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La muerte de Rita Barberá acentúa la distancia de Rajoy con las nuevas voces del PP

La muerte de Rita Barberá ha generado una fractura en un Partido Popular que vuelve a sus orígenes y deja en un limbo a los “jóvenes” que Rajoy fichó para ofrecer una imagen de modernidad, que ahora parece innecesaria.

Andrea Levy, Javier Maroto o Pablo Casado llegaron a los despachos de Génova en un momento en el que el PP se sentía acosado por los jueces y la Policía. Rajoy necesitaba portavoces que defendieran con “argumentos generacionales” a un partido acosado por la corrupción. “Cuanto más jóvenes, mejor”, asegura un histórico del PP, consultado por eldiario.es.

Pablo Casado era una de esas figuras en octubre de 2016. En ese momento, los periodistas le preguntaron sobre un manual de financiación irregular redactado por Génova. El joven dirigente popular respondió: “Yo, en el 99, estaba en COU”.

Rajoy había conseguido a un equipo de portavoces a quienes era difícil preguntar por asuntos de corrupción, ya que su edad les apartaba demasiado de los años de procedencia de los escándalos.

Cuando el foco se volvió hacia Rita Barbera, “los jóvenes” iniciaron una campaña de descrédito para forzar la dimisión de la exsenadora. Estaban probando su poder y Rajoy guardaba silencio. Rita acabó cayendo.

La frescura se convirtió en un espejismo que no reportó ni un solo beneficio para ¨las nuevas voces“ tras la investidura. Rajoy nunca les llamó.

Después murió Barberá y el presidente volvió a hablar: “Fué un honor ser un amigo de una persona excelente, generosa y luchadora”.

Mariano Rajoy buscó las cámaras para decir que nunca perdió el contacto telefónico con la “imputada”, durante sus citas en el Tribunal Supremo. Para entonces, todo el PP estaba revindicando a Rita Barberá, mientras las jóvenes promesas se quedaban fuera de juego.