Mientras Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo buscan apoyos y calibran su distancia ideal para lanzarse al sprint de la investidura por la Moncloa, en Ceuta el Partido Popular y el PSOE están perfilando la formación de un gobierno de coalición sin precedentes con el objetivo de garantizar “estabilidad” a la ciudad autónoma. Para justificar el pacto apelan a la “responsabilidad” y al sentido de Estado en un territorio en el que confían en que, por sus singularidades, con la sombra de Marruecos siempre presente, Génova y Ferraz no pongan reparos a una entente contracorriente.
Los empresarios y medios de comunicación locales no han dejado de remar a favor de dar continuidad con un compromiso formal a la alianza que dirigió la ciudad la pasada legislatura después de que los populares abjurasen de Vox, pero sin contar con los antiguos compañeros de Sumar y Podemos, de electorado eminentemente musulmán.
El PP ganó las elecciones municipales del 28 de mayo, pero, pese a mejorar sus resultados de 2019, se quedó con los mismos nueve diputados en la Cámara regional de 25 escaños que ya tenía en el anterior ciclo político y tres opciones, una más, para alcanzar pactos: los socialistas (6), Vox (5) y dos formaciones localistas del espectro progresista, el MDyC (3) y Ceuta Ya! (2).
Juan Vivas, líder omnímodo del PP de Ceuta, preside la Ciudad desde 2001, cuando un pacto entre su partido y el PSOE de Zapatero le aupó al cargo vía moción de censura para desahuciar al GIL. Tras cuatro mayorías absolutísimas, en 2019 le tocó por primera vez dirigir la ciudad autónoma en minoría. Al principio se apoyó en el PSOE del profesor Manuel Hernández, pero cuando apreció que “no eran de fiar”, a finales de ese mismo año, fue el primer barón de Casado que se alió con Vox.
La alianza no duró ni doce meses y el político caballa salió de ella convertido en el más explícito de los líderes de su partido a la hora de posicionarse en contra de acuerdos con la extrema derecha de Abascal, que según alertó quiebran la coexistencia en una sociedad mestiza como la local. Buena parte de su campaña de mayo gravitó, de hecho, sobre su capacidad para convencer al electorado ceutí, la mitad de la comunidad árabo-musulmana, de que no volvería a acercarse a Vox, como ya había prometido con menos contundencia cuatro años atrás, palabra a la que faltó.
Tras plegar velas con la extrema derecha, a finales de 2020 el PP de Ceuta se arrimó de nuevo a los socialistas, su única alternativa entonces, y con ellos terminó la legislatura. El PSOE la cerró encumbrando un nuevo líder, Juan Gutiérrez, un exitoso sindicalista de la limpieza pública y pujante político que presume de venir de las barriadas del extrarradio, en cuyas necesidades ha centrado su acción política.
Gutiérrez hizo una campaña personalista a la americana con la periferia como blanco electoral a exprimir. Persuadió a los suyos y a más de que había llegado la hora del “cambio”. La noche del escrutinio, la sede del PSOE fue un baño de lágrimas a pesar de que los socialistas seguían siendo el primer grupo de la oposición. Menos votos, incluso en las barriadas, y un diputado perdido.
Vivas salió reforzado de las urnas. A pesar de tener a Vox vetado, no quedó atado a los socialistas. El crecimiento de los localistas de Fatima Hamed (MDyC, parte del núcleo fundacional de Sumar que ha abandonado) y Mohamed Mustafa (Ceuta Ya!, socios del primer Podemos) le abrió otra puerta para no seguir fiando la gobernabilidad de la ciudad a “apoyos puntuales”, como se presentaron los alcanzados hasta entonces con PSOE y Vox, sino en un gobierno de coalición como el que ya sabía que le exigirían los de Sánchez.
Escamado por la actitud de los socialistas durante la campaña, que ahondaron un escándalo de corrupción con la adjudicación de viviendas protegidas para vituperar a su ‘número 3’, Kissy Chandiramani, y espantado por el perfil de algunos de los nuevos dirigentes del PSOE, el PP puso a los localistas, que cosechan sus votos en las barriadas más pobres y no cerraron la puerta, como socios prioritarios. El adelanto de las generales obligó a dejar en sordina las conversaciones incipientes, pero al menos los populares lograron un compromiso de neutralidad de Hamed y Mustafa, que aliados a los de Sánchez en abril de 2019 habían teñido de rojo los tres escaños de Ceuta en las Cortes.
Tras dos elecciones generales como tercera fuerza, en noviembre de 2019 vapuleados por Vox, el PP logró el 23J recuperar para sus filas el diputado y los dos senadores de la ciudad. Algunos en la formación creen que “el más listo de la clase” les engatusó. Según fuentes localistas, cuando se reabrieron las conversaciones, Vivas ya tenía otra vez al PSOE como aliado predilecto. Con él ha sacado adelante la primera votación con chicha de la legislatura, una modificación del Presupuesto de la Ciudad de casi 50 millones de euros.
“Pedimos 400.000 euros para complementar las pensiones no contributivas, un nada, y nos dijeron que no”, ejemplifican el portazo en Ceuta Ya!, formación a la que el portavoz del Gobierno de Ceuta, Alejandro Ramírez, ha excluido de la ecuación de un futuro gobierno plural para el que solo se cuenta con el PSOE y, dice, el MDyC, porque son los partidos que comparten las “líneas fundamentales” del PP sobre “la estabilidad de la ciudad, la igualdad con el resto de los españoles, una frontera como el resto de las de la UE o la defensa de la convivencia”.
Nada más conocerse el resultado del 28M los representantes más visibles de los poderes económicos de Ceuta empezaron a abjurar, temerosos de un viraje, de cualquier acuerdo con “comunistas” e “islamistas”, como denigran a los localistas, y a remar por un acuerdo PP-PSOE o, en el peor de los casos, una “gran coalición” que integrase a todos salvo a Vox, que tras su batacazo en las urnas ha vuelto a la Asamblea más manso que nunca.
Los socialistas han pedido al PP coger las riendas de una nueva consejería de actuaciones en Barriadas, de la de Sanidad y de la de Turismo, así como las de las sociedades municipales directamente vinculadas, el Parque Marítimo del Mediterráneo y Amgevicesa, una empresa pública que ronda el medio millar de trabajadores y que acaba de asumir la gestión de los autobuses urbanos.
Entre las “líneas rojas” que han puesto los de Vivas, que quieren hablar primero “de programa”, está que el PSOE no asuma competencias directamente relacionadas con los ámbitos en los que se han movido en lo privado hasta ahora sus cabecillas, como la limpieza pública o los cementerios. También reclama el PP que su coalición no degenere en un “guirigay”, como temen que ocurriría con los otros.
“No es fácil llegar a acuerdos con formaciones que dicen que más allá de lo municipal van a seguir posicionándose como les parezca sobre cuestiones como la aplicación del Tratado de Schengen en la frontera”, justifican sus reparos a aliarse con partidos que, como Ceuta Ya!, consideran que la eliminación del trasiego sin visado entre la provincia marroquí de Tetuán y Ceuta no es positivo para la ciudad española y la condena a ser una especie de Peñón de Alhucemas gigante.
Mientras el PP –con su presidente regional, Vivas, y su secretaria general, Yolanda Bel, al frente– y el PSOE –con Gutiérrez y el delegado del Gobierno, Rafael García, como interlocutores– ultiman un acuerdo en el Palacio autonómico asistidos por abogados y empresarios bien conectados, en las sedes de ambos partidos se confía en que ni Génova ni Ferraz pongan pegas a su entendimiento.
Fuentes de ambos partidos han indicado a elDiario.es que al menos en los sondeos que comenzaron hace meses se ha contado con el beneplácito de las direcciones estatales de ambos partidos para seguir adelante. “Quizá electoralmente acabe no siendo rentable, pero es algo que tenemos que hacer por responsabilidad con esta ciudad”, alegan en el PSOE, que no estaba dispuesto a seguir cuatro años más siendo fustigado por el resto de la oposición como muleta del PP sin responsabilidades de gobierno.
“No hay nada concretado ni nada cerrado, pero esperamos que se logre porque tenemos que garantizar la gobernabilidad en una legislatura en la que se va a marcar al menos la próxima década de Ceuta”, advierte Ramírez, uno de los potenciales ‘delfines’ de un PP que tendría que tragar tanta quina con cosas del PSOE local como este para compartir Consejo de Gobierno con Chandiramani, cuyo cese exigió de improvisto a 72 horas de las votaciones para evitar a su líder el ‘cara a cara’ pactado con Vivas.
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