Luis Bárcenas se mostró ante el tribunal de Gürtel como un marchante de arte barroco. De acuerdo con ese papel, sus inversiones en bodegones y tablas del Siglo de Oro multiplicaron sus ingresos, que escondía a la Hacienda Pública en sus cuentas en Suiza. De este y otros tratos comerciales vino su dinero, dijo a las fiscales, y no de negocios ilícitos. Pero la coartada que el extesorero del PP fabricó para justificar el origen de su fortuna fue echada por tierra dos testigos en el juicio la pasada semana.
Durante su declaración en enero, Bárcenas trató de detallar distintas fuentes de ingresos. Su objetivo era demostrar que los 48 millones de euros que llegó a acumular en Suiza salieron de sus negocios privados en distintas áreas, y no de las comisiones que se repartía con los cabecillas de Gürtel a cambio de adjudicaciones de obra pública, como señaló su antiguo amigo Francisco Correa.
Entre los negocios que detalló había aserraderos en Costa Rica y campos de soja en Argentina. Pero lo que más llamó la atención, el negocio al que le dedicó más tiempo durante su declaración, fue la compraventa de obras de arte con su amigo Rosendo Naseiro, extesorero de Alianza Popular y experto en arte sacro.
Con su asesoramiento se embolsó hasta 1,8 millones de euros. El método era sencillo: compraba cuadros por un precio bajo y multiplicaba su valor en la venta. El negocio perfecto. Por ejemplo, pagó 4.000 euros por una pintura de Antonio Ponce (1608-1677) para luego venderla por 278.000.
“Ves algo que te gusta, lo compras y luego te llevas la sorpresa de que tiene mucho valor”, dijo para intentar justificar la espectacular revalorización de sus bodegones. “El arte es así”, resumió a eldiario.es.
Esas operaciones con Naseiro eran una forma de pago entre ambos, que hacían otro tipo de tratos comerciales. En ocasiones no se pagaban la parte del otro en dinero, sino en obras de arte, según el testimonio de Bárcenas. En 2001 Bárcenas compró a Naseiro un “bodegón de flores y plato de metal sobre una mesa de mármol”, que este le dejó a un precio bajo para que pudiese sacar algo con su venta: pagó 21.000 y vendió por 278.000 euros.
Pero su imagen de marchante de arte se ha derrumbado. Su antiguo socio, con el que rompió relaciones tras el estallido del caso Gürtel, le ha dejado en la estacada. Durante su declaración como testigo, Naseiro ha sido tajante ante el tribunal: “Bárcenas ni es marchante ni entiende de cuadros”.
No se quedó ahí. Llegó a relatar ante la sala que Bárcenas le había pedido que fuese diciendo que él coleccionaba cuadros. Le contó al tribunal cómo quiso preparar su coartada. Naseiro dijo que puede que comprase alguna que otra obra para decorar su casa, pero que en ningún caso Bárcenas fue un marchante de arte que engordase su bolsillo a base de compraventas.
Terminó su declaración negando haber hecho otros negocios con Bárcenas, que ha visto así cómo su estrategia, sustentada únicamente en su palabra, se venía abajo. El extesorero del PP no aportó ninguna documentación que probase sus fuentes de ingresos, y lo fió todo a que la sala creyese su palabra.
El último recurso de la defensa de Bárcenas ha sido poner en duda las facultades mentales de Naseiro. Su abogado pidió al tribunal que le sometiese a una prueba para determinar la fiabilidad de sus respuestas. El presidente del Tribunal, Ángel Hurtado, se negó alegando que la credibilidad del testigo la resolverían los tres magistrados que componen la sala.
Luis Delso dice que no es 'Luis el cabrón'
No ha sido el único testigo que ha metido en problemas al extesorero esta semana. El apunte “Luis el cabrón” en la contabilidad B de Francisco Correa, junto a la cantidad de 72.000 euros, es otro de los misterios de la trama. La Fiscalía cree que bajo ese apelativo está Luis Bárcenas, y que esa cantidad es una entrega de dinero negro. Los principales acusados y el extesorero han asegurado que se trata del empresario Luis Delso, expresidente de Isolux.
Tal fue la insistencia de Correa y Pablo Crespo que las fiscales del caso pidieron que declarase como testigo. Se sentó frente al tribunal el pasado lunes, y desmintió la versión de los hechos que se había dado hasta ahora. No recibió 72.000 euros, nunca hizo tratos con Correa ni con la trama Gürtel, y solo prestó dinero a Álvaro Pérez 'El Bigotes', pero por un importe menor que el que aparece en la contabilidad B de Correa.
Además, Delso dijo que nunca escuchó que se refiriesen a él como 'Luis el cabrón'. Tenía una buena relación con los principales cabecillas de Gürtel, que cree que no tenían razones para referirse a él con ese apelativo: “Yo es una cosa que desconocía, nunca me había llamado así el señor Correa, con el que tenia buena relación”.
El extesorero del PP se enfrenta a una condena de 42 años en esta pieza de Gürtel, y por ahora su defensa solo se basa en su palabra, desmentida estos días por los testigos.