Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba sentados a una mesa de trabajo llena de papeles ha sido el decorado escogido para la foto. El acuerdo previo ya había sido cerrado por teléfono el pasado miércoles y el único documento es el que se votará el próximo martes en el Congreso, pero ambos lo han vendido como una suma de esfuerzos en la que sale beneficiado el país. Hasta el próximo martes no se verá si se unen el resto de partidos, que han jugado el papel de meros convidados de piedra.
Al salir de la reunión, que ha durado dos horas y media pero en la que no se ha firmado ningún documento, Rubalcaba ha declarado que han dedicado un 80% del tiempo a hablar de Europa pero también de la reforma de las Administraciones y la ley educativa. El diálogo, “franco y ”cordial“, ha servido ”para unir fuerzas y que España gane“ con una posición más fuerte en el Consejo Europeo del día 27. El presidente del Gobierno ha recordado que la mayoría absoluta del PP no lo hacía imprescindible.
Esta primera reunión formal mantenida en el último año ya es conocida como el “minipacto de Estado”. No todo es la necesidad de escenificar una mayor fuerza ante Bruselas, también de demostrar a los ciudadanos que podían ponerse de acuerdo en algo cuando ambos viven sus horas más bajas de popularidad. En el último CIS, Rajoy sacó un 2,44 y Rubalcaba, un 3. La encuesta también puso cifras a la desconfianza. El 86% asegura tener “poca o ninguna” en el presidente del Gobierno. Rubalcaba aún convence menos y el número llega a un 89%.
El plan ante el Consejo es intentar acelerar las medidas para atajar el paro juvenil, avanzar en la unión bancaria y estimular las inversiones con fondos europeos La iniciativa, concretada en ocho puntos, se votará en forma de Proposición No de Ley el próximo día 25, ya que el PP vetó que se discutiera en un pleno monográfico del Congreso.
Que el consenso sea mayor depende del voto del resto de grupos parlamentarios, que decidieron no asistir la semana pasada a una reunión conjunta por considerar que ya estaba todo atado entre PP y PSOE y su papel quedaba reducido a hacer bulto. Tanto Rubalcaba como Rajoy han deseado que el acuerdo será mejor “cuanto más grande sea”.
Según se iban acercando la cita, Rubalcaba ha pasado de sentirse “razonablemente cómodo” a defender que no tiene “ningún problema” en pactar con Rajoy. Sostiene que no es incompatible pactar con el presidente después de haber pedido su dimisión por el caso Bárcenas el pasado 3 de febrero. El líder de los socialistas sigue creyendo que Rajoy debería renunciar, pero se justifica en que no va a convertir al extesorero del PP en el “sujeto político preferente” de la política española. “Entre convertir la legislatura en la del 'váyase señor Rajoy' o tratar de buscar soluciones para España, escojo la segunda”.
No todo su partido lo ve así. Hay diputados críticos con el acuerdo porque consideran que no favorece a la estrategia del partido. Prueba de estas susceptibilidades es la conversación pillada por las cámaras entre Eduardo Madina, Elena Valenciano y Soraya Rodríguez, en la que Madina negaba ser el líder de ningún “sector crítico” con el pacto. Rubalcaba ha negado que en las filas socialistas haya una oposición relevante a este acuerdo y recordó que en la última ejecutiva nadie levantó la voz para criticarlo: “Es la posición tradicional del PSOE y también la de Madina”.