Es una certeza que el mercado de automóviles está influenciado por tendencias de diseño discutibles desde una filosofía de consumo racional. Al dictado del marketing, de las fábricas repartidas por todo el mapamundi salen vehículos como Dios los trajo al mundo; que es tanto como decir que son (casi) idénticos a cuando fueron concebidos como fastuosos coches de concepto en el salón de turno.
El último ejemplo, un Toyota C-HR que confunde al ya originalmente confuso segmento crossover, es una opción de compra ambiciosa incluso para el público objetivo de este tipo de vehículos. La marca japonesa ha dado un protagonismo absoluto al diseño. Tanto que hasta es complicado posicionarlo en una industria ya de por sí atomizada de modelos y categorías. Bien podría hablarse de una reformulación del exitoso formato.
El C-HR ni es un SUV (la nueva plataforma TNGA -la misma estrenada por el último Prius- coloca los elementos mecánicos más próximos al suelo con el objetivo de optimizar su comportamiento dinámico) ni mucho menos un utilitario (mide 4,3 metros de largo y ofrece 377 litros de maletero); pero tampoco puede considerarse un vehículo con aspiraciones familiares (sus plazas traseras son demasiado escuetas) o un compacto tradicional (sus afiladas líneas marcan distancias frente al otro turismo de similar longitud dentro de la casa, el Auris).
Digamos que es un coche a la última moda con la genética de Toyota muy presente, contando por el momento con una única motorización: híbrida, por supuesto (ni rastro de diésel). Con un motor de gasolina y otro eléctrico, ambos conectados a las ruedas delanteras por un cambio automático, el C-HR genera 122 CV de potencia y homologa 3,9 litros de consumo medio.
La calidad de la vida a bordo mejora. Tanto por los materiales utilizados como por los nuevos grafismos de la instrumentación; todo en consonancia con la tecnología escondida bajo el capó. Además, el C-HR cuenta con un equipo suculento, pero sin alcanzar el estatus de revolucionario ni para la marca ni la industria. Asistentes como el de precolisión con detector de peatones, control inteligente de luces de carretera o reconocimiento de señales, entre otros, ya están generalizados en modelos de este tamaño y precio.
Y hablando de precio, 29.000 euros (todo incluido, hasta detalles decorativos) es lo que cuesta cada una de las 200 unidades de la serie limitada de lanzamiento (Launch Edition) con las que Toyota arranca la comercialización del modelo. A finales de año se pondrá a la venta la gama al completo, con precios más razonables para convertir al C-HR en el nuevo best seller híbrido de una categoría en constante ebullición.