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Rajoy busca el voto con su lado más humano

Antes de que Mariano Rajoy apareciera en pantalla, mientras las cámaras de “En tu casa o en la mía” recorrían La Moncloa, los espectadores supieron que él trabaja allí “con condición, entrega y tesón”. Al poco, sabían que desde los 23 años es político profesional aunque tenía la vida solucionada tras hincar los codos “de seis y media a dos y de cuatro a nueve” para llegar a registrador de la propiedad. Ahora dice trabajar exactamente doce horas y cuarenta minutos diarios porque “si te pones a una cosa, te pones”. Jorge Moragas y el equipo que intenta que Rajoy sea reelegido el 20 de diciembre vieron cumplidas sus expectativas de mostrar el lado más humano del presidente. Un día antes del inicio formal de la campaña electoral, el programa de TVE se encargaba de enseñar que el líder del PP es un hombre bromista y despistado y que quiere a su padre, a sus hijos y a su mujer.

La corrupción, el programa electoral y el debate político no eran el objetivo. Aunque hubo momento para vender el AVE ante un entrevistador que parecía estar atónito. “¿Hay un AVE a León, pero qué me estás contando? Joder, joder, joder” exclamó Bertín Osborne. Y para que Rajoy demostrara que es despistado y que no se dió cuenta de que el único usuario del gimnasio de un hotel era el mismísimo Obama.

Las preguntas y codazos en la escena del sofá por la que pasó la semana pasada Pedro Sánchez sirvieron para ver al Rajoy que dice “coño” y “joer” aunque mucho menos que su entrevistador. Osborne llama “José María” a Aznar y “fenómeno” a su amiga Esperanza Aguirre.

A Rajoy le llamó “presi” y él le contó su versión de cómo Aznar le eligió sucesor a dedo y luego dejó que le ratificaran en votación secreta. “Nos reunió a los que allí sonábamos y dijo 'os pido que apoyéis esto”. Contestó con un “sí” a la pregunta de si se lo esperaba. La mezcla de timidez y retranca le permitieron escurrir el bulto sobre cómo se lleva ahora con él: “Pues muy bien, pero pretender coincidir al cien por cien es imposible. Y sospechoso”. 

Rajoy confirmó su aversión a los periodistas, pero justificó la mala comunicación de su Gobierno y de su partido durante tres cuartas partes de la legislatura en evitar el rescate completo de la economía. “Yo entonces no explicaba nada. Tenía mil millones de líos y aquella época fue espantosa”, reconoció. En un momento dado llegó a admitir que él tiene “una cierta tendencia a no ir a ningún sitio”. Los batacazos electorales le obligaron a cambiar de estrategia y la exposición mediática se ha multiplicado desde el verano en ruedas de prensa, corrillos con periodistas, paseos, cañas de cerveza y selfies continuos. Aun así, solo se ha prestado a debatir en público una vez con Pedro Sánchez porque no considera rivales a Albert Rivera o a Pablo Iglesias y ha rehuido más debates.

Rajoy ejerce de gallego, a ser posible de Pontevedra, sea a base de contestar con ambigüedades o de promocionar el Albariño y la receta de su suegra para la empanada. Se negó a criticar a nadie. De Felipe González dijo que es un “tío constructivo con el que da gusto hablar”. Rubalcaba “se portó como un señor” para guardar en secreto la abdicación del rey Juan Carlos. Con Zapatero se lleva ahora “muy bien” y dio fe de que sacaba muy buenas notas en el colegio.

El momento en que entrevistador y entrevistado se metieron en la cocina se resolvió con unos mejillones al vapor que Osborne consiguió hervir. Presumió de nuevo de ser un “paquete en la cocina” a pesar de las indicaciones previas de su mujer para encenderla. Rajoy no fue de mucha ayuda: “Si quieres, te echo un discurso, pero ayudarte a encender esto me temo que no”. Al futbolín aceptó jugar con el equipo del Barça. Según Osborne, lo hizo “por el bien de España”. Rajoy le metió seis goles y dijo que llevaba “un mes preparándose para este partido”. “Tú no le has dedicado ni un segundo, ¿eh?”. Al final, el presentador lo resumió como “un fenómeno en el terreno de juego y en las distancias cortas”. 

Mariano Rajoy