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Cómo juntar a 60 personas para que miren a una farola o el poder de convocatoria de un hilo de Twitter
Son casi las doce de la noche en el parque madrileño de Tierno Galván y en el ambiente se respira tensión. Más de medio centenar de personas se concentran frente a una de las farolas del parque y le hacen fotos mientras comprueban sin cesar sus teléfonos móviles, a la espera. La farola es totalmente ordinaria, nada la distingue de las del resto del parque y sin embargo, para muchos esta noche, tanto para los presentes como a los miles que siguen lo que ocurre al otro lado de la pantalla, supone la clave a un misterio imposible.
De vez en cuando se acerca algún vecino para pasear a su perro y se queda completamente atónito ante la insólita concentración. ¿Qué puede motivar a sesenta desconocidos a acudir a un parque vacío a las doce menos cuarto de la noche? La respuesta la tiene la usuaria de Twitter Nela García (@nelagarnela), autora de un hilo que en muy pocos días ha conseguido enganchar a miles de usuarios en la red social.
“A ver, tengo que contar esto porque estoy FLIPANDO”, así comienza su historia, una historia llena de misterio, juegos numéricos y sobre todo, intriga. “El otro día me encontré este móvil por la calle. Al principio pensé que era de la chica de la foto, pero acabo de descubrir que eso es imposible porque murió hace 8 años en EEUU. Y es que esto no es lo más extraño de todo”, continúa.
A lo largo de numerosos tuits, Nela narra cómo tras encontrarse un móvil “tirado en un banco de Legazpi”, sus intentos por devolverlo a su supuesta dueña se convierten en una serie de incógnitas e acertijos que tiene que ir resolviendo, en ocasiones con la ayuda de los miles de seguidores que ha cosechado en los últimos días. A muchos de los usuarios, el hilo de Nela les recuerda al que hace exactamente un año le valió más de 300.000 seguidores al ya mítico Manuel Bartual, todo un pionero en utilizar la red social para narrar ficción y enganchar al público.
Algunos tuiteros sospechan que se trata del mismo Bartual con motivo del aniversario de su hilo, ya que el estilo de narración y la temática coinciden. Por otro lado, según apunta el usuario @CervantesFAQs, al introducir la clave del perfil de Blogger de la supuesta turista americana fallecida en Google, aparece el perfil de Bartual.
Este martes, Nela ha sido especialmente activa y ha avanzado bastante en sus intentos por desvelar el misterio que rodea al móvil que se encontró hace unos días. La clave de todo reside en una serie de códigos -que luego resultaron ser coordenadas indicando la localización de varias fotos- necesarios para desbloquear una “contraseña” que mantiene en vilo a miles de personas. Cada grupo de coordenadas vienen acompañadas de una fecha y hora, momento exacto en el que según Nela, hace falta tomar la fotografía para poder desbloquear la clave.
El último código daba las coordenadas de un punto específico en el Parque Tierno Galván a las 23:47 de la noche de este martes. Nela alertaba de que esta puede “ser su última oportunidad” de introducir la contraseña correcta. No obstante, ella no puede acudir. “La mierda es que yo no puedo ir porque tengo que pasar la noche con mi madre y vive lejos de esa zona. Por favor, ¿alguien puede pasarse por allí esta noche y enviarme la foto?”, pregunta en Twitter.
“Así empiezan las buenas pelis”
Unos cuarenta y cinco minutos antes de la hora convocada por Nela, en el parque todo parece tranquilo. Poco a poco grupos pequeños de gente empiezan a hacer acto de presencia, guiados por el móvil y dudando sobre unas “coordenadas” que resultan difíciles de ubicar. Un pequeño conjunto de unas diez personas decide presentarse y se sienta en corro en el césped a esperar. Todas ellas han venido por lo mismo, intrigadas por el hilo, expectantes a ver qué pasa esta noche. Muchos bromean con la posibilidad de que aparezca un asesino y se ríen. El ambiente es distendido, como si el hecho de haber sido capaces de hacer acto de presencia ante una convocatoria tan surrealista generase una camaradería instantánea. No obstante, lo que predomina en la atmósfera son nervios.
“Así empiezan las buenas pelis”, comenta Jorge, que ha acudido a la cita “porque no tenía nada mejor que hacer”, arrastrando consigo a una amiga. Dentro del grupo comienzan a surgir dudas acerca de si la localización exacta de las coordenadas proporcionadas por Nela corresponde o no con la farola, el único mobiliario urbano con un número cerca. A algunos de los presentes el móvil les dirige a una alcantarilla cercana, así que no tardan en levantarla esperando encontrar algo debajo, sin éxito.
“Yo lo que quiero es un móvil gratis”, confiesa un chico, acompañado de varios de sus amigos, que asienten con la cabeza. No es el único que cree que el hilo forma parte de una campaña de marketing de Samsung, que saca a la venta su último modelo de móvil, el Samsung S9 Note, este 24 de agosto. El hecho de que toda la historia esté relacionada con el teléfono encontrado por Nela y que el terminal que usa sea uno de los últimos modelos de la marca, sumado a que las marcas de telefonía cada vez están más metidas en las redes sociales, ha disparado todas las alertas.
A pesar de que las razones de cada uno son diferentes, a medida que se acerca la hora, los nervios crecen. El grupo que estaba sentado se levanta de golpe, como preparándose para algo, sin saber bien el qué. “Bueno qué, vamos sacando las uvas ¿no?”, apunta Manuel, el autodeclarado bromista del grupo. Todos se ríen, conscientes del surrealismo de la situación. Lo que en un principio era un pequeño grupo de unas 15 personas se ha convertido en medio centenar.
De repente, ante la posibilidad de que no suceda nada cuando llegue el momento, surgen dudas entre los presentes. “¿Pero qué pasaba exactamente cuando llegaba la hora?”, pregunta un chico. “Ella tuitea a esa hora, ¿no?”, le responden. El reloj marca las 23:47 y todos se miran unos a otros, como esperando que alguno se descubra como el ideólogo del asunto y confirme que no han acudido allí para nada. Pero ese momento nunca llega. Manuel pega un grito a modo de broma y todo el mundo se sobresalta, pero al menos relaja un poco la atmósfera. “¿Eso era lo que iba a pasar? Pues vaya”, bromea un chico mientras comprueba su móvil, entre las risas de los demás.
El reloj marca casi las doce y la gente empieza a ponerse cada vez más nerviosa, porque no entiende nada. Cuando se dan cuenta de que realmente no va a aparecer nadie, todos comienzan a hacerle fotos en masa a la farola, que tiene de número de serie el 361, para enviársela a la joven que les ha traído a todos al parque.
El ambiente pasa rápidamente de emoción a decepción e incredulidad. Las luces de lo que se descubriría más tarde como un coche de Policía mantienen la esperanza de unos pocos, que todavía cruzan los dedos porque tenga un logo de Samsung en la parte trasera.
Sin embargo, la mayor parte de los que han acudido lo han hecho por pura curiosidad, no ante la posibilidad de obtener un móvil gratis. Otros vienen preparados, dispuestos a esperar lo que haga falta, y se sientan a la sombra de otras de las farolas a leer a la luz del ebook. Pero por lo general, la mayor parte de ellos confiesan sentirse algo estúpidos al haber creído que fuera a ocurrir algo extraordinario.
“Esto es lo peor que he hecho nunca, creo yo”, exclama entre risas uno de los chicos. A unos pocos metros, una joven le manda un audio de Whatsapp a un amigo suyo, al que le cuenta incrédula “que no ha pasado absolutamente nada tía, no me lo puedo creer” mientras se ríe.
De repente, Nela García tuitea. Son ya las doce y veinte de la noche y decenas de cabezas se concentran frente al móvil de uno de los asistentes. La usuaria ha recibido las fotos que le acaban de mandar y está probando a utilizar el número de la farola, el 361, para completar la supuesta clave. La joven apenas tarda unos pocos minutos entre tuit y tuit, pero en el Tierno Galván la espera se está haciendo insoportable.
Nela vuelve a tuitear e informa a todos que no ha tenido éxito al usar la clave ni al subir una de las fotos que le han mandado a la cuenta de Instagram de la tal Marta Gutiérrez. “Necesito pensar un poco más en todo esto. Estoy convencida de que no habéis ido allí para nada, que con la foto y el 361 podremos avanzar pero ahora mismo no sé cómo”, alega.
“Esto era lo peor y lo que menos nos esperábamos, venir y que no pasase absolutamente nada”, comenta Carlos, cuyo tuit con la foto ha sido una de las utilizadas por Nela. Él lo comenta divertido, pero otros manifiestan su enfado. “Nosotros aquí haciendo el tonto y ella en su casa descojonándose de nosotros”, se queja otro chico.
Ese tuit, publicado casi una hora más tarde de las 23:47, es la señal definitiva para muchos de que no va a pasar nada y deciden marcharse. “Tendríamos que irnos todos de cañas ahora”, sugiere otro chico, uno de los pocos que ha acudido solo a la supuesta cita. Muchos ríen, pero la propuesta apenas tiene seguimiento. La decepción, al igual que las expectativas, es real, independientemente de que el hilo termine siendo ficticio. Poco a poco, la pequeña plaza que contiene la farola 361 en el Parque Tierno Galván de Madrid se va vaciando, pero al otro lado de la pantalla, la historia sigue.
Son casi las doce de la noche en el parque madrileño de Tierno Galván y en el ambiente se respira tensión. Más de medio centenar de personas se concentran frente a una de las farolas del parque y le hacen fotos mientras comprueban sin cesar sus teléfonos móviles, a la espera. La farola es totalmente ordinaria, nada la distingue de las del resto del parque y sin embargo, para muchos esta noche, tanto para los presentes como a los miles que siguen lo que ocurre al otro lado de la pantalla, supone la clave a un misterio imposible.
De vez en cuando se acerca algún vecino para pasear a su perro y se queda completamente atónito ante la insólita concentración. ¿Qué puede motivar a sesenta desconocidos a acudir a un parque vacío a las doce menos cuarto de la noche? La respuesta la tiene la usuaria de Twitter Nela García (@nelagarnela), autora de un hilo que en muy pocos días ha conseguido enganchar a miles de usuarios en la red social.