El Gobierno de coalición pasó este jueves de bordear una vez más el precipicio a celebrar por todo lo alto una victoria parlamentaria vital para apuntalar la legislatura de Pedro Sánchez. Mientras se sucedían las negociaciones a contrarreloj para cuadrar los números de una reforma fiscal clave para los Presupuestos, desde la Audiencia Nacional llegaba al Congreso la declaración del cabecilla del 'caso Koldo' como una auténtica bomba política. El empresario Víctor Aldama, encarcelado por corrupción, acusaba a la dirección del PSOE y a altos cargos del Ejecutivo de cobros en dinero negro. Así que Alberto Núñez Feijóo salió a pedir de manera solemne el apoyo de los socios del PSOE para una moción de censura. Apenas una hora después, todos esos socios secundaron sin fisuras al Gobierno de Sánchez.
“Quiero agradecerle a los grupos parlamentarios el esfuerzo en la negociación de esta reforma fiscal tan importante para tener unos servicios públicos fuertes”, celebró el presidente ante la prensa a la salida del hemiciclo, donde un buen número de diputados socialistas le recibieron entre aplausos. Antes, toda la bancada del PSOE había estallado en una sonora ovación en torno a María Jesús Montero, la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda que ha liderado esas conversaciones y que consigue encarrilar el próximo objetivo de sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado.
La votación en Pleno del paquete de medidas fiscales culminaba en ese momento otro auténtico test de estrés superado con éxito por Pedro Sánchez y su Gobierno. Porque tras conseguir ahormar hace justo un año la mayoría de investidura más heterogénea imaginable y cumplir el hito de sacar adelante la ley de amnistía, el PSOE y Sumar se han enfrentado esta semana a su verdadera piedra de toque legislativa: conseguir poner de acuerdo a socios de izquierdas, de derechas, nacionalistas e independentistas en la política impositiva que desplegará el Ejecutivo.
Todas las fuentes consultadas entre los grupos parlamentarios que apoyan al Gobierno coinciden en que un batacazo en la votación de este jueves hubiera empujado la legislatura hacia una vía muerta. Y que sacarla adelante, con 178 síes y 171 noes, encamina ahora a acelerar en los Presupuestos Generales del Estado con una negociación que se antoja menos encorvada.
Feijóo implora apoyos
La declaración de Aldama ante el juez era uno de los hitos más esperados por el PP. Los de Feijóo han diseñado una estrategia de oposición que, entre otras cuestiones, pasa por deslegitimar el origen de la llegada de Sánchez a la Moncloa: la lucha contra la corrupción. El presidente impulsó una moción de censura en 2018 a lomos de la sentencia que condenó al PP de Mariano Rajoy por lucrarse con la trama Gürtel.
El estallido del ‘caso Koldo’ dio al PP la munición necesaria no solo para atacar al PSOE, sino para incidir en la endeble mayoría parlamentaria sobre la que se ha cimentado el actual Gobierno de coalición. Casi desde el inicio del tercer mandato de Sánchez, a finales del año pasado, Feijóo ha tentado a los aliados parlamentarios del presidente con leyes o mociones para romper el bloque de la investidura.
Algunas veces ha funcionado. Pero nunca en las votaciones capitales, aquellas que podrían haber tumbado al Gobierno. Por eso el PP ha terminado criticándolos en público, especialmente a Junts y al PNV. Feijóo soñó tras las elecciones del 23 de junio de 2023 con el respaldo de la derecha catalana y/o vasca a su investidura. Fracasó y, desde entonces, el nivel de enfrentamiento con ellos ha ido en aumento. Los portavoces parlamentarios de PP y PNV, Miguel Tellado y Aitor Esteban, suelen dar cuenta de su pésima relación en sus redes sociales.
Este jueves, a tiempo para los informativos de mediodía, Feijóo compareció ante las cámaras en una de las salas del edificio noble del Congreso, el Palacio donde se ubica el salón de plenos. Otra “declaración” sin preguntas del líder de la oposición en la que imploró al resto de grupos parlamentarios que le hagan presidente del Gobierno poco antes de que el bloque de la investidura se reagrupara.
“Yo no tengo los votos para cambiar el Gobierno, pero si alguno de los socios quiere acabar con esto que sepa que estoy a disposición para abrir una nueva etapa”, apuntó Feijóo en su declaración. El líder del PP no mencionó la “moción de censura”, pero no hizo falta.
Feijóo acusó a Sánchez de haber “incurrido” en “corrupción política, económica y moral”. “Estamos ante el 'caso Sánchez', y toca actuar”, añadió. “El Gobierno apesta a corrupción”, dijo. El líder de la oposición habló de “mordidas, comisiones en efectivo, empresas beneficiadas a cambio de dinero”, de “la vicepresidenta venezolana en suelo español”, de “la mujer del presidente”, y achacó “silencio” a los miembros del Gobierno, especialmente a las vicepresidentas María Jesús Montero, Yolanda Díaz y Teresa Ribera.
Sobre la próxima vicepresidenta de la Comisión Europea tuvo palabras específicas. Lejos de rebajar la presión mantenida contra Ribera en Bruselas, a la que pidió “retirar la candidatura ante la Unión Europea porque la va a manchar”, después de que Aldama haya dicho que también se reunió con ella.
Feijóo reconoció que, de momento, ningún miembro del Gobierno ni del PSOE está imputado. “Será la justicia la que determine el grado de corrupción” del Ejecutivo, concedió. “Pero los españoles no vamos a aguantar mucho más tiempo esta agonía”, zanjó.
El líder del PP quiso poner un espejo frente al Sánchez de 2018 y parafraseó su discurso en la moción de censura a Rajoy. “Lo que haría cualquier persona con un mínimo de decencia es dimitir, marcharse y dejar en paz a los españoles”, planteó, para explicar: “No lo digo yo, lo dijo él mismo”.
Para derribar a Rajoy fue imprescindible el concurso del PNV, que pasó de apoyar los Presupuestos de aquel año a apoyar la moción en apenas días. Un escenario que en la sede nacional del PP en la madrileña calle de Génova creen plausible que se pueda repetir. “¿Por qué los socios le protegen?”, se preguntó.
Poco después, su secretaria general, Cuca Gamarra, volvió a retar a los socios: “Ellos tienen la pelota en su tejado, que hablen”. Pero la propuesta de Feijóo cayó en saco roto. Los grupos de la mayoría de la investidura no respondieron al líder del PP. Ni ‘si’ ni ‘no’. Solo silencio.
Sí contestó preguntas de la prensa Pedro Sánchez. A la salida del Congreso, y cuestionado por esa moción de censura deslizada por Feijóo, el presidente quiso mostrar su respeto a los grupos parlamentarios y animó incluso al PP a dar el paso. “La moción es un instrumento constitucional, así que el máximo respeto, los grupos parlamentarios son libres y autónomos. Incluso sería buena oportunidad para que Feijóo planteara una alternativa que no se conoce, porque la debilidad parlamentaria es de aquellos que no son capaces de armar mayorías”, aseguró tras calificar las acusaciones de Aldama de “inventada” y justo antes de montarse en el coche presidencial con la mayoría parlamentaria que le sustenta en el Gobierno más amarrada que nunca.