Sin perder casi ni un minuto, el PSOE se ha puesto manos a la obra para lograr el apoyo de los grupos minoritarios que necesita para sacar adelante la investidura de Pedro Sánchez. El aspirante socialista ve esta vez más fácil salir del Congreso –previsiblemente la tercera semana de diciembre– con una investidura exitosa, a pesar de la caída que han experimentado los socialistas y Unidas Podemos en las urnas. Un día después de que Sánchez y Pablo Iglesias firmaran el acuerdo que alcanzaron en apenas 24 horas, la portavoz parlamentaria, Adriana Lastra, ha comenzado los contactos con el resto de formaciones necesarias que el primer Gobierno de coalición de la democracia eche a andar.
Sánchez ha descargado en una persona de su máxima confianza la negociación con el resto de partidos. También fue Lastra quien cerró con la portavoz del grupo confederal, Irene Montero, el preacuerdo programático para el futuro Gobierno. La vicesecretaria general del PSOE mantiene una discreción total sobre la marcha de las conversaciones que ya ha iniciado, acompañada del número dos en el Congreso, Rafael Simancas.
El PNV es una pieza fundamental para que el acuerdo salga adelante, a pesar de que el recuento del voto exterior le ha quitado un escaño en beneficio del PP. Sus seis síes son fundamentales para que la investidura salga adelante. En el PSOE dan por hecho que lo lograrán, pero reconocen que los nacionalistas vascos son buenos negociadores y tendrán que comprometer algunas de sus reivindicaciones sobre la agenda vasca.
No obstante, parte del trabajo se fue avanzando en las negociaciones fallidas de la pasada legislatura. La secretaria general de los socialistas vascos, Idoia Mendia, ha asegurado que cuando haya “un Gobierno efectivo, se activarán nuevamente todos los trabajos preparatorios para desbloquear esa agenda de transferencias y seguir con ese calendario que quedó interrumpido por la convocatoria electoral”.
Sánchez allanó el terreno en una llamada telefónica con el líder del PNV, Andoni Ortuzar, que llegó a visitar la sede del PSOE en la calle Ferraz en septiembre para reclamar un entendimiento de socialistas y Unidas Podemos que evitara elecciones. “Hemos quedado en vernos en un futuro e ir buscando las complicidades entre todos para que esta vez sea la buena”, apuntó Ortuzar en una entrevista en la Cadena Ser tras hablar con Sánchez, en la que se mostró “favorable a la estabilidad y a que las cosas funcionen bien”.
Tras la reunión con Aitor Esteban, han pasado por el despacho de Lastra Íñigo Errejón y Joan Baldoví. Los socialistas dan por hecho que Más País no supondrá un obstáculo, aunque por ahora seguirán hablando hasta recibir el 'sí'. Compromís reclama medidas para la Comunidad Valenciana, especialmente un nuevo sistema de financiación autonómica.
La siguiente reunión será este jueves con Gabriel Rufián. ERC, cuya abstención es clave para que Sánchez sea investido –el PSOE prefiere el 'sí' de Ciudadanos para no depender de los independentistas, pero lo ve casi inviable– ha planteado condiciones para pasar del 'no' al voto en blanco que le dio en julio con la advertencia de que más adelante, tras la sentencia del procés, su respaldo se complicaría.
“No pueden provocar terceras elecciones”
“Lo que queremos es que se sienten y que hablen, y que reconozcan que hay un problema político. Queremos un compromiso de una mesa de negociación política entre iguales”, ha expresado el vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès. Las palabras respecto al conflicto territorial se miden el milímetro en el PSOE, para quien Catalunya es siempre un riesgo.
En el acuerdo sellado por Sánchez e Iglesias, Unidas Podemos ha asumido “la posición del PSOE”, dice un dirigente socialista. “El Gobierno de España tendrá como prioridad garantizar la convivencia en Cataluña y la normalización de la vida política. Con ese fin, se fomentará el diálogo en Cataluña, buscando fórmulas de entendimiento y encuentro, siempre dentro de la Constitución. También se fortalecerá el Estado de las autonomías para asegurar la prestación adecuada de los derechos y servicios de su competencia”, dice el documento.
Ni el PSOE ni el PSC quieren hacer comentarios sobre la exigencia de ERC para evitar que la negociación se vea afectada. “Queremos que salga bien”, señalan fuentes socialistas. Pero en algunos sectores del partido la propuesta de un “diálogo entre iguales” despierta muchas suspicacias, aparte de que la gobernabilidad esté en manos de los independentistas. Aunque los socialistas reclaman una solución dialogada al “conflicto de convivencia”, sostienen que el Gobierno debe tener con la Generalitat la misma relación que con el resto de ejecutivos autonómicos.
No obstante, en el PSOE creen que ERC rebajará su posición de máximos y terminará facilitando la investidura. “Tienen un problema interno, no pueden provocar terceras elecciones”, dice un dirigente catalán, que resta importancia a la condición de una mesa de negociación en los términos en los que la plantean los republicanos: “Las relaciones entre el Gobierno y el Govern se van a producir si renuncian a la unilateralidad y condenan la violencia”. Sobre la reclamación de abordar el derecho a la autodeterminación, también lo minimiza puesto que ya en la reunión de Sánchez y Quim Torra en Pedralbes –donde les acompañaron algunos miembros de sus respectivos ejecutivos– la Generalitat planteó la autodeterminación y el Gobierno del PSOE lo despachó.
PP y Ciudadanos se dan por perdidos
Mientras ERC dirime su abstención, el PSOE seguirá los contactos: el viernes Lastra se sentará con el diputado de PRC, José María Mazón, que fue el único 'sí' que Sánchez logró sumar a los 123 parlamentarios socialistas en julio. El encuentro será de trámite ya que el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, ya ha anunciado que respaldará el pacto después de que el presidente en funciones le enviara un SMS en el que le ratificaba que los términos del acuerdo que alcanzaron hace varios meses “se mantienen intactos”.
Aún así, la pérdida de un escaño del PNV en favor del PP ha complicado aún más la aritmética para el Gobierno de coalición, porque requeriría el 'sí' del resto de formaciones minoritarias –Teruel Existe, que se ha mostrado favorable a permitir la gobernabilidad, y BNG–, incluso de la diputada de Coalición Canarias, que siempre ha rechazado un acuerdo en el que estuviera implicado Unidas Podemos. Con todas esas formaciones tiene previsto reunirse Lastra. La otra opción sería jugar con la abstención de otras formaciones como la de Bildu, aunque no habrá encuentro con la izquierda abertzale. Vox también se queda fuera de los contactos.
El PSOE no ha comunicado tampoco fechas para reunirse con PP, Ciudadanos y Navarra Suma. La opción preferida de los socialistas era lograr el voto favorable de Ciudadanos, pero ha dejado claro que no respaldará la coalición con Unidas Podemos y ha reclamado un pacto con el PP. El descabezamiento del partido tras la dimisión de Albert Rivera también complica cualquier negociación. En el caso del PP, los socialistas reconocen que reclamar la abstención de Pablo Casado es absurdo: “Creo que no cabe esperar la abstención del PP, su margen es muy escaso por la presión de la ultraderecha –expresó José Luis Ábalos el lunes–. No merece la pena seguir insistiendo”. Si la investidura sale adelante gracias a la abstención de los independentistas por la negativa de PP y Ciudadanos, será la baza de defensa de Sánchez frente a las acusaciones de un “Gobierno Frankenstein” que lanza ya la derecha.