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8M: La semana en la que las mujeres le torcieron el pulso al presidente del Gobierno

En las últimas semanas, Mariano Rajoy ha cambiado su discurso y, sobre todo, sus gestos en relación con la huelga feminista del 8M. El Partido Popular lo había preparado todo para una convocatoria que consideraban ajena a sus intereses y alejada de su electorado. Génova preparó un argumentario calificando la huelga como “elitista, insolidaria e irresponsable” y la dirección del partido decidió irse de viaje a Logroño, para que ninguno de sus cargos tuviera que buscar excusas sobre su ausencia en la manifestación central, convocada para ese día en Madrid.

Tras el éxito de la manifestación, el PP certifica el cambio discurso y el reconocimiento implícito de haber errado en el cálculo sobre la potencia de la protesta. La formación conservadora le ha encargado a Andrea Levy la tarea de girar el timón. La vicesecretaria popular no ha dudado este viernes en calificar la huelga como “un éxito” para afirmar a reglón seguido que “el feminismo forma parte de los valores fundamentales de nuestra democracia”. Ese golpe de timón se ha notado también en la rueda de prensa del Consejo de Ministros de este 9 de marzo. La semana pasada, el ministro portavoz, Íñigo Méndez de Vigo, respondía con un “Yo vendré a trabajar” a las preguntas sobre la convocatoria; hoy, asegura que “el Gobierno valora muy positivamente las movilizaciones”.

El giro argumental de la formación conservadora se ha producido sin temor de dejar en evidencia las declaraciones de compañeros de partido y Gobierno. El primero en hacerlo fue el propio Rajoy. Durante su intervención en la sesión de control del Senado de este martes, aseguraba: “No me reconozco en la manifestación de la huelga a la japonesa que ha hecho algún miembro de mi partido”. Con sus palabras, Rajoy dejaba en evidencia a la presidenta madrileña Cristina Cifuentes y a la ministra Tejerina, retratadas en la hemeroteca con declaraciones de intenciones sobre la necesidad de que las mujeres deberían trabajar más durante el 8M.

Además queda en evidencia la ministra de Igualdad, Dolors Monserrat. La encargada de liderar las políticas por las que las mujeres han desbordado las calles pasó un mal rato durante una entrevista concedida a la Cadena Ser en la víspera de la huelga. Ante las preguntas de la periodista Pepa Bueno, la ministra evitó definirse a sí misma como “feminista” y aseguró que el término es “una etiqueta” que no le gusta. Solo 48 horas después de esas palabras, su partido ha convertido esa “etiqueta” en uno de los “valores fundamentales de nuestra democracia”.

En cuanto a Mariano Rajoy, su giro es también un giro sobre sí mismo. Durante la entrevista que el 1 de marzo protagonizó junto a la periodista Ana Rosa Quintana, el presidente del Gobierno recomendó a su interlocutora que debería asistir a su puesto de trabajo el día de la huelga, como método más efectivo para apoyar la causa de las mujeres. Finalmente la presentadora de televisión desoyó las recomendaciones de Rajoy y el programa del pasado jueves no llegó a emitirse. Mientras Telecinco buscaba con urgencia una alternativa para cubrir el hueco abierto en su parrilla, Rajoy se preparaba para asistir en Valencia a un acto público en el que aparecería ataviado con un lazo morado en su chaqueta.

Esa misma mañana una de las personas de mayor confianza del presidente certificaba el cambio de postura. La presidenta del Congreso, Ana Pastor, presidía un coloquio sobre igualdad, organizado por la cámara baja. En la introducción del acto, Pastor aseguraba: “Sigue habiendo una desigualdad que es inaceptable”.