El plan del Gobierno para los presupuestos: guiños a ERC y Ciudadanos a la espera de que Torra convoque elecciones
Catalunya lleva meses en modo preelectoral. Desde que el Tribunal Superior de Justicia catalán condenó a Quim Torra a inhabilitación por desobediencia al no quitar los lazos amarillos de los edificios públicos de la Generalitat, la amenaza de pulsar el botón rojo de convocatoria de elecciones ha sobrevolado en casi todo momento a excepción de los meses en que el país estuvo confinado tras el decreto de alarma. Ahora todos los partidos dan por hecho que la cita con las urnas está cerca, aunque no hay una fecha concreta. Y eso, en este escenario de mayorías fragmentadas, tiene efectos colaterales: los dos socios del Govern se miran de reojo pero las consecuencias se palpan también en Madrid, donde el Gobierno de Pedro Sánchez es consciente de que la competición en las urnas complica la posición de ERC de cara a la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.
Esa dependencia de ERC ha molestado a Sánchez desde el mismo momento en que se abrieron las urnas de las últimas elecciones generales. Los socialistas consideran que no es un socio confiable por la pelea que tiene por la hegemonía del independentismo con JxCat. Y con Catalunya en campaña, el Ejecutivo reconoce que su apoyo a los presupuestos se pone cuesta arriba. Aún así los llamamientos no cesan. “Quiero pensar que está en la mayoría”, expresó la portavoz y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, el pasado viernes.
Montero no se sale del guión y asegura que trabaja con el escenario de presentar las cuentas públicas de 2021 “en tiempo y forma”, es decir, el 30 de septiembre. . Sánchez fue menos taxativo este jueves en una entrevista en La Sexta: optó por no atarse las manos y no fijar una fecha concreta. “Me gustaría que estuvieran antes de final de año. Va a estar muy vinculado al grado de consecución de los fondos de la UE”, fue la respuesta genérica del presidente. Sin embargo, fuentes socialistas sí admiten en privado que habría que acompasar los presupuestos a la fecha que Torra determine para las elecciones catalanas de forma que ERC tenga despejado el camino para poder pactar unas cuentas que den aire al gobierno sin que eso le pase factura en las urnas.
Respecto al calendario electoral catalán, no hay ninguna certeza aunque sí algunas pistas. La primera es que el Supremo confirmará con toda probabilidad la condena de Torra, lo que le apartará definitivamente del Govern. Otra cuestión que se da por hecha es que el Parlament no investirá a un nuevo president sin pasar antes por las urnas, algo que la Cámara sí podría hacer pero para lo que se requiere una mayoría imposible de articular ahora. La tercera cuestión que también puede avanzarse es que Torra prefiere ser quien convoque las elecciones, sin dar espacio a que las “fuerce” el tribunal.
Todo lo anterior deja una horquilla temporal estrecha entre septiembre y noviembre. La maquinaria de campaña de los partidos ya está en marcha, pero es previsible que para otoño la carrera electoral sea ya el tema único de la política catalana, con el foco situado especialmente en la apretada competición entre JxCat y ERC. Será entonces el momento en el que más caros estarán los votos de los republicanos en el Congreso, pues cualquier pacto o apoyo al Gobierno podrá ser utilizado con arma por los partidarios de Puigdemont, que no quieren dar oxígeno a Sánchez y han votado en contra de los decretos de alarma.
Esa situación puede alargarse, además, más allá de la fecha electoral dependiendo de los resultados y la composición del Parlament que salga de las urnas. Tras una legislatura tormentosa entre los socios del Govern y en un escenario muy abierto, nada garantiza que el trayecto hacia la formación del nuevo ejecutivo sea fácil ni que desde el primer momento se descarte la repetición electoral. Si eso ocurre así, los 13 votos de los republicanos catalanes para los presupuestos pueden seguir siendo difíciles de conseguir durante varios meses e, incluso, hasta el final del año.
Malabares para no enfadar a nadie
No obstante, los republicanos catalanes no solo atribuyen las reticencias a secundar el proyecto presupuestario a los posibles comicios sino que en las últimas semanas se ha tensado la relación con los aliados de la investidura por el acercamiento del Gobierno a Ciudadanos y por la rebaja de expectativas de algunas de las medidas previamente acordadas -como la derogación de la reforma laboral- en las conclusiones de la comisión de reconstrucción.
Las advertencias de ERC han sido constantes en las últimas semanas. “Tiene mala pinta”, expresó este viernes el portavoz, Gabriel Rufián. En referencia a los presupuestos lo hacía unos días antes en el marco de la negociación de la reconstrucción el diputado Joan Josep Nuet, que advertía al Gobierno sobre sus intenciones de acordar con el PP una posición para Europa sobre la base del pacto de estabilidad que encorseta el aumento del gasto público. “Si este pacto anunciado se cumple, los Presupuestos sociales que aborden la reconstrucción no serán posibles. O los tendrá que pactar con el PP”, sentenciaba.
En Moncloa ven cierto margen a que Ciudadanos acabe facilitando la aprobación de las cuentas públicas ante el acercamiento que Inés Arrimadas ha propiciado con el Gobierno durante la crisis de la COVID-19. El Ejecutivo dejó de señalar a ERC como socio prioritario para los presupuestos y emplaza a un amplio apoyo. Sin embargo, en el PSOE ven complicado que esa sintonía se mantenga de cara a las cuentas públicas y confían en que serán los aliados de la investidura quienes finalmente las apoyen. De hecho, la vicesecretaria general, Adriana Lastra, volvió a insistir en que buscarán a las fuerzas que permitieron que la coalición echara a andar. “Esperamos que cuando los presupuestos lleguen a la Cámara cuenten con un respaldo importante de los socios de investidura y también de otras fuerzas, como Ciudadanos o incluso otros que no nos apoyaron en esa investidura”, señaló en una rueda de prensa este viernes en la que envió un mensaje: “Llegar a acuerdos con otras fuerzas no es renunciar a tus principios sino hacer que estos sean posibles y viables”.
Unidas Podemos no oculta las reticencias que les genera una eventual alianza con el partido de Arrimadas. “Conocemos sus políticas de privatizaciones y desmantelamiento de los servicios públicos. ¿Es viable un entendimiento? Yo creo que no, porque la matemática parlamentaria es la que es”, expresó el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, en una entrevista en RNE este viernes. “Creo que le bloque de la investidura será el de los Presupuestos”, vaticinó Iglesias, quien advirtió al PSOE de que no van a “renunciar ni a una coma del acuerdo de Gobierno”. “Al final el único acuerdo posible para los presupuestos será el de la investidura”, sentenció. “No está bien decir con Ciudadanos no cuando todavía no tenemos siquiera proyecto de presupuestos -contestó el portavoz, Edmundo Bal”. “La filosofía es la de llegar a acuerdos, que es lo que nos pide la gente. La gente tiene miedo”, apostilló en una rueda de prensa en el Congreso.
La situación es muy preliminar y, en el fondo, lo que subyace es el desconocimiento a dónde se situarán definitivamente las fichas del tablero. En lo que coinciden todos en el Gobierno es en que el objetivo prioritario es sacar los presupuestos adelante, puesto que los que siguen en vigor los elaboró Cristóbal Montoro en 2017 durante una coyuntura muy distinta a la que ahora vive el país.
El Ejecutivo, eso sí, hace malabares desde hace semanas para mantener los equilibrios entre los aliados de la izquierda y la alianza sobrevenida con Ciudadanos. Así, Sánchez ha mantenido la voluntad de diálogo en la mesa con la Generalitat, con el compromiso de que se reúna de nuevo en julio, pese a que el partido de Arrimadas lo ve un escollo difícil de sortear. “¿Son socios de Gobierno? No, ellos mismos han negado esa posibilidad”, expresó Rafael Simancas para intentar tranquilizar a las fuerzas que apoyaron la investidura.
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