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Jane Goodall entra en la polémica de las macrogranjas y pide que España lidere su prohibición
La etóloga pionera en el estudio de los chimpancés salvajes, Jane Goodall, ha entrado en la polémica que hay actualmente en España sobre las macrogranjas tras las diversas interpretaciones de unas palabras del ministro de Consumo, Alberto Garzón, en el diario británico The Guardian. “He leído que hay un debate en España, como de hecho en muchos países del mundo, sobre el impacto de la ganadería intensiva sobre el medio ambiente, la biodiversidad y el cambio climático”, dice la Mensajera de la paz de la ONU y Premio Príncipe de Asturias, que asegura que cuando conoció por primera vez algunos datos sobre ganadería industrial se quedó en “shock”: “Yo había crecido en un mundo donde los animales de granja pastaban, retozaban o cacareaban afuera. Entonces miré la carne que había en mi plato y pensé 'esto representa el Miedo, el Dolor y la Muerte de cada animal'. Así me hice vegetariana y, tras enterarme del cruel confinamiento de las vacas lecheras y las gallinas ponedoras, ahora soy mayoritariamente vegana”.
Por eso ahora celebra que cada vez haya más “científicos, asociaciones, ciudadanos y políticos responsables que advierten sobre los peligros de este tipo de ganadería” y lanza un órdago a España: “Quizá España podría asumir un papel de liderazgo en la prohibición de las granjas industriales y crear campañas para educar a toda la ciudadanía para que comprendan su impacto negativo en el medio ambiente, la salud humana, la economía y el bienestar de miles de millones de animales sensibles, cada uno de los cuales es un individuo con una personalidad y sentimientos similares a los de nuestras mascotas, nuestros queridos perros y gatos”.
Goodall ha compartido estas reflexiones explicando también qué implica la ganadería industrial. En primer lugar, habla de las amenazas al medio ambiente. “Los miles de millones de animales de las granjas industriales deben ser alimentados. Grandes extensiones se deforestan para cultivar cereales para pienso, una enorme cantidad de combustibles fósiles se utiliza para transportar el grano a los animales, los animales al matadero, y la carne a la mesa, lo que contribuye a mayores emisiones de C02. Se necesita mucha agua para transformar la proteína vegetal en animal. Los animales producen grandes cantidades de metano, un gas de efecto invernadero, durante la digestión. El uso de pesticidas químicos, herbicidas y fertilizantes artificiales en las tierras de cultivo tiene un efecto adverso grave sobre la biodiversidad. Los purines animales almacenados en balsas a cielo abierto emiten gases nocivos, incluido el amoníaco, y hay vertidos que contaminan la tierra y el agua. De hecho, este sigue siendo un problema importante en España, uno de los principales productores de carne de cerdo del mundo”.
La experta habla también a las amenazas a la salud humana. “Nuestra falta de respeto hacia los animales ha llevado también al tráfico de fauna salvaje: los animales se venden y confinan a menudo en condiciones antihigiénicas en los mercados de vida silvestre donde un patógeno puede saltar de un animal a un humano; si se une a una célula del cuerpo humano, puede producirse una nueva enfermedad zoonótica. Es casi seguro que la Covid-19 comenzó en un mercado de vida silvestre chino. Pero muchas enfermedades zoonóticas también se originan en granjas industriales donde se hacinan los animales”, asegura.
Por otro lado, “ las grandes granjas industriales desplazan a las pequeñas granjas que realizan ganadería extensiva, y debido a que gran parte de las empresas están automatizadas y las empresas compiten para producir alimentos baratos utilizando pocos trabajadores mal pagados”. Y, por último, se refiere también al bienestar de los animales: “El Parlamento español acaba de aprobar una ley que reconoce que los animales domésticos como perros o gatos son seres sintientes, pero esto es cierto también para otros animales, como cerdos, vacas o aves explotadas, o toros todavía torturados en ciertos ”espectáculos“ tradicionales. La magnitud de su sufrimiento es casi inimaginable… miles de millones de animales incapaces de expresar su comportamiento natural o de escapar del cruel destino que se les impone”.
“El momento de actuar es ahora”, concluye Goodall.
La etóloga pionera en el estudio de los chimpancés salvajes, Jane Goodall, ha entrado en la polémica que hay actualmente en España sobre las macrogranjas tras las diversas interpretaciones de unas palabras del ministro de Consumo, Alberto Garzón, en el diario británico The Guardian. “He leído que hay un debate en España, como de hecho en muchos países del mundo, sobre el impacto de la ganadería intensiva sobre el medio ambiente, la biodiversidad y el cambio climático”, dice la Mensajera de la paz de la ONU y Premio Príncipe de Asturias, que asegura que cuando conoció por primera vez algunos datos sobre ganadería industrial se quedó en “shock”: “Yo había crecido en un mundo donde los animales de granja pastaban, retozaban o cacareaban afuera. Entonces miré la carne que había en mi plato y pensé 'esto representa el Miedo, el Dolor y la Muerte de cada animal'. Así me hice vegetariana y, tras enterarme del cruel confinamiento de las vacas lecheras y las gallinas ponedoras, ahora soy mayoritariamente vegana”.
Por eso ahora celebra que cada vez haya más “científicos, asociaciones, ciudadanos y políticos responsables que advierten sobre los peligros de este tipo de ganadería” y lanza un órdago a España: “Quizá España podría asumir un papel de liderazgo en la prohibición de las granjas industriales y crear campañas para educar a toda la ciudadanía para que comprendan su impacto negativo en el medio ambiente, la salud humana, la economía y el bienestar de miles de millones de animales sensibles, cada uno de los cuales es un individuo con una personalidad y sentimientos similares a los de nuestras mascotas, nuestros queridos perros y gatos”.