Comienza la cuenta atrás. La formalidad del encargo del jefe del Estado a Pedro Sánchez para que se presente a la investidura marca el arranque de unas conversaciones que se sumarán a las negociaciones y pactos cruzados en los que los partidos trabajan desde el 27 de mayo para conformar los ayuntamientos y gobiernos autonómicos. El primer hito en ese reparto del poder será el 15 de junio, fecha en la que se elegirán los más de 8.131 alcaldes. A partir de ahí, irán saliendo en cascada los acuerdos para los ejecutivos regionales y el culmen será el Gobierno de España.
Sánchez no tiene un plazo concreto para la sesión de investidura. En su comparecencia tras reunirse con Felipe VI se limitó a decir que pretende que se produzca “cuanto antes”. No dio más pistas sobre la fecha. La portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, sí ha reconocido que la intención es que el debate parlamentario se celebre la primera quincena de julio. Ese es el calendario de Moncloa.
El presidente en funciones tiene cinco semanas para sumar a sus 123 diputados los apoyos que necesita para conseguir de nuevo la confianza del Congreso. 173 es la cifra clave en los cálculos de los socialistas: si la alcanzan (con Unidas Podemos, PNV, Compromís y PRC), la mayoría simple requerida estaría lograda toda vez que los tres diputados presos de JxCat mantendrán el acta y contarán como abstenciones. El PSOE también confía en que UPN o Coalición Canaria acabarán absteniéndose.
Pese a que de momento le faltan 50 diputados para salir investido en segunda votación, Sánchez no tiene prisa. Ha convocado nuevas reuniones con Pablo Iglesias, Albert Rivera y Pablo Casado este martes. Es la segunda vez que los recibe, los tres líderes ya estuvieron en Moncloa tras el 28A y las posiciones quedaron bastante claras. El presidente trata de ganar tiempo ya que el Gobierno quiere esperar a que vayan colocando las piezas del puzzle: primero los acuerdos para los consistorios y, después los pactos en los gobiernos autonómicos –que tampoco tienen una fecha específica sino que depende, en la mayoría de los casos, de las presidencias de los parlamentos regionales–. Solo después entrará en materia con la investidura del presidente del Gobierno.
Los planteamientos opuestos de PSOE y Unidas Podemos conducen de momento al bloqueo. Pablo Iglesias reclama un Gobierno en coalición en el que el grupo confederal tenga representación proporcional a sus 42 diputados. El PSOE aspira a gobernar en solitario y, aunque Sánchez evitó descartar la incorporación de miembros de Unidas Podemos al Consejo de Ministros en su comparecencia tras pasar por Zarzuela aduciendo que aún no ha comenzado la conversación al respecto, Gobierno y Ferraz han dicho que 'no' con distintos argumentos: la debacle de Podemos el 26M que le sitúa en una “posición mermada” o la insuficiencia en la suma (los 165 escaños que aglutinan ambas formaciones no llegan a la mayoría necesaria).
Si en estas cinco semanas el camino no se despeja, Sánchez puede enfrentarse a su segunda investidura fallida. La salida sería un nuevo intento en el plazo máximo de dos meses desde que se vote en el Congreso por primera vez y, si no prospera, nuevas elecciones en otoño. Aunque en Moncloa no contemplan ese escenario y confían en que el candidato salga investido en julio, han iniciado la estrategia de presión sobre PP y Ciudadanos reclamándoles “altura de miras” para que se abstengan en aras de la “estabilidad”. “Si no queremos que el Gobierno dependa de fuerzas independentistas, el PP y Ciudadanos deberán hacer un ejercicio”, sentenció Celaá.
El PP negocia a dos bandas con Ciudadanos y Vox
Por ahora las incógnitas se van deshojando en los gobiernos municipales. Los acuerdos tienen que cerrarse antes del próximo sábado. En caso de que los aspirantes a las alcaldías no logren la mayoría absoluta en una primera votación, los candidatos más votados salen investidos automáticamente.
El PP negocia a dos bandas con Ciudadanos y Vox para intentar que la derecha consiga el mayor número de consistorios posible. Los de Pablo Casado han logrado un acuerdo con la formación de extrema derecha para gobernar en todos aquellos municipios en los que los dos partidos sumen mayoría absoluta.
Ciudadanos también ha dejado claro en las últimas fechas que el PP es su aliado preferente. Así, pretende darle las presidencias de la Comunidad de Madrid o Castilla y León. En Aragón, el socialista Javier Lambán va allanándose el camino tras haber firmado un acuerdo con el PAR. Chunta Aragonesista también se decanta por sumarse a la alianza.
Por su parte, PSOE y Unidas Podemos trabajan en llegar a entendimientos en la Comunidad Valenciana –el partido de Iglesias se decanta ahora por incorporarse al Ejecutivo del PSPV y Compromís en una reedición del Pacto del Botánic– y en Baleares, donde Iglesias apuesta por una coalición liderada por Francina Armengol. En Asturias y La Rioja el PSOE también pretende gobernar con el apoyo externo de Podemos. Emiliano García-Page y Guillermo Fernández Vara han logrado sendas mayorías absolutas en Castilla La Mancha y Extremadura, dos feudos históricos de los socialistas.
Navarra, clave de la gobernabilidad
En Navarra se da una de las situaciones más complicadas para la gobernabilidad. La coalición integrada por UPN, PP y Ciudadanos ha logrado 20 escaños, pero necesita la abstención de los socialistas para gobernar. El candidato de la coalición conservadora, Javier Esparza, se mostró dispuesto a facilitar la investidura de Sánchez con sus dos diputados a cambio de su presidencia. Ese escenario es complicado porque la socialista María Chivite se niega a hacerlo y está explorando una posible alianza con GeroaBai, Podemos e Izquierda-Ezquerra que necesitaría la abstención de Bildu para salir adelante.
Ferraz se ha desmarcado de esas conversaciones, pero Sánchez no ha despejado la incógnita, más allá de asegurar que “con Bildu no se acuerda nada”. La vicepresidenta, Carmen Calvo, sí deslizó que los socialistas priorizarían el Gobierno de España a la conquista de la comunidad foral. La dirección federal es la que determina la política de alianzas de las federaciones con lo que podría cortocircuitar la aspiración de Chivite, pero los militantes tendrían que avalar la abstención del PSN para permitir el Gobierno de Navarra Suma. “Lo tendrán que decir los militantes del PSN, pero no veo a los militantes apostando por esa vía”, admitió el dirigente navarro Santos Cerdán, de la máxima confianza de Sánchez en Ferraz, durante la campaña.
Grandes capitales en el aire
También están en el aire las principales capitales. La izquierda confía en que las desavenencias de PP, Ciudadanos y Vox puedan acabar con una investidura en precario de Manuela Carmena, que estaría amenazada por una moción de censura desde el principio. La pelea en el Ayuntamiento de Madrid está en este momento en quién es el alcalde: José Luis Martínez-Almeida (PP) o Begoña Villacís (Ciudadanos), a quien el PSOE está dispuesto a apoyar siempre y cuando los socialistas se incorporen al equipo de Gobierno municipal.
En Barcelona, Ada Colau ha dado un paso al frente para ser alcaldesa pero el PSC le ha recordado que tendrá que negociar con Jaume Collboni la formación de un gobierno municipal. Manuel Valls, que se ha desmarcado otra vez más de Ciudadanos, ofreció sus votos gratis. En Zaragoza, la socialista Pilar Alegría espera lograr el apoyo de Ciudadanos, pero por ahora la formación de Rivera ha demostrado tener buena sintonía con el PP en la ciudad.
El resultado definitivo de esta primera fase se verá el próximo sábado 15 de junio, cuando se conformen los más de 8.000 municipios españoles. Será la primera fase de distribución del poder. A partir de ahí, continuarán las negociaciones cruzadas para dirimir el mapa autonómico y despejar finalmente la incógnita del Gobierno de España.