Aunque Rita Barberá justifica que los investigados por corrupción en su partido la llamen “la jefa” en que la Policía Municipal le regaló una gorra con esa leyenda, la dirección del PP no parece tener clara su inocencia. Al menos, no tan clara como hace unos días. La imputación de 50 concejales y asesores del partido en el Ayuntamiento que Barberá dirigió durante 24 años ha llegado en el peor momento para Mariano Rajoy, quien trata de convencer a Ciudadanos y a los españoles en general de que la corrupción del PP es cosa del pasado. Ante el peligro de que la situación de la senadora empeore más, la dirección del partido ha decidido desentenderse y pedirle que se defienda sola ante la opinión pública.
La cúpula del partido trata así de cubrirse las espaldas mientras se acoge a que, de momento, no hay nada contra ella. Esa fue la respuesta del propio Rajoy, quien la semana pasada insistía durante una entrevista en Telecinco en que ni Barberá ni Gerardo Camps han sido llamados a declarar y que, por lo que él sabe, están “absolutamente limpios”. Este lunes, el vicesecretario de organización del PP, Fernando Martínez-Maíllo, se distanciaba bastante más.
“Tengo entendido que ella ha dado alguna explicación y estoy convencido de que seguirá haciéndolo en los próximos días”, respondía el dirigente del PP. Con esa renuncia a protegerla, el vicesecretario echaba todos los balones a su formación regional y evitaba responder a la pregunta de cómo puede ser que no supiera nada si su equipo casi al completo ha sido detenido o interrogado.
La responsabilidad, las medidas disciplinarias y la formación de la gestora son ahora cosa del PP valenciano y la dirección nacional pretende desmarcarse. “Son los planteamientos del PP valenciano y el liderazgo lo tienen que llevar ellos”, se desentendía Martínez-Maíllo. Nada que ver con el discurso mantenido hasta las últimas elecciones municipales, cuando Barberá se presentó por última vez para tratar de revalidar su cargo y la cúpula del PP la arropó. Ante las dudas sobre la conveniencia de concurrir por última vez, la valenciana se reunió con Rajoy en La Moncloa y de ahí salió candidata.
“Qué hostia, Rita!”
El resultado, 105.000 votos y diez concejales, fue resumido por Serafín Castellanos con la ya famosa expresión de “¡qué hostia!, Rita, ¡qué hostia!” en la misma noche electoral. El entonces delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana fue detenido sólo cuatro días después acusado de prevaricación, malversación y cohecho por la adjudicación de contratos en su etapa de conseller. La vicepresidenta del Gobierno se vio obligada a anunciar su cese al siguiente Consejo de Ministros.
Tres días antes del 25 de mayo, durante un gran mitin en Valencia, Rajoy se había dirigido a la alcaldesa para confesarle su admiración. “Rita, eres la mejor”, clamó el candidato del PP sin referirse en ningún momento ni a la corrupción que azotaba al partido en la comunidad autónoma ni al llamado “Ritaleaks”, que desveló Compromís por los gastos cargados al consistorio entre 2011 y 2014. No es el único caso que le ha tocado de cerca. La exalcaldesa se ha visto cercada por otras causas judiciales como Nóos, Feria de Valencia, Emarsa y, la más reciente, Operación Taula.