El PSOE sigue adelante con sus planes pese a que a la aritmética no le da al menos en este momento para sacar adelante la investidura de Pedro Sánchez. Los socialistas han llegado a un acuerdo con Ciudadanos del que solo quedan por cerrar “algunos flecos”, según admiten en el partido de Albert Rivera, que decidirá este miércoles si finalmente vota 'sí' en la sesión de investidura. Con ese documento sobre la mesa, el entendimiento con Coalición Canaria y el acercamiento al PNV, la dirección del PSOE aprobará este miércoles los acuerdos que ha alcanzado.
Sánchez ha convocado una reunión de la Ejecutiva del PSOE con el fin de ratificar esos pactos. En la convocatoria también figura la “aprobación del calendario para la consulta a la militancia sobre los acuerdos para un Gobierno progresista y reformista”. Las decisiones que tome este miércoles la dirección socialista no incluirán, a priori, un posible acuerdo con Podemos y las demás fuerzas de izquierdas que se alcanzara con posterioridad.
El candidato socialista se comprometió a consultar a los militantes sobre cualquier acuerdo que alcanzara. El plazo para poder preguntar a los afiliados, según el reglamento que aprobó el partido, acaba este miércoles. Cualquier entendimiento posterior quedaría fuera del sondeo a las bases. Pero el PSOE no ha querido esperar, pese a que negocia contrarreloj con Podemos, las confluencias, Compromís e IU-Unidad Popular.
Retoma así la que fue su estrategia inicial: lograr un entendimiento con la formación de Albert Rivera apelando a que se unan las que considera las demás “fuerzas del cambio”. Según la lógica del PSOE, eso forzaría a Podemos a retratarse: permitir desbancar al PP del poder u obligar a una repetición de los comicios en los que, a su juicio, los de Mariano Rajoy podrían salir reforzados.
Esa presión es la que buscan ejercer de nuevo los socialistas sobre la formación de Pablo Iglesias. No obstante, el escenario ha cambiado puesto que ahora sí está sentado en la mesa de negociación con Podemos y las confluencias junto con Compromís e IU-Unidad Popular. Hasta que se produjo esa reunión a cuatro a iniciativa de Alberto Garzón, el PSOE contaba con una baza extra: ganarse también a los socios valencianos de Podemos y a IU. No obstante, esas coaliciones han rechazado apoyar un acuerdo en el que esté Ciudadanos al entender que está situado en sus antípodas ideológicas.
Las acusaciones de hacer una pinza con el PP no parecen preocupar a Podemos. Iglesias ha asegurado este martes que no se levantarán de la mesa de negociación puesto que sigue empeñado en que la única fórmula viable para que el PSOE gobierne es a través de un ejecutivo de coalición que apoyen sus 65 diputados, los cuatro de Compromís y los dos de IU-Unidad Popular, con la abstención de las fuerzas nacionalistas. Esa posibilidad es precisamente la línea roja de los socialistas puesto que supondría aceptar el derecho a decidir.
“A nosotros no se nos presiona”, ha sentenciado Iglesias tras reunirse con ERC y Democracia y Libertad. El líder de Podemos ha insistido en que la aritmética es imposible para el acuerdo que pretende Sánchez. Además, devuelve a los socialistas la pelota de su presión levantando el fantasma de la “gran coalición”: “90 más 40 no es un acuerdo de Gobierno ni de investidura. 90 más 40 más el PP, sí”, ha reiterado.
Sin embargo, desde el PSOE insisten en acorralar a Podemos con la otra sombra que preocupa en la izquierda: que el PP siga en el poder. “Habrá gobierno del cambio si ninguna de las fuerzas del cambio vota lo mismo que el PP”, repiten desde la filas socialistas.