Sumar acentúa el choque con las derechas para convencer a los indecisos que se decantan la última semana de campaña
La entrevista con Susanna Griso en Antena 3 fue un punto de inflexión. Yolanda Díaz había perfilado una campaña centrada en defender las propuestas de su programa electoral y en plantear un mensaje en positivo, aunque nunca ha llegado a desprenderse del todo de los ataques a Vox y a Alberto Núñez Feijóo, pero desde el cara a cara del lunes la vicepresidenta segunda del Gobierno ha endurecido el tono contra la extrema derecha con el objetivo de movilizar a un electorado que según calculan tiende a decantarse en la última semana de la campaña electoral.
Díaz se enfrentaba a la entrevista en el plató de Espejo Público en una semana difícil para el espacio progresista, después de que el debate entre Pedro Sánchez y Feijóo dejase una sensación amarga entre los electores y en unos días en los que la vicepresidenta iba a tener menos tiempo para dedicar a la campaña debido a la celebración de una reunión de ministros europeos de Empleo en Madrid. La líder de Sumar atajó el tono hostil de la entrevistadora con mensajes todavía más duros contra la posible alianza del PP y Vox en el gobierno. “La España de Abascal y los gobiernos con el PP es volver a los tiempos del blanco y negro del franquismo. No quiero más García Lorcas, quiero que la gente sea feliz”, dijo en un momento Díaz.
La líder de Sumar acusó varias veces a Santiago Abascal de estar “fuera de la Constitución”, lo acusó de “racista” y de vulnerar los derechos de las mujeres y de las personas LGTBI. “Estas elecciones van de parejas. Feijóo va a tener como vicepresidente al señor Abascal, que es un señor racista”, dijo cuando Griso le preguntaba por la división del feminismo o sobre la ley del ‘solo sí es sí’. La pugna con la derecha también marcó el debate de portavoces, que la representante de Sumar, Aina Vidal, arrancó con un recuerdo para las 28 mujeres asesinadas este año por hombres. “Quiero recordar la anomalía de tener un partido en este debate que niega la violencia machista”, dijo en su intervención inicial.
Ese mismo día, Díaz había concedido una entrevista en el diario InfoLibre en la que recordaba los vínculos de Núñez Feijóo con Marcial Dorado, el narcotraficante con el que compartió viajes a la playa, a la montaña y al extranjero a mediados de los 90 cuando el actual presidente del PP era número dos de Sanidad en el Gobierno de la Xunta. “El señor Feijóo tiene que explicar hoy la fotografía más deleznable de la democracia. Aún no ha rendido cuentas de sus imágenes con Marcial Dorado y esto tiene parte de la explicación con el planteamiento mediático que hizo en Galicia respecto de esta cuestión”, dijo. “No es solo una imagen, es que cuando Alberto Núñez Feijóo paseaba en yate con Marcial Dorado las madres de la lucha contra la droga estaban manifestándose y sus hijos muriendo”, añadió.
Y lo volvió a hacer este domingo, cuando pidió a Feijóo que explicase su relación con Dorado. “Explíquenos su relación con el narcotráfico”, dijo en el acto central de la campaña en el barrio madrileño de Villaverde. La líder de Sumar relacionó también al presidente del PP con el partido de la “corrupción y de los sobresueldos” y le advirtió que debería ir al debate del próximo lunes para esclarecer, como le ha demandado el presidente del Senado, si tiene un “sobresueldo”.
La líder de Sumar siempre ha mantenido una posición dura contra el Partido Popular y la extrema derecha como se ha visto durante toda la legislatura en las sesiones de control, pero la estrategia inicial de la campaña de centrar los mensajes en las iniciativas del programa ha cambiado para combinar esas ideas en positivo con ataques mucho más directos a la derecha y a la extrema derecha, y esa decisión tiene mucho que ver con los resultados del ‘cara a cara’ del lunes, que en Sumar detectan que podría conllevar una desmovilización del espacio progresista si el Partido Socialista baja los brazos. No se trata, dicen, de cambiar la estrategia sino de combinar las propuestas con mensajes más directos contra los adversarios políticos.
Un buen ejemplo fue el debate de portavoces en el que Vidal aprovechó los bloques temáticos para ir lanzando las propuestas que Sumar lleva en el programa, pero en el que también quedaron patentes los choques con el Partido Popular y con Vox.
En Sumar se esfuerzan en trasladar que la batalla no está perdida, como quieren hacer ver las derechas, y por eso han instalado esa idea de la remontada que recuerda a las campaña de Podemos en las generales de 2015. Y una de las razones que esgrimen se encuentra en el CIS preelectoral. El barómetro, más allá de la intención de voto de los diferentes partidos, apuntaba a un dato clave a la hora de enfocar las campañas: más de un 20% de los encuestados afirmaron que deciden su voto durante la campaña, pero más de un diez lo hace en los últimos días. Un 6,4% se decide durante la jornada de reflexión y casi un 6% lo hace el mismo día de las urnas. Los porcentajes son más interesantes aún en los jóvenes: un 36% asegura que toma la decisión sobre su voto en los últimos días.
En combinación con esos datos, lo que también han detectado en Sumar es que hay un sector de voto socialista muy desmovilizado y al que todavía no han sido capaces de atraer, especialmente en lugares como en Andalucía, donde Yolanda Díaz hizo doble parada la semana pasada. “Sé que hay muchos andaluces decepcionados con el PSOE. Han gobernado muchos años y no los han aprovechado y también muchos andaluces decepcionados con [José Manuel Manuel Moreno] Bonilla”, dijo en un mitin en Sevilla. “Os pido el voto para Sumar a esas personas con miedo, a esas personas con incertidumbres”, añadió.
Y para recuperar ese voto, Yolanda Díaz apunta a las mujeres, un sector de la población en el que según las encuestas del CIS tiene mejor valoración que Pedro Sánchez. “En esta campaña se nos conoce no por insultar sino por hacer propuestas. Por respetar a nuestro pueblo. Diciendo lo que queremos hacer. Vengo a apelar a las madres y abuelas andaluzas pero también al feminismo del 99%”, dijo en el acto de Sevilla.
Esos electores que ahora pueden situarse en la abstención y que podrían terminar votando a Sumar son claves según se dibuja en todas las encuestas, puesto que el sistema d’Hont que ordena el juego electoral en España empieza a penalizar de forma abrupta a medida que los partidos descienden de la barrera del 15%. Y en torno a ese porcentaje es muy importante colocarse tercero en circunscripciones medianas (menos proporcionales) para poder robarle el último escaño al cuarto. Y esa pelea ahora está tremendamente ajustada entre Vox y Sumar. En los últimos trackings publicados por este diario la diferencia en porcentaje de votos es del 0,1, con la extrema derecha un poco más arriba.
En Sumar insisten en que no hay nada perdido. Es cierto que la coalición ha tardado en arrancar porque los primeros diez días después del adelanto electoral, que el resto de partidos aprovechó para poner en marcha la campaña, los trabajos estuvieron centrados exclusivamente en las negociaciones con los partidos. Una vez pactada la coalición ya se activó el equipo de programa y toda la maquinaria habitual para activar a la militancia. La demora de todo ese proceso se puede sentir en los grupos de trabajo de pegadas y reparto de materiales, que esta semana ya en plena campaña electoral aún no habían terminado de organizarse a través de canales de whatsapp donde van coordinando a todos los voluntarios. Ahora que ese aspecto está más aceitado, en el equipo de la coalición confían en una buena semana final de campaña.
Yolanda Díaz viaja este lunes a Navarra, donde hará un mitin con la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, que servirá para exhibir la unidad del espacio político tras las tensiones de las últimas semanas y para mandar un mensaje también a ese tercio del electorado de Unidas Podemos que según las encuestas no votará a Sumar el 23J. Ese acto y el debate a tres en el que Yolanda Díaz podrá rebatir directamente a Abascal están marcados en rojo en el calendario de campaña de Sumar para tratar de revertir los malos pronósticos que las encuestas dan al bloque progresista.
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