El próximo enero Podemos cumplirá seis años. Y todo indica que lo hará, salvo que descarrile el acuerdo alcanzado por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, con uno de sus principales objetivos cumplido: ser una fuerza de Gobierno estatal. El secretario general del partido, que será vicepresidente si triunfa la coalición, es consciente de que el año próximo el partido que fundó en 2014 afronta el momento de la verdad en una situación interna, sobre todo a nivel territorial, que exige rearmar una organización que ha sufrido sucesivas sacudidas en el último lustro con incendios en los territorios y una caída en votos durante los últimos comicios.
El propio Pablo Iglesias ponía el foco en esta situación en la carta que remitió a las bases de Podemos dos días después de anunciarse el preacuerdo con el PSOE. “Ahora vendrán nuevos y grandes desafíos”, advertía a los inscritos. El líder del partido preparaba a los suyos para lo que les espera en los próximos meses. “Los partidos de la derecha y los brazos mediáticos del poder económico van a golpearnos muy duro a cada paso que demos, por pequeño que sea”, afirmaba, antes de hacer hincapié en los “límites” a los que se iban a enfrentar en su acción de gobierno: “Vamos a gobernar en minoría dentro de un Ejecutivo compartido con el PSOE, en el que nos encontraremos muchos límites y contradicciones, y en el que tendremos que ceder en muchas cosas”.
La carta del jueves 14 de noviembre presentaba una novedad con respecto a las anteriores comunicaciones del secretario general. Pablo Iglesias se dirigía, por primera vez, “a la militancia de Podemos”. Un cambio significativo para un partido que se vanagloriaba en sus orígenes de estar “abierto” a toda la sociedad y que planteó la figura del “inscrito” como significante alternativo al clásico militante.
El guiño a las bases más activas y aguerridas del partido no es gratuito. Una base formada por 25.000 personas, según los datos aportados por el partido a eldiario.es. Aunque los procesos del partido siguen abiertos a cualquier inscrito, como la actual consulta sobre el Gobierno de coalición, la figura del militante ha ido ganando peso con el paso del tiempo desde que Pablo Echenique asumió la Secretaría de Organización en 2016.
Un extra de compromiso que Iglesias agradeció en su carta, pero que va más allá. “Tenemos también por delante la tarea de fortalecer nuestra organización y nuestros círculos”, decía. Y añadía: “Hoy, más que nunca, es necesario echar raíces y construir una herramienta fuerte y sólida, que esté presente en cada barrio y en cada pueblo, que sea capaz de doblar el brazo a los poderosos y de producir transformaciones profundas que hagan avanzar a nuestro país hacia la justicia social, la mejor vacuna frente a quienes pretenden enfrentar al penúltimo contra el último para que sigan ganando los de siempre”.
El relevo de Echenique al frente de Organización lo tomó Alberto Rodríguez. Fajado en las negociaciones sindicales de su época como trabajador de una refinería en las Islas Canarias, Rodríguez asume el difícil reto de reconstruir un partido que nunca ha llegado a fraguar a nivel orgánico y en su extensión territorial, lo que se ha notado en las diferentes contiendas desde el bienio 2014-2015.
Desde Podemos apuntan que el objetivo es “fortalecer los círculos” para volcar al partido “en el trabajo externo” y “codo con codo con la sociedad civil”. “Donde haya un conflicto o una vulneración de derechos estará la militancia de Podemos para aportar como uno más”, afirman.
La Secretaría de Organización también quiere poner el foco en “la formación, tanto teórica como práctica”, que pasará a ser “una de las prioridades” de Podemos. La llegada al Gobierno central, así como la participación en diferentes ejecutivos autonómicos, ha supuesto exprimir a los cuadros del partido, menguados además por las fugas y escisiones que ha sufrido.
Los círculos fueron una de las herramientas más novedosas que puso en marcha Podemos en 2014. Sirvieron para conectar al partido con la sociedad civil ya organizada, tanto a nivel sectorial como territorial. Pero la urgencia del durísimo ciclo electoral que han afrontado los partidos y las críticas pugnas internas han debilitado estos órganos que se plantearon “líquidos” en sus orígenes.
“Desde septiembre”, apuntan en Podemos, “se ha abordado la creación o activación de una decena de nuevos círculos”. También se están empezando a recibir solicitudes individuales que reclaman orientación para integrarse en círculos ya existentes o montar algunos nuevos, siempre según estas fuentes.
Fuerza estatal; problemas en los territorios
Si algo ha demostrado el carrusel electoral de 2019 es que Podemos mantiene una fuerza en el ámbito estatal que no ha sido capaz de replicar a nivel territorial. En los comicios de abril, Pablo Iglesias obtuvo 3,7 millones de votos y 42 diputados. Un mes después, en las autonómicas, municipales y europeas, el partido se desfondaba.
Los malos resultados de mayo supusieron la dimisión de algunos líderes, como José García Molina en Castilla-La Mancha. La marcha del dirigente dejó al partido en manos de una gestora, algo que ocurría ya previamente en otras regiones como La Rioja o Cantabria.
Otros que pudieran estar en la cuerda floja se salvaron en el último momento al ser sus votos imprescindibles para conformar gobiernos. El PSOE y Podemos, con la participación de IU en algunos casos, comparten seis gobiernos de coalición autonómicos: Aragón, La Rioja, Comunidad Valenciana, Baleares, Navarra y Canarias.
Ya en junio, el espacio político articulado alrededor de Podemos se planteaba su reconstrucción. La repetición del 10N pospuso los planes. La escisión de Íñigo Errejón dio el salto estatal, aunque el fiasco de su resultado le ha dejado fuera de todas las ecuaciones. Y cuando el resultado de noviembre anticipaba problemas para Iglesias en el rediseño territorial de Podemos, la negociación exprés para un Gobierno de coalición ha trastocado el mapa.
La pugna de Teresa Rodríguez por su independencia
Un ejemplo se ha producido en Andalucía, el territorio que más quebraderos de cabeza ha dado a Iglesias y a su dirección. Teresa Rodríguez anunció tras las elecciones de abril y mayo la convocatoria de una conferencia política que debería dotar de nuevos documentos estratégicos y organizativos al partido a nivel autonómico. Después debía celebrarse una Asamblea Ciudadana para renovar los órganos.
El plan se paralizó ante la incertidumbre generada por la negociación fallida y la repetición electoral. La idea central que maneja Rodríguez es la de independizarse de la estructura estatal del partido. La líder de Podemos quiere que Adelante Andalucía, la coalición con la que se presentó en diciembre de 2018 a las autonómicas en coalición con IU, se convierta en un sujeto propio. Al estilo de la Catalunya en Comú de Ada Colau, pese a que la alcaldesa de Barcelona no forma parte de la estructura de Podemos y Rodríguez, sí.
Con eso, explican desde la dirección andaluza, tendrían voz propia en el Congreso. Además, dejarían de depender de órganos estatales como el Consejo Ciudadano en los que su fuerza es muy pequeña. En Vistalegre 2, la candidatura de Anticapitalistas, donde se enmarca Rodríguez, logró un 13% de los votos.
El plan se paró por la repetición electoral. Pero el lunes 11 de noviembre, mientras Pedro Sánchez y Pablo Iglesias preparaban con total discreción la reunión en la que cerrarían su acuerdo, Podemos Andalucía relanzó el proceso: conferencia política en enero. Y la III Asamblea Ciudadana, inmediatamente después. El lema: “Andalucía Horizonte 2023”.
El anuncio del preacuerdo del martes ha rehecho los planes. Y los documentos estratégicos, aquellos que marcan la línea del partido, no se harán públicos hasta que no “se resuelva la conformación de Gobierno a nivel estatal”.
Con todo, desde Podemos Andalucía confirman que insistirán en la emancipación de Adelante Andalucía. Mientras, en la dirección estatal de Podemos la sensación es que, si el Gobierno de coalición se confirma, Rodríguez lo tendrá más difícil para conseguir sus planes.
Para la líder de Podemos Andalucía surge otro problema. Su idea que no acaban de compartir desde IU. Fuentes de la dirección andaluza de la coalición de izquierdas señalan a eldiario.es que no saben “en detalle qué significa un sujeto político propio” y recuerdan que ellos tienen prevista su propia asamblea para 2020.
“En todo caso”, anticipan, “IU en Andalucía no se entiende al margen de IU federal ni de los espacios de confluencia de carácter estatal de los que esta forme parte”. La apuesta de IU por Unidas Podemos es evidente y descartan cualquier opción de que un movimiento de Teresa Rodríguez pudiera ponerlo en riesgo. “Esto no es contrario con que nuestra propuesta política para y en Andalucía no contemple su situación de periferia, la nacionalidad histórica andaluza y la necesaria articulación de un espacio político en el que tenga cabida el andalucismo de izquierdas, del cual IU Andalucía se siente también parte”, concretan estas mismas fuentes.
La andaluza no será la única asamblea ciudadana que afronte Podemos. En la Comunidad Valenciana el proceso ya está en marcha, después de la dimisión del secretario general, Antonio Estañ. Su salida de la vida política ya estaba anunciada, pero se pospuso al 10N.
Y en 2020 también habrán de afrontar la III Asamblea Ciudadana estatal. Vistalegre 3. La cita no tiene fecha. Ni siquiera han comenzado los trabajos preparatorios. Pero en el partido asumen que si finalmente se fragua el Gobierno de coalición tocará convocar a las bases para elegir la dirección que debe liderar el partido en un nuevo tiempo político.