Traspasos de carteras, sonrisas y lágrimas
La acogida a Óscar Puente en el Ministerio de Transportes fue calurosa. Por la calefacción, que estaba a tope, y por un aforo de decenas de personas concentradas en un espacio que claramente se quedó pequeño para la ocasión. Nadie se quiso perder la prometedora rentreé del excalcalde de Valladolid en la política nacional y su aterrizaje en el Gobierno.
A la cita acudieron hasta siete ministros, los presidentes de Adif, de Aena y de Renfe, los predecesores de Puente en el Ministerio y un sinfín de invitados. El ambiente no tardó en cargarse y en cobrarse una víctima: una mujer que, entre el público, se desmayó. La doctora del Ministerio resolvió el entuerto y la ceremonia del traspaso de carteras pudo continuar con su escaleta.
Tras el suspense, la ministra saliente, Raquel Sánchez, le puso la emoción al acto. Porque ni antes, ni durante, ni después de su intervención pudo ocultar las lágrimas ni sus pocas ganas de abandonar el cargo. De su voz quebrada pudo salvar, sin embargo, una reivindicación de lo hecho para asegurar sentirse “satisfecha de lo conseguido y de haber convertido la vivienda en una prioridad insoslayable”.
Su sucesora en esa materia, la hasta ahora portavoz y titular de Política Territorial, y ahora ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, eligió en su primera alocución las palabras “tranquilidad”, “sensibilidad”, y “esperanza”. La sorpresa fue que se las dedicó a los pequeños propietarios. “Este Gobierno pisa la calle y somos conscientes de que en España muchas personas, especialmente personas mayores, dedicaron todo su esfuerzo, todo su trabajo, todos sus ahorros a la compra de una segunda vivienda que hoy complementa sus rentas. A ellos también les vamos a proteger”.
No se desmayó nadie más, pero sus palabras causaron sorpresa en algunos de sus oyentes. A los inquilinos, Rodríguez les dedicó la Carta Magna: “No puede ser que la vivienda sea uno de los principales problemas de los españoles cuando es un derecho constitucional”.
En medio del calor sofocante, Óscar Puente prometió que si algo caracterizará a su mandato será “tener la puerta del despacho siempre abierta”. Y se puso como reto “que España haga la transición a la movilidad sostenible a alta velocidad”. “No vengo a combatir, vengo a gestionar”, respondió a la prensa las preguntas sobre su presunto papel de azote de la oposición, con su intervención en la fallida investidura de Feijóo todavía en el recuerdo.
En el mismo edificio, un rato después, llegó el turno de la nueva ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz. Su predecesor, José Luis Escrivá, recibió un aplauso inmediato en cuanto se acercó al micrófono. El público le recompensaba por ser capaz de beber agua directamente del vaso sin necesidad de verterla antes sobre el atril, en recuerdo a su conocido incidente durante una intervención en su ministerio. Escrivá respondió con una sonrisa. Venía de asumir su propia cartera de Transformación Digital a manos de Nadia Calviño, a quien le había arrebatado por error también del atril los papeles de su intervención.
La nueva ministra de Inclusión y Seguridad Social, una de las incorporaciones de Pedro Sánchez para esta legislatura, lanzó un mensaje profundamente político y se comprometió en la mejora del ingreso mínimo vital y el despliegue de la reforma de pensiones, “aumentando derechos, no reduciéndolos”.
En concreto, recordó que se seguirá garantizando el poder adquisitivo de los pensionistas, que las pensiones más bajas suban más que el resto, culminar la jubilación anticipada para profesiones más penosas y una reforma de la jubilación parcial y activa que dé “mejores oportunidades en la salida del mercado de trabajo”. Y le pidió perdón a su pareja y a sus hijos, presentes en el acto, de manera preventiva y por las ausencias que vendrán. “Sabéis que saldremos adelante”, les prometió.
Otra cosa será la legislatura que ahora arranca y que tendrá su primer Consejo de Ministros este miércoles por la mañana en el Palacio de la Moncloa.
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