Nadie en el PSOE había advertido de semejante batacazo en Andalucía: el PP se hace con la mayoría absoluta en su tradicional feudo. Moncloa y Ferraz habían preparado el terreno para el fracaso con el que habían asumido quedarse otros cuatro años en la oposición, pero tenían preparada una estrategia de cara al siguiente ciclo electoral (con las municipales y autonómicas en mayo de 2023 y las generales a final de ese año): situar a Alberto Núñez Feijóo en el extremismo por avalar un pacto con Vox, al que los socialistas daban por descontado en el Gobierno andaluz. Ahora esa táctica se desmonta y la preocupación se apodera de los socialistas, que esperan una reacción de Pedro Sánchez para que el cúmulo de derrotas (en Madrid, Castilla y León y ahora Andalucía) no culmine en un cambio de ciclo en los próximos meses.
La otrora todopoderosa federación del PSOE empeora de nuevo su resultado y firma un nuevo suelo electoral en un fiasco histórico para los socialistas andaluces. “Es un golpe”, admiten fuentes de Ferraz. La dirección de Sánchez ya partía de unas expectativas bajas y se había puesto como objetivo no empeorar el resultado de Susana Díaz en 2018, pero Juan Espadas se ha dejado más de tres puntos, que suponen tres escaños (baja de los 33 a 30) y más de 130.000 votos. El PP gana holgadamente en todas las provincias, y aventaja con mucha distancia al PSOE en sus tradicionales bastiones: nunca había perdido en Sevilla y Jaén –provincia en la que como máximo había empatado en número de escaños–. El desastre electoral llega incluso a Dos Hermanas, un talismán en la carrera de Sánchez, donde el PSOE no perdía desde las municipales de 1979. Solo en 2012 el PP consiguió ganar al PSOE en Andalucía, pero un acuerdo con IU permitió a los socialistas conservar el poder.
El PSOE, que llegó a superar el 50% de los votos en Andalucía en 1982, se queda ahora a casi veinte puntos del PP, que obtiene su mejor resultado histórico. “Tendrán que hacer un análisis crítico”, ha afirmado el presidente asturiano, Adrián Barbón, en TVE sobre el resultado de los socialistas andaluces, que llevan perdiendo votos en cada elección al Parlamento de Andalucía desde que en el 2004 Manuel Chaves se recuperó electoralmente. Desde entonces, el porcentaje de voto se ha reducido a la mitad. Los socialistas son conscientes, además, de que necesitan Catalunya y Andalucía para gobernar España.
El PP, por contra, logra su mejor registro, que supera al que logró en 2012 el hoy senador Javier Arenas. Entonces, la derecha alcanzó los 50 diputados, pero la suma de PSOE e IU permitió a la izquierda retener el Ejecutivo con un Gobierno de coalición que terminó menos de tres años después con un adelanto electoral en 2015 ante la irrupción de Podemos un año antes.
De la velocidad que ha alcanzado la política española da cuenta un dato revelador. En 2018, Juan Manuel Moreno obtuvo el segundo peor resultado del PP en la historia, solo superado por el de 1982. Aún así, pudo gobernar en coalición con Ciudadanos y gracias al apoyo de Vox. En apenas cuatro años, el PP se ha comido a sus aliados, ha hecho irrelevante a la ultraderecha y ha sumido a la izquierda en la derrota.
Ferraz trata de desvincular la derrota de Sánchez
En la sede del PSOE atribuyen la hecatombe a distintas causas, aunque intentan desvincularla de Pedro Sánchez y la labor desempeñada desde Moncloa. “Son unas autonómicas”, señalaban en la sede socialista nada más comenzar el recuento tras los primeros sondeos que apuntaban a la mayoría absoluta de Moreno y que recibían ministros y destacados dirigentes con incredulidad. Lo cierto es que el presidente andaluz revalidará su mandato, pero esta vez en solitario destruyendo la estrategia que había preparado Sánchez de colocar a Alberto Núñez Feijóo atado de pies y manos a Vox. En las filas socialistas siempre dieron por hecho que la única posibilidad de que el PP mantuviera la Junta era gracias a la extrema derecha.
“Feijóo tiene que decidir si gana como Ayuso imitando a Vox o como Moreno en el centro”, señalaban fuentes socialistas como una primera lectura de los resultados. Este lunes se reúne la Ejecutiva del PSOE presidida por Sánchez. Lo que digieren en el dirección del partido es que la estrategia del miedo a Vox que han usado en las últimas contiendas ya no funciona. “La gente los tiene normalizados, quizás tienen que tenerlos más tiempo en los gobiernos”, señalan esas mismas fuentes. No obstante, por ahora la extrema derecha solo forma parte del gobierno de Castilla y León.
En Moncloa fían, no obstante, la remontada de cara al próximo ciclo electoral a la mejora de la situación económica. “Lo que marcan las generales son las municipales y autonómicas”, expresan en Ferraz, donde confían en apaciguar la preocupación que pueda emerger en las federaciones socialistas por el temor a una derrota generalizada dentro de un año. “Todos los presidentes autonómicos están consolidados y eso también ocurre en los municipios”, tratan de tranquilizar en el partido. Así, sostienen que “la gente cada vez discrimina más el voto”.
En la cúpula socialista también se esfuerzan por acotar la derrota a la clave andaluza. Así, atribuyen el batacazo al desgaste que el PSOE-A acumula por los 37 años ininterrumpidos de poder, el tiempo que estuvo inmerso en cuitas internas sin hacer oposición en los últimos retazos de Susana Díaz o el desconocimiento del candidato, Juan Espadas. Además, reconoce que el PP ya no da miedo a los andaluces y que Moreno ha conseguido aglutinar a parte del electorado de centro que en otros momentos votó incluso socialista para impedir la entrada de Vox en la Junta, que fue el llamamiento del presidente andaluz en la recta final de la campaña.
Y esos han sido los principales mensajes tanto de Espadas como de la vicesecretaria general, Adriana Lastra, tras conocerse los resultados. “Todo mi agradecimiento a mi compañero Juan Espadas por el esfuerzo que ha hecho en unas elecciones pensadas y convocadas contra él”, ha dicho la número dos de Sánchez, que ha acusado a Moreno de haber “buscado unas elecciones con poca movilización y baja participación”. “Son la última parada de un camino diseñada por la anterior dirección del PP y ejecutada por Feijóo”, ha señalado en una declaración sin preguntas de los periodistas en la que ha tratado de restar importancia a la derrota al recordar que el PP sigue gobernando en las mismas tres comunidades en las que lo hacía antes de adelantar las elecciones y que, en todo caso, ha “cambiado de aliados”, como sucedió en Castilla y León con Ciudadanos y Vox. Lastra ha apuntado, además, que las victorias se producen tras el desembolso de “ingentes” recursos por parte del Gobierno para la superación de la crisis de la pandemia.
El PP pide a Sánchez una “reflexión”
En la sede nacional del PP la tarde comenzó con alegría contenida que se fue convirtiendo en exultante a medida que avanzaba el resultado. Con cerca del 50% del voto contabilizado y la victoria arrolladora atada, en Génova se permitían soltarse un poco las cadenas con las que controlan la gestión de expectativas: “¡Es una absoluta en Andalucía!”.
El histórico resultado en Andalucía permitió al PP de Feijóo comenzar desde este mismo domingo su asedio a Sánchez, al que señaló desde la sala de prensa de la sede. “Debería reflexionar”, ha dicho la secretaria general, Cuca Gamarra. “Su modelo de Gobierno está cada día más agotado. Este resultado es lo antagónico a un Gobierno débil que busca alianzas sin importarle las necesidades de los españoles en su día a día”, ha añadido.
“Los españoles quieren una cosa diferente” al Gobierno de coalición, ha sostenido Gamarra. La “lectura nacional” que hacen en el PP de Feijóo es que “se necesitan gobiernos estables con una mayoría suficiente para estar centrados en los ciudadanos”. “Se opta por una manera diferente de hacer política, por el rigor, la gestión, la moderación y por sumar”, ha zanjado.
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