Llegó el momento decisivo de la campaña. El soldado Sánchez se internaba en la selva vietnamita con miedo de verse las caras con el temido Vietcong, las “terminales mediáticas” de las que ha hablado en varias entrevistas. Ya había sufrido el intenso fuego cruzado de Carlos Alsina en Onda Cero y había salido de la emboscada como buenamente había podido. A la defensiva y sin sonar muy enérgico en las preguntas más delicadas. Era la noche de la entrevista en 'El hormiguero' con Pablo Motos en el papel de enemigo despiadado.
Noooo. No fue para tanto. Es más, fue al contrario. Si entendemos estas entrevistas en periodo preelectoral como una especie de duelo, se puede decir que Pedro Sánchez se comió a Pablo Motos en la noche del martes. Lo digirió con rapidez y al llegar a casa ya tenía hambre.
La victoria tampoco tiene que significar mucho. Las entrevistas a políticos en radio y televisión requieren de una experiencia muy concreta, que ni siquiera está al alcance de todos los periodistas, y de una preparación previa muy concienzuda para extraer de la hemeroteca todo lo que pueda hacer daño o simplemente sorprender al invitado.
Motos no tiene esa experiencia porque su programa va de otra cosa, y eso es lo que le ha convertido en un ejemplo de gran éxito televisivo. Y está más tranquilo que durante la pandemia, cuando se lanzó a algunos alegatos exagerados, se burló del corte de pelo de Fernando Simón y no paró hasta que enfermó de Covid y dijo a la gente que se protegiera. Por no hablar de cuando preguntó a Isabel Díaz Ayuso “¿te sentiste muy sola?” en una frase que recordó a los momentos más románticos de un culebrón de Televisa.
Sánchez pudo incrustar en la mente de los telespectadores todos los mensajes que traía preparados, que por lo demás ya hemos escuchado en otras entrevistas. No sabemos qué come y bebe en las campañas electorales. Sólo podemos confiar en que sean productos legales. Como en 'Cuando Harry encontró a Sally', alguien en el público debería haber dicho después: yo quiero lo que ha pedido ese señor.
Habló, habló y habló, mientras Motos sudaba pensando en que se iba a quedar fuera la mitad del cuestionario. Una vez que le dio una buena réplica, Sánchez siguió a lo suyo. Le había preguntado sobre si votaría en una investidura a favor de Alberto Núñez Feijóo para que no tenga que pactar con Vox. “Voy a ganar las elecciones”, respondió de forma previsible. “No se lo habrá dicho Tezanos”, saltó al quite Motos refiriéndose al presidente del CIS que protagonizó otro estrepitoso fracaso con las encuestas del 28M. Pero dio igual porque Sánchez continuó con su discurso y ni se paró para encajar el golpe.
Lógicamente, Motos le recordó sus críticas a algunos programas de radio y televisión por estar sesgados a favor de la derecha. Cuando dijo que eso incluía a programas de entretenimiento, Motos se tenía que dar por aludido. Sánchez se limitó a decir que no iba a “señalar” a ningún programa, una respuesta evasiva pero que le sirve. Ya ha lanzado la piedra y no necesita comprobar si alguien se la ha llevado en toda la frente.
Ocurrió algo curioso. El que se puso a la defensiva fue Motos que llegó a afirmar que en sus tertulias políticas “hay descompensación hacia la izquierda”, un comentario que debería haber provocado risas en el público. Para afirmar que también han criticado al Gobierno desde posiciones progresistas, Pablo Motos comentó que lo han hecho personas como Felipe González, Alfonso Guerra (!!) y Juan Luis Cebrián (!!!), gente que no tenía ningún aprecio por Sánchez desde antes de que llegara a la Moncloa.
Desde su casa, el exdirector de El País Antonio Caño, que fracasó en su intento de acabar con Sánchez, veía cómo le iba creciendo una notable úlcera de duodeno. Escribió nueve tuits con los que no había que ser médico para apreciar el progresivo deterioro de su estómago. “¡Por Dios!, pero ¿quién dirige este programa? ¿Cuándo empiezan las preguntas?”. Esperemos que no hubiera cenado muy fuerte.
En los primeros minutos, el presentador sí atizó con dureza con la convocatoria electoral en pleno julio “cuando doce millones de españoles estarán fuera de sus hogares”. Y luego el rejonazo: “¿Cree que eso puede cambiar el resultado electoral?”. Sanchez lo negó sin aspavientos. Lo cierto es que quien tiene un problema de movilización del electorado es la izquierda, no la derecha, y el voto por correo funciona para estas cosas.
Motos sacó un fragmento de su programa en el que uno de sus colaboradores, Juan del Val, perdió la cabeza y dijo que convocar elecciones en julio “era un fraude”. Sacar el vídeo de ese momento benefició a Sánchez, que respondió que eso es una acusación “muy grave” que se debería demostrar. Ahí se puso estupendo y dijo que las opiniones son libres, pero hay que respetar los hechos, y ante eso Motos poco podía decir. Imposible encajar otro bulo en el programa.
El presentador tuvo el buen gusto de no tirarse al barro y no mencionar a ETA ni ninguna realidad alternativa en la que la organización terrorista siga existiendo en España. En sus hogares, los dirigentes del PP estaban a buen seguro comiéndose a dentelladas el mando a distancia. Motos admitió que los indultos a los condenados en el juicio del procés habían tenido un efecto positivo en Cataluña (los del PP empezaron a morder el brazo del sofá), pero que la supresión del delito de sedición había sido un error grave.
El buen resultado de la cita televisiva para sus intereses confirma el error político que cometió Moncloa al no haber concedido entrevistas con el presidente a algunos de los medios críticos con su gestión durante la legislatura. Seguro que le iban a hacer preguntas duras, pero justamente eso es lo que ha hecho la oposición en el Parlamento desde 2019. Cada semana.
Está previsto que la próxima semana Sánchez acuda al programa de Ana Rosa Quintana. Allí sí que tendrá que aparecer con casco y chaleco antibalas, porque la presentadora de Telecinco está muy atacada. “Pero qué coño de derecha mediática”, dijo el martes poniendo los pelos de punta a su público. Sánchez tiene varios días para practicar el gesto de seductor y las energías propias de una campaña, porque las va a necesitar en esa trinchera.
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