Los policías que investigaron a Cursach niegan haber coaccionado a testigos para que incriminaran al magnate
Los interrogatorios en torno a las circunstancias que rodearon a las investigaciones contra el empresario mallorquín Bartolomé Cursach, acusado de integrar un presunto entramado mafioso bajo la protección de instancias policiales, continúan en el Tribunal Superior de Justicia de las Islas Baleares (TSJIB). Este jueves les ha tocado el turno al inspector de Blanqueo de la Policía Nacional y a un agente del mismo grupo, quienes, en calidad de investigados, han negado haber amenazado o intimidado a testigos para que acusasen a numerosos policías locales de integrar una red dirigida a proteger los intereses del magnate.
Desde primera hora, el presidente del TSJIB, Carlos Gómez, encargado de las investigaciones, la Fiscalía Anticorrupción y las defensas de ambos policías han dirigido las comparecencias en aras a esclarecer los hechos, después de que ayer ya declarase el juez que durante tres años instruyó el caso Cursach, Manuel Penalva. También él aseguró que en ningún momento aleccionó a los testigos para que reforzasen la tesis de un supuesto entramado en torno al imperio Cursach y defendió, de nuevo, el trabajo que llevó a cabo al frente de la causa.
En esta misma línea, tanto el inspector de Blanqueo como el agente, quienes junto a otros dos compañeros se volcaron en las pesquisas dirigidas a levantar las alfombras de esa presunta trama, han manifestado que jamás guiaron las declaraciones de los testigos protegidos del caso Cursach, en especial la de un trilero que se movía por la zona donde se ubican varias de las discotecas del empresario del ocio y que, según Anticorrupción y las demás acusaciones, habría sido utilizado por Penalva y Subirán para apuntalar sus tesis a cambio de beneficios procesales en otra causa.
Los dos investigados han insistido en defender su labor, si bien el inspector del grupo policial ha aseverado, respecto a uno de los testigos sobre cuyas manifestaciones se sustentaron las investigaciones, 'el Ico' -hijo de la histórica matriarca del poblado chabolista de Son Banya, 'La Paca'-, solía declarar de acuerdo a los “intereses” que le movieran en un momento determinado.
Asimismo, en relación con el trilero -quien entonces ostentaba la condición de testigo protegido 26 y ayer se negó a declarar por estos hechos-, el agente que ha declarado tras el inspector ha subrayado en varias ocasiones que había momentos en que el testigo “no sabía distinguir izquierda de derecha”. En cualquier caso, el policía ha aclarado que él era tan solo “un agente raso”, manifestando varias veces no saber por qué se le investiga. Unos comentarios que han provocado la reacción del magistrado, quien, visiblemente molesto, le ha instado a preguntárselo a su abogada.
Los interrogatorios de estos días se centran, sobre todo, en el papel que ejerció ese testigo -ahora investigado- después de que la Sala de lo Civil y Penal revocase la decisión que su propio presidente adoptó el pasado 1 de diciembre: la de poner fin a la instrucción de estas pesquisas y tumbar los delitos más graves que pesaban sobre Penalva y Subirán, entre ellos las presuntas coacciones a las que, según las acusaciones particulares y los fiscales de Anticorrupción de Madrid personados en la causa, habrían sometido a distintos testigos protegidos del caso Cursach.
Sobre el trilero, un informe que la Policía Nacional entregó al TSJIB considera que su testimonio fue clave a la hora de corroborar las declaraciones que, hasta entonces, había efectuado el principal testigo del caso Cursach, Daniel Corral –extestigo 29– acerca de las supuestas fiestas con policías celebradas en Tito's, buque insignia del empresario mallorquín, y de cómo la droga presuntamente empleada en ellas era transportada desde un velero amarrado frente al establecimiento nocturno para después ser introducida en maletines dentro de la discoteca.
Según el atestado de la Policía Nacional, “lo que importaba era salvar a toda costa la versión del testigo protegido 29, genérica y en ocasiones esperpéntica y desmedida”. Para ello, proseguía el informe, el exfiscal Miguel Ángel Subirán “se puso fuera de sí” para localizar a un testigo que corroborase tales incriminaciones“. Parte de los numerosos whatsapps que el grupo de Blanqueo mantenía abierto y cuyos componentes comentaban día a día las vicisitudes de las investigaciones tienen al trilero como epicentro y revelan la indignación que, supuestamente, habría generado entre los miembros de Blanqueo la actitud del exfiscal.
“Ahora resulta que este fulano [el testigo protegido 26] es la piedra roseta y la culpa de que no aparezca es de la Policía, que ni lo escuchó, ni lo citó y solo lo conoce de oídas”, comenta uno de los policías. “¡¡Subiranadas!!”, “que le den y que abandone la causa”, comenta otro agente, mientras una inspectora proclama: “Está haciendo lo mismo que con Cursach”. Sobre todo ello está previsto que mañana también sean interrogados los otros dos integrantes de Blanqueo que intervinieron en el procedimiento judicial.
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