La número dos de Mariano Rajoy trató de justificar la ausencia de su jefe en el debate entre tres de los candidatos a presidir el país a partir del 20 de diciembre. Lo hizo con el argumento de que el PP “tiene equipo, experiencia y responsabilidad compartida” y de que para defender el proyecto de su partido no era necesario que estuviera presente. Al final, no se advirtió una estrategia de tres contra una más que en el momento en que se debatió la corrupción y todos los contendientes reprocharan el caso Bárcenas y demás episodios de corrupción del PP.
Lo que sí pudo percibirse claramente fue su mayor cercanía a Ciudadanos. Salió a relucir a cuenta de la estrategia política en Cataluña. En dos ocasiones, Soraya Sáenz de Santamaría se felicitó por la coincidencia de su partido con el de Albert Rivera: “Creo que sería bueno que trabajáramos juntos, tenemos que seguir haciéndolo”.
“Alusiones por un tubo”, llegó a decir en un momento dado la vicepresidenta, que aprovechó para intercalar en la mayoría de sus respuestas una alusión a la herencia recibida. En el capítulo económico, se limitó a recordar lo que tantas veces dice su jefe: que su gobierno salvó a España de la quiebra y que es “más fácil hablar que gobernar”. Así, publicitó la llamada estrategia 20-20 (que haya 20 millones de españoles trabajando en 2020) y defendió las medidas prometidas en esta campaña para tratar de ampliar los contratos indefinidos a base de exenciones en los nuevos empleos.
A sus contrincantes los llamó, de una u otra forma, novatos. “¡Cómo se nota que no estaban ustedes aquí hace 4 años, con un país al borde de un rescate!”, se exclamó antes de añadir que le hubiera gustado verlos “sentados en el Consejo de Ministros” cuando la situación económica era peor. La intervención de Sánchez sobre el déficit provocó una de sus respuestas más duras: “Que diga que el Gobierno miente en materia de déficit, sencillamente me sonroja porque la primera semana de llegar vimos que no era del 6% sino del 9%.”
Por ese motivo, la vicepresidenta aprovechó para equiparar la cantidad (30.000 millones) a la ahorrada mediante la reforma de las administraciones públicas y para recordar una de las frases que repite a menudo“Hay gobiernos de gastar y deber y hay gobiernos de pagar”
El capítulo de corrupción puso en evidencia su incomodidad al comprobar cómo los tres contendientes se unían. Sáenz de Santamaría insistió en que su partido ha actuado contra ella y ha tomado medidas, pero se mostró indignada con la afirmación de Pablo Iglesias, que se refirió al PP como “el partido de la corrupción”. En ese punto, Rivera salió en su ayuda poco después, al afirmar que no la acusaba a ella personalmente. También negó que el PP esté imputado aunque el juez señaló que el partido se personó para interferir en el proceso.
Por dos veces, el líder de Podemos acusó a la vicepresidenta de querer ocupar el puesto de Rajoy. Ella lo negó. La primera vez, solo con gestos. La segunda, recordando que ella es la vicepresidenta mientras que el de Podemos aún aspira al escaño. Su respuesta cuando Iglesias repitió el contenido del ya famoso SMS a Bárcenas, “sé fuerte, Luis” fue tratar de poner al fundador de Podemos al mismo nivel: “Paga, Monedero, paga”.
Cuando se habló del problema de la violencia de género, Sáenz de Santamaría recordó que no es “solo de las mujeres” sino que era necesaria la complicidad de los hombres para tratar de resolverlo. Habló directamente a las víctimas adolescentes: “No aceptéis que os miren el móvil o que vuestros novios os controlen en todo momento. No lo consintáis”, les pidió.