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El plan de Torra de convocar elecciones complica el diálogo entre gobiernos y endurece la negociación de las cuentas

La legislatura en Catalunya llega a un punto de no retorno con el anuncio de Quim Torra de que adelantará la fecha de las elecciones una vez queden aprobados los presupuestos que ERC pactó con los 'comuns'. Esa convocatoria en diferido complica los planes de Pedro Sánchez en el corto y medio plazo: la mesa de negociación entre gobiernos y la negociación con los republicanos para las cuentas públicas estatales.

Torra ha evitado poner una fecha al adelanto de los comicios catalanes más allá de asegurar que, una vez el Parlament dé el visto bueno a las cuentas para 2020 después de tres años de prórrogas, llamará a los catalanes a las urnas. La incertidumbre se apodera, por tanto, del resto de actores políticos, incluidos sus socios en el Govern dado que la potestad para pulsar el botón electoral corresponde en exclusiva al presidente. La decisión compete a Torra salvo que el Tribunal Supremo avale la condena a inhabilitación por desobediencia antes.

En todo caso el margen es de al menos dos meses -el 18 de marzo es la fecha que ha establecido el Parlament para la votación de las cuentas- antes de que los partidos catalanes se sumerjan formalmente en la precampaña. Si algo ha dejado claro Torra es que la confianza con ERC está quebrada y que el mandato “llega a su fin”.

A pesar de los pocos meses que quedan por delante, Torra y Sánchez mantienen la intención de reunirse en Barcelona el próximo 6 de febrero. El presidente catalán ha expresado su voluntad de “comprobar si el Gobierno español tiene interés en poner fin a la represión y respetar los principios democráticos”. Verse con Sánchez era la condición para autorizar que la mesa de negociación entre gobiernos pactada por PSOE y ERC echara a andar. Y ahora tanto Torra como sus socios republicanos sostienen su intención de que ese instrumento siga adelante. En un comunicado, el partido de Oriol Junqueras ha reiterado que “se debe activar la vía política poniendo en marcha la Mesa de Negociación con el Estado”.

Los socialistas que veían en esa mesa la forma de abrir un canal de diálogo para encauzar un conflicto político que, asumen, no podrá resolverse en el corto plazo, admiten ahora que el carácter temporal del Govern complica esa negociación. “Torra ha oficializado una provisionalidad que no sé si es lo mejor para un diálogo que debería tener un inicio sólido y vocación de permanencia”, explica un destacado dirigente consultado por eldiario.es. También en el Gobierno suscriben que la temporalidad dificulta la mesa en la que, por otro lado, se sentarían por la parte catalana los socios que han dejado patente su brecha.

El otro frente que se dificulta para Sánchez es la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. A la marcha de la mesa de negociación vinculó Gabriel Rufián su necesario apoyo a las cuentas públicas. Además, los socialistas también reconocen que dependen de “los calendarios”. Por eso el PSC ha insistido en que la convocatoria fuera inmediata y así dejar el camino expedito en un plazo de dos meses (desde que se formalizan las elecciones pasan 54 días) para que el futuro Govern sea el que se siente.

Mismos planes para los presupuestos por ahora

El Gobierno aún no ha establecido una fecha concreta ni para la presentación del proyecto presupuestario ni para la fecha en la que quiere sacarlo adelante más allá de genéricos “cuanto antes” y el más específico fue Sánchez al asegurar que pretende sacarlos adelante “antes de que acabe el verano”. Fuentes gubernamentales apuntan a que la intención es antes de agosto y que “en principio no variará” el calendario por la situación en Catalunya.

Con ese plan, y siempre en función de la fecha definitiva de las catalanas -que si son de manera inmediata a la aprobación de las cuentas en el Parlament tendrían lugar a finales de mayo o principios de junio-, la tramitación de los presupuestos coincidirá con una precampaña en Catalunya a cara de perro entre JxCat y ERC. Torra ha dejado claro que su posición será firme respecto a la ruptura total con el Estado mientras los republicanos, a los que el president acusa de deslealtad, defienden la vía dialogada.

En público, el Gobierno sostiene que la situación electoral en Catalunya no debería afectar a la tramitación de los presupuestos e incluso instan a ERC a que los apoyen con el argumento ante la opinión pública de que se preocupan por el bienestar de los ciudadanos. Así, la portavoz y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha hecho un llamamiento a los republicanos camuflado en una petición a todos los partidos con representación en el Congreso de que “sean conscientes, y sobre todo cuando hay una próxima fecha electoral, que lo que piden los ciudadanos es trabajar por el interés general”. En cualquier caso, la campaña no allana el apoyo de los republicanos a las cuentas y en plena pugna con Junts no es descartable que sirva para encarecer su voto a favor en el Congreso.

En la primera reacción al anuncio de Torra, ERC ha asegurado que seguirá “trabajando como hasta ahora en todos los frentes al servicio de todo el independentismo, con lealtad y responsabilidad, para seguir avanzando hacia la República Catalana” y ha dejado claro que su “adversario no es otro que el Estado y la represión con la que castiga al conjunto del movimiento independentista”. La decisión del Tribunal Constitucional de llevar a la Fiscalía a Roger Torrent por desobediencia a instancias del Gobierno socialista anterior a las últimas elecciones será otro obstáculo en el camino.

Los socialistas siempre han temido los vaivenes de ERC. Fueron los republicanos los que se movieron antes para presentar la enmienda a la totalidad contra los presupuestos de 2019 en una maniobra que descarriló la negociación con la Generalitat precipitando el adelanto electoral. Durante los meses de interinidad hasta el 10 de noviembre, en Moncloa sostenían que se trata de una formación imprevisible al verse arrastrada en la competición con JxCat y más desde que esta la pilota Carles Puigdemont.

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