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“Soy policía, os voy a matar”: cinco años de cárcel por la extorsión de un agente drogado en busca de un vídeo inexistente

Agente de la Policía Nacional en una imagen de archivo junto al coche patrulla.

Alberto Pozas

5 de septiembre de 2023 22:50 h

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“Soy policía, os voy a matar”. La amenaza fue pronunciada por un agente de Policía Nacional en la habitación de un hostal del sur de Madrid. Cuchillo en mano y bajo los efectos de las drogas, amenazaba a una pareja a la que también cacheó, agredió y espió convencido de que le habían grabado en secreto mientras consumía drogas y alcohol. El vídeo no existía y el policía, ahora apartado de su puesto, ha reconocido los hechos y acaba de ser condenado a cuatro años y once meses de cárcel mientras intenta evitar su entrada en prisión.

Los hechos, según la documentación judicial a la que ha tenido acceso elDiario.es, ocurrieron en el distrito madrileño de Villaverde en mayo de 2020. El policía nacional, una pareja y una mujer pasaron toda la noche bebiendo, tomando drogas y en el caso de los tres últimos también manteniendo relaciones sexuales.

Los problemas llegaron cuando al final de la velada el acusado volvió a convocarlos en su habitación, sacó un cuchillo, les dijo que era agente de Policía Nacional y les exigió borrar un supuesto vídeo que, según creía, habían grabado en secreto mientras consumía drogas y ellos mantenían relaciones sexuales.

El propio policía reconoció ante los jueces lo que sucedió: amenazó de muerte a sus víctimas y llegó a cachearles mientras buscaba la cámara oculta, desnudándoles y practicándoles tocamientos en sus zonas íntimas todavía bajo los efectos de las drogas mientras ellos prometían que no le habían grabado.

Las amenazas, golpes y agresiones no terminaron en ese hostal del sur de la capital. En el aparcamiento, al día siguiente, enseñó su placa de policía a una de las víctimas y le pegó un puñetazo. Días después, de vuelta a su puesto de trabajo en la comisaría de Chamberí, consiguió que su jefe buscase en las bases de datos policiales si sus dos víctimas tenían antecedentes penales.

También les amenazó por WhatsApp para exigirles la entrega de un vídeo que, según la documentación de la causa, nunca se grabó: “Te voy a buscar por todo Madrid hasta que te encuentre, me da igual lo que me hayas grabado, vais a pagarlo tú y la puta de tu novia, te voy a reventar la cabeza cuando te vea”, decía en varios de estos mensajes. Su objetivo, explican fuentes del caso, era evitar comprometer su carrera de policía nacional con un vídeo en el que, creía, aparecía drogándose.

En todo momento el acusado hizo valer su posición de funcionario de Policía Nacional para retener, amenazar y espiar a sus víctimas en busca del vídeo. Dentro del hostal, por ejemplo, ellos accedieron a ser cacheados desnudos “ante el temor que les infundían el acusado y su condición de policía”, dice la sentencia. También consiguió que su superior consultara sus antecedentes en las bases de datos policiales haciéndole creer que estaba llevando a cabo una investigación real.

El policía pide evitar la cárcel

El caso ha sido sentenciado en firme por la Audiencia Provincial de Madrid después de que el propio policía haya reconocido los hechos, pagado 10.000 euros en indemnizaciones y aceptado una condena que suma cuatro años y once meses de cárcel por delitos de detención ilegal, agresión sexual, maltrato, amenazas y contra la intimidad.

Una condena muy inferior a los 15 años que pidió la Fiscalía en un primer momento que compromete su futuro en la Policía Nacional pero que su defensa confía en que no implique su entrada obligatoria en prisión. La suma de sus condenas supera ampliamente el límite de dos años que suele marcar el ingreso sí o sí en la cárcel para cumplir condena, pero a nivel individual ninguno de los delitos ha sido sancionado por encima de ese límite.

El caso ha entrado ahora en fase de ejecución, donde los jueces tendrán que decidir si entra o no en la cárcel. Mientras tanto, explican estas mismas fuentes, el agente ha sido apartado de forma provisional de su puesto en la comisaría madrileña de Chamberí mientras, en paralelo al proceso penal, se desarrolla un proceso sancionador interno que podría terminar con su carrera como policía.

Este agente no estaba de servicio cuando amenazó, agredió, secuestró y espió a sus víctimas pero el Régimen Disciplinario de la Policía Nacional establece que ser condenado por un delito doloso “que cause grave daño a la Administración o a las personas” es una falta muy grave, lo que puede acarrear incluso su expulsión del cuerpo.

La sentencia también refleja que en ese momento el agente estaba “afectado gravemente por la previa ingesta” de alcohol y estupefacientes, lo que “influía notablemente a sus facultades intelectivas y volitivas debido a su drogadicción”. Esto se traduce en una rebaja de su condena aplicando una eximente incompleta de drogadicción.

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