La crisis con Marruecos está encauzada. Después de que ese país mandara a su población contra la frontera en Ceuta, España ha conseguido reconducir la situación, devolver a más de 6.500 personas y busca solución para acoger a los menores que llegaron solos, algunos de los cuales serán repartidos en centros de distintas comunidades. El Gobierno da por zanjado el “asalto” y afronta ahora la tarea de recomponer las relaciones diplomáticas. Eso no impide que Vox quiera exprimir al máximo la tensión en Ceuta, agitar la xenofobia y así tratar de arrancar algún que otro apoyo al PP, con quien se encuentra en una disputa por ver quién saca más rentabilidad política de la crisis migratoria.
El partido de ultraderecha había convocado para la tarde de este lunes una concentración en Ceuta con la que tratar de alargar la crisis. Se trataba de una concentración en la Plaza de los Reyes de la Ciudad Autónoma a las 20.00 horas. Es la segunda visita de Santiago Abascal a la zona y su tercer acto en los últimos días: primero en Córdoba, donde pidió elecciones anticipadas, y luego en Sevilla, donde cebó la concentración de este lunes.
La Delegación del Gobierno en Ceuta había prohibido el mitin disfrazado de manifestación, y con ella las movilizaciones promovidas contra la concentración de Vox por motivos de seguridad. El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha refrendado esa prohibición sin entrar en el fondo y por una sencilla razón: los representantes de Vox no se presentaron al acto convocado por la Justicia tras su recurso.
La delegación del Gobierno había asegurado que iba a adoptar “las medidas necesarias” para impedir la concentración, al tiempo que el líder de Vox insistía en que iban a celebrarla. El domingo había acusado a “los quintacolumnistas de Mohamed VI y los terroristas antifa de Sánchez” de amenazar el acto. Este lunes ha mezclado la decisión de la Delegación con la judicial, motivada por su incomparecencia: “No creo que exista precedente democrático de esta aberración”.
Las palabras del líder de ultraderecha han llevado a los portavoces de todos los partidos con representación institucional en la Asamblea de Ceuta (PP, PSOE, MDyC y Caballas), excepto Vox, a firmar una declaración institucional en la que rechazan las “actitudes provocativas” que “dudan de la fidelidad de los ceutíes a la españolidad de la ciudad”. En un acto el pasado 19 de mayo, Abascal criticó “a los quintacolumnistas de Marruecos” que, dijo, viven entre la población Ceutí y no “defienden la patria”. La mitad de la población de Ceuta es de confesión musulmana.
El texto, pactado “ante la situación de excepcionalidad que estamos viviendo como consecuencia de los gravísimos hechos acontecidos recientemente en la frontera”, insiste en la apuesta por “la convivencia” y apela a “la conciencia de todos los ciudadanos” y a su “responsabilidad” para “abstenerse de promover o participar en actos públicos, concentraciones o manifestaciones que distraigan a las Fuerzas de Seguridad de su prioritario cometido de preservar la tranquilidad”.
Una rueda de prensa para sortear la prohibición
La decisión de la Justicia llevaba a Abascal a convocar una rueda de prensa para enmascarar el acto que tenía previsto, una estrategia que el líder de Vox ya ha seguido en varias ocasiones. Casi una hora antes de las 20.00 de la tarde, cuando se esperaba la comparecencia ante los medios del líder de Vox, más de un centenar de personas se ha concentrado delante del hotel en el que se hospedaba para protestar contra su presencia en la ciudad con cacerolas y gritos de “Ceuta unida jamás será vencida” y “fuera Abascal”.
Unos minutos antes de la hora fijada por Abascal, el inmenso dispositivo policial desplegado ha tenido que esforzarse en mantener separados a los manifestantes que protestaban por la presencia de Vox y a algunos fieles del partido, no más de medio centenar sumando a cargos de la formación, que habían acudido a las puertas del hotel de Abascal.
Con los gritos contra él de fondo y los aplausos de sus seguidores, Abascal ha hablado a las puertas de su hotel. El líder de Vox ha cargado contra Pedro Sánchez por utilizar a la Delegación de Gobierno de Ceuta, ha dicho, para “restringir derechos fundamentales”. Abascal ha tildado de “mafia corrupta” al PSOE por suspender su acto mientras, ha dicho, ha permitido una “manifestación ilegal con gritos de 'Allahu Akbar' y 'Sánchez, presidente'”. Para el dirigente, se trata de “una operación planificada por agentes de los servicios secretos, al igual los asaltos a la valla”, como ha calificado a la llegada de migrantes a través de las fronteras de Ceuta y Melilla durante la semana pasada.
El líder de la formación de extrema derecha se ha mostrado “satisfecho” por haber logrado, ha dicho, que los extremistas se retraten y ha asegurado que la suspensión del mitin y su sustitución por una “comparecencia ante los medios” se han debido a su intención de “evitar un conflicto” porque los tribunales “no se habían pronunciado definitivamente”. Abascal ni siquiera ha salido de la entrada de su hotel, aunque algunos cargos se han acercado a provocar a los manifestantes.
La mayoría se han disuelto poco después de que el líder de Vox volviese al interior del establecimiento, pero la Policía ha cargado contra algunos que trataban de entrar en el hotel por el párking.
La guinda a una semana alimentando la xenofobia
Abascal ya se desplazó a la semana pasada a Ceuta, el mismo día que estalló la crisis con Marruecos. Desplegó todo su arsenal de propaganda xenófoba, con imágenes conversando con los militares desplazados a la zona y dando declaraciones cada vez que tenía ocasión. Pidió militarizar una zona a la que ya se había desplazado el Ejército y acusó a Pedro Sánchez de permitir “la invasión de inmigrantes ilegales” por su debilidad política frente a Marruecos y de “inacción cobarde y criminal”.
El pasado martes, cuando se originó el conflicto, también se despachó en Twitter, su medio de comunicación preferido. Abascal habló de una invasión de “soldados” enviados por Marruecos mientras las imágenes que captaban los medios de comunicación mostraban a miles de personas exhaustas, muchos de ellos niños que necesitaban ayuda de militares y miembros de la Cruz Roja para salir del agua.
Ese día comenzó la estrategia de la extrema derecha por incidir en los peligros de la inmigración, uno de los temas favoritos de Vox. El partido ha anunciado que dejará de apoyar al Gobierno de Andalucía, del PP y Ciudadanos, y ha adelantado que no votarán los Presupuestos por la decisión de la Junta andaluza de acoger a 13 de los 200 menores tutelados provenientes de Marruecos que está previsto que se repartan por toda España.
Es más, han adelantado van a presentar un recurso ante los tribunales al considerar que la decisión es un “acto dictatorial y arbitrario”. El argumento principal de la formación de extrema derecha es que el Gobierno “es incapaz de defender nuestras fronteras”, mientras aseguran que la permisividad con la inmigración solo está provocando “el efecto llamada”. Según Abascal, su política antinmigración no está motivada por “el odio por los de fuera, sino el amor por los españoles”.
Vox lleva la iniciativa, pero el PP trata de seguir a su rueda. Pablo Casado amagó con un apoyo al Gobierno que duró lo que se extendió la llamada telefónica que mantuvo el pasado martes con el presidente del Gobierno. El miércoles ya pasó a culpar a Unidas Podemos de la crisis y a pedir al PSOE que rompiera el Ejecutivo de coalición. Para alargar la ofensiva, el PP ha registrado en el Congreso las solicitudes de comparecencias de cuatro ministros, los populares interpelarán al Gobierno este miércoles durante la sesión de control sobre este asunto y Casado utilizará su turno de pregunta a Sánchez para preguntarle sobre Marruecos.