La portada de mañana
Acceder
16 grandes ciudades no están en el sistema VioGén
El Gobierno estudia excluir a las asociaciones ultraderechistas de la acusación popular
OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Sánchez acepta que la mesa de diálogo se reúna por primera vez el 26 de febrero tras el enfado de Torra

La mesa de diálogo entre gobiernos para abordar el conflicto político en Catalunya se reunirá por primera vez, encabezada por Pedro Sánchez y Quim Torra, el próximo miércoles 26 de febrero por la tarde tras el enfado mostrado por el presidente catalán después de que Moncloa hiciera pública la propuesta del día 24 y que ha sido rechazada por la Generalitat. 

Sánchez ha respondido a la carta de Torra en la que proponía varias alternativas a esa fecha y escoge el 26 de febrero por la tarde, coincidiendo con la comparecencia de José Luis Ábalos en la comisión de Transportes, que se prevé tensa por la polémica de su encuentro en el aeropuerto con la vicepresidenta de Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez. 

“Nos parece perfecto”, dice Sánchez en la misiva respecto a la nueva fecha, que es una de las cinco que planteaba Torra tras descartar la del 24 de febrero. En el texto, el presidente recuerda que “los equipos han estado en comunicación permanente” frente al comunicado que envió la Generalitat este miércoles en el que aseguraba que Moncloa ni siquiera había designado a su equipo técnico para preparar el encuentro de la mesa de diálogo. 

“El Gobierno de España propone recomenzar, retomar nuestro diálogo en el momento en el que los caminos se separaron y las razones y los argumentos dejaron de escucharse”, dice Sánchez en la carta. “Todos sabemos que es necesario el diálogo y esta debe ser la legislatura que lo promueva. Este es el espíritu que queremos transmitir a esa mesa en la que tantas esperanzas tienen depositadas todos los ciudadanos y ciudadanos”, concluye. 

Moncloa comunicó públicamente este miércoles la propuesta para que la mesa comenzara a andar el 24 de febrero -una fecha que se había hablado con ERC- y generó un profundo malestar en la presidencia de la Generalitat, que acusó al Gobierno de tratar de “imponer” una fecha. En el Ejecutivo sostenían que no solo se buscaba presionar al presidente catalán, que estaba mostrando discrepancias a propósito de la figura de un mediador, sino también dejar clara que la voluntad de diálogo. Esa es la esencia de la aceptación ahora de una fecha sin dilación.