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Verónica Martínez, una forjadora de acuerdos para la nueva etapa de Sumar en el Congreso

La diputada de Sumar, Verónica Martínez Barbero durante una sesión, en el Congreso de los Diputados.

Alberto Ortiz

10 de noviembre de 2024 21:44 h

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Verónica Martínez Barbero (Gijón, 1980) apenas tenía hasta hace poco relación con la política de partido. Pasó más de 15 años mediando como inspectora de trabajo entre sindicatos y patronal en Galicia hasta que Yolanda Díaz la reclutó para su ministerio. Su cercanía con la vicepresidenta segunda propició que acabara en las listas de Sumar al Congreso el 23 de julio. Un año y medio después asume una tarea muy delicada como portavoz del grupo parlamentario tras la salida de Íñigo Errejón, envuelto en un escándalo tras varias denuncias de acoso sexual.

El nombramiento de Martínez como portavoz reunía el consenso de todos los partidos de la coalición y, según relatan varias fuentes de Sumar, también de los técnicos y asesores que trabajan en el grupo parlamentario, que aprobó la decisión el pasado miércoles. 

“No voy a negar que lo he meditado mucho, porque sé muy bien que el cargo que asumo es una gran responsabilidad. Pero doy el paso porque este nombramiento es fruto de una decisión colectiva que cuenta con el consenso de todas las fuerzas políticas que integran Sumar y, sobre todo, porque tengo el firme compromiso de seguir contribuyendo a hacer de esta una legislatura progresista, feminista y ambiciosa”, dijo en una carta a la militancia para explicar su paso adelante.

La elección de Martínez Barbero supone un cambio radical en el perfil de la portavocía. De Errejón, con años de experiencia en la primera línea política, a una persona que cuenta con una amplia solvencia técnica en cuestiones de derecho laboral y que hasta hace unos días era desconocida para el gran público. 

Pero las personas que la conocen aseguran que su espíritu conciliador y su capacidad de trabajo serán herramientas fundamentales de las que se servirá para su nuevo cargo, que tiene una evidente dimensión exterior, ser la voz de Sumar en el Congreso, pero también hacia dentro: coser un grupo parlamentario diverso y complejo, más aún después de la salida de Errejón y las últimas decepciones electorales del espacio. 

La nueva portavoz tiene mucha experiencia en mesas de negociación. Nació en Gijón pero ha pasado buena parte de su vida en Galicia, donde vive. Aprobó las oposiciones del Cuerpo Superior de Inspectores de Trabajo y Seguridad Social en 2005 y desde ese puesto comenzó a granjearse fama de buena mediadora. “Es incapaz de frustrarse hasta no conseguir una solución a un conflicto”, explica Ramón Sarmiento, ex secretario general de Comisiones Obreras de Galicia y candidato por Sumar en las últimas elecciones gallegas.

Sarmiento la conoció cuando ella empezaba a trabajar como inspectora en la delegación de Vigo y él era responsable del área de metal en el sindicato. Un momento convulso, como lo describe, en el que Martínez Barbero destacaba. 

“Tenía el método de resolución de conflictos tipo Pontevedra, tipo Vigo. Hacíamos reuniones de 34 horas. No nos levantábamos de la mesa hasta que una de las partes se quedase sin argumentos. Ella tiene un poco esa escuela. Y tiene esa habilidad de ser capaz de hacer una propuesta o plantear alternativas que cubren las expectativas de las dos partes”, explica Sarmiento. 

Esas condiciones fueron las que propiciaron en 2017 un acuerdo entre la patronal y los sindicatos para proponerla como presidenta del Consello de Relacións Laborais de la Xunta de Galicia, un ente de diálogo institucional entre sindicatos y asociaciones empresariales y que funciona además como órgano consultivo y asesor del Gobierno en materia de derecho laboral. “En esta Galicia pepera tenemos muchos organismos públicos pero solo tenemos uno en el que el nombramiento de su presidencia depende de las organizaciones que componen el consello y somos los sindicatos y patronal”, asegura Sarmiento, que reconoce que les costó situar a Martínez Barbero, que salió elegida porque tenía un “reconocimiento” en el sector de que su participación era garantía de que se encontraban caminos para la solución de los conflictos.

“Cuando Verónica dejó el consello el puesto estuvo vacante un año y medio por algo, porque hubo que volver a rearmar la exigencia de autonomía”, explica el exdirigente sindical que es, además, su vecino. Viven a 400 metros en la localidad de Sabarís, en el municipio de Baiona. Y aunque la agenda de la diputada es complicada suelen encontrar momentos, dice, para tener unos “faladoiros”, cuenta, charlas sobre todo y nada pero en las que la política y las cuestiones laborales acaban impregnando todo.

Martínez Barbero dejó el Consello en 2020 tras recibir la llamada de Yolanda Díaz para incorporarse a su ministerio como directora general de Trabajo. En ese puesto, volvió a demostrar, según cuentan quienes trabajaron con ella, su habilidad para la negociación. Primero con la puesta en marcha de los ERTE durante la pandemia y después en el diálogo social para la reforma laboral. “Esa reforma se escribió en el portátil de Verónica”, relata Manuel Lago, asesor del ministerio en aquella etapa y ahora diputado de Sumar en el Congreso. Lago, que conoce a Martínez Barbero desde los tiempos en los que era economista de CCOO en Galicia, asegura que tuvo un papel “fundamental” en la “construcción jurídica y en la negociación” de los grandes acuerdos del ministerio. 

“Verónica ha sido capaz de estar sentada en la sala oval de la cuarta planta del ministerio nueve meses empresarios y sindicatos, junto al secretario de estado, para sacar la reforma laboral. Tiene una capacidad de diálogo, negociación y acuerdo extraordinarias”, describe Lago, que cree que su incorporación a la política partidaria fue la culminación de su compromiso con la justicia social y los derechos de la clase trabajadora. 

Martínez Barbero fue como cabeza de lista por Pontevedra en las listas de Sumar el 23J. Consiguió el escaño y desde entonces ha ejercido como diputada. A su lado en el escaño se sienta desde entonces Rafael Cofiño, ex director de Salud Pública de Asturias y gijonés como ella. “Yo no la conocía directamente hasta que empezamos como diputados. Tuvimos cercanía porque es asturiana y porque estamos sentados juntos en el escaño”, cuenta. Ambos son dos perfiles técnicos, con experiencia de gestión en la administración pero sin experiencia política hasta que llegaron a Sumar. 

Aunque no se conocían de antes, forjaron una relación especial con el paso de los meses, que cristalizó en su trabajo para la redacción de la ley ELA. Cofiño aportó el conocimiento técnico sanitario y ella le dio forma jurídica al conjunto de textos que habían presentado los grupos y que necesitaban un consenso al que llegaron de la mano de las asociaciones. “Cuando tuvimos el primer borrador nos encerramos un fin de semana a trabajar el texto y lo sacamos. Tiene experiencia en trabajar fuerte y bien”, relata Cofiño, que cuando defendió la ley en la tribuna del Congreso utilizó tres palabras en asturiano para definirla. “Prestosa, gayaspera y afayadiza”, valiente, que trabaja bien y que sabe hacer cosas útiles, explica. 

“En el momento en el que se metió en el grupo de trabajo de la ley ELA le dio la vuelta, le puso el expertise”, corrobora Fernando Martín, presidente de la Confederación Nacional de Entidades de Esclerosis Lateral Amiotrófica (conELA), que habla de una persona “extraordinaria”, que destaca su “inteligencia”, su “sinceridad”, y su “empatía”. “Hace su trabajo perfectamente, con conocimiento y con criterio pero también con corazón”, cuenta. 

Cofiño reconoce que su compañera asume el puesto en una situación complicada pero que da el paso adelante porque su nombre genera un consenso muy amplio tanto entre los partidos como en el personal técnico. “La portavocía también tiene que tener otras cosas, trabajar hacia dentro, tejer. Va a ser una muy buena portavoz porque es tejedora”, resume. 

“Es muy buena en el trato y tiene una gran capacidad de diálogo por el mundo del que viene. Eso va a ser muy importante en un grupo parlamentario complejo”, explica una persona que ha trabajado en su equipo.

“A mí me gusta que sea galegoasturiana, el no ser madrileño. Alguna de nuestras características como población son positivas. No somos presuntuosos. Somos de comunidades más pobres y nos lleva a ser más humildes”, apunta Lago. Sarmiento cree que aportará a la portavocía una manera poco convencional. “Es una mujer que dice lo que piensa, no se limita a expresar delante de un micrófono algo enlatado, va a aportar frescura”, dice. 

Algunas de las personas que la conocen señalan también su gusto por los deportes de riesgo, como el alpinismo y la escalada. A los que sumará a partir del 14 de noviembre otra experiencia de vértigo, los mandos de la portavocía del grupo parlamentario.

Un puesto complicado

Martínez toma las riendas de la portavocía después de unos días muy convulsos para la coalición. La salida de Errejón y las repercusiones que está teniendo el escándalo envolvieron a la izquierda en general y a Sumar en particular en un estado de shock del que tratan de salir. La elección de la nueva portavoz ha sido una forma de empezar a encarar la nueva etapa.

Se trata de la tercera vez que la coalición en el Congreso tiene que reorientar el rumbo a través de la portavocía, un puesto que parece gafado para los de Yolanda Díaz desde que Marta Lois asumiese el cargo poco después de las elecciones generales. Entonces hubo poco debate: Movimiento Sumar se había garantizado en el acuerdo de coalición elegir al portavoz del grupo y la vicepresidenta segunda tenía claro quién debía desempeñar el puesto. 

Lois era una persona de total confianza para ella, en lo político y en lo personal. Aunque la portavoz no estuvo mucho en el cargo, en aquellos meses tuvo que vivir momentos muy complicados. El peor de todos, seguramente, la salida de Podemos del grupo parlamentario, que les dejó con cinco diputados menos y que empezó a descoser el sentido inicial por el que fue creada la coalición, Sumar. 

La ruptura ocurrió a principios de diciembre y a finales de ese mes Lois ya tenía otro destino: sería la cabeza de lista de Sumar para las elecciones gallegas, en las que la izquierda no nacionalista partía en una situación complicada. Los pronósticos se cumplieron, la coalición no entró en el Parlamento y su candidata dejó la política institucional para volver a dar clases en la universidad. De todo a nada en solo unos meses. 

Sumar resolvió rápido el agujero que dejaba Lois en la portavocía. Errejón había ido ganando posiciones en el partido y muchos partidos veían en el fundador de Más País una buena opción para ese puesto sobre todo por su capacidad dialéctica. Aunque aquella decisión parecía definitiva, su paso ha sido también efímero y su final ha generado una crisis en el espacio político de consecuencias todavía por dimensionar.

Una denuncia anónima por acoso sexual provocó un ruido interno dentro de la coalición que llevó a sus dirigentes a pedir explicaciones a Errejón, que admitió los hechos y aceptó dimitir. Pero después de que trascendieran los motivos de la renuncia, varias mujeres más acusaron también al político de violencia machista y la actriz Elisa Mouliaá presentó ante la policía otra denuncia por agresión sexual. La defensa de la presentadora coordina además la denuncia de varias mujeres contra él.

La coalición trató primero de dar todas las explicaciones posibles sobre la salida de Errejón antes de adentrarse en el debate de la portavocía. Esta semana ha elegido finalmente a Martínez Barbero como persona de consenso para después de un debate en el grupo que se ha ido complicando con el paso de los días no por el nombre de la portavoz, que reunía el beneplácito de todos los partidos, sino por las demandas de varias de esas fuerzas para una reestructuración completa del grupo parlamentario que todavía está en marcha.

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