que se ha suprimido, es una garantía de que no se va a subir de manera desorbitada. Ahora los contratos que vencen se están subiendo. El inquilino está en situación inferior. Hay que intentar que sin desincentivar se protejan los derechos de los inquilinos dentro de una normalidad estabilidad y económica.
¿Y qué medidas sería partidaria de implementar?
La idea que tengo es que hacer una limitación de rentas por determinadas zonas no favorece la bajada de precios sino una gentrificación mayor de determinadas zonas e incluso que se tomen iniciativas de economía sumergida para complementarlas y eso no es una buena idea. La penalización de las viviendas vacías tampoco me parece porque es difícil de determinar y es muchísimo mejor dar medidas de incentivo positivo para que los propietarios de esas viviendas consideren que poniéndolas en el mercado es su mejor opción. Para ello la renta es una decisión, pero no solo la renta: la protección, el estado de devolución, que haya un servicio de mantenimiento que te permitan despreocuparte...
¿Y los jóvenes?
El plan de rescate para jóvenes es imprescindible y también por la vivienda. Para que sean independientes han de tener una casa. Desde el punto de vista del empleo, hay que favorecer que tengan un trabajo en la que es su ocupación y que estén en lo que han estudiado. Hay una generación de jóvenes que dejó de estudiar para ir a trabajos con una alta remuneración, sobre todo vinculados con la construcción que después se han ido de forma masiva al paro. A estos jóvenes no se les puede condenar a la desesperanza ni a la precariedad.
Hay que formarlos para que puedan acceder al mercado laboral y hay un ámbito dentro de la construcción claro y nítido que es la rehabilitación: requiere dar trabajo a pymes locales, a los complementarios de la construcción, es decir, que genera actividad económica y laboral y requiere una mayor cualificación. En la obra nueva metes maquinaria pesada pero la rehabilitación es una labor de orfebrería por lo que requieres más mano de obra y más cualificada. También hay un campo en la eficiencia energética.
¿El plan de rescate a jóvenes se ha cuantificado y se va a llevar al Congreso?
Tiene muchas ramas y, en la que me compete que es la de vivienda, una propuesta es la vivienda de alquiler social y la reconversión de jóvenes sin trabajo para que puedan encontrar una ocupación. Es una prioridad. No se puede condenar a la desesperanza a una generación de jóvenes ni decirles que su futuro pasa por tener un trabajo precario cada tres meses y no poder hacer una proyección de vida.
Probablemente los millennials, y yo tengo dos hijas millennials, tienen unas expectativas que no coinciden con las nuestras: ya no tienen en la cabeza casarse, comprar una casa, tener hijos y trabajar siempre en el mismo sitio. Su perspectiva es distinta porque la sociedad ha cambiado y tienen una visión más amplia y no es tanto trabajar al lado de casa sino cambiar y reciclarse. Pero no podemos condenar a la desesperanza, que es como están: desesperados. Hay que rescatarles ahora y darles una perspectiva de futuro a largo plazo. Eso no se puede hacer con vistas a las próximas elecciones, hay que poner luces largas.