“La mejor serie del año va a ser la mía, Maricón perdido —dictamina Bob Pop, sin duda, de forma imparcial—. Ya iré dando la turra cuando se acerque el estreno. Preparaos”. Mientras, el crítico de televisión y de lo que se tercie en el programa de Andreu Buenafuente Late motiv, en #0, y escritor, recomienda una de las más destacadas joyas que ya ha producido el año, la miniserie de cinco episodios It's a sin. “Me ha gustado mucho esta serie de HBO, creada por el autor de las nuevas temporadas, las contemporáneas, de Doctor Who y de Years and years, Russell T. Davies. Yo no soy muy fan de Years and years, no estoy muy a favor del género distopía, pero el Doctor Who moderno me gusta bastante. Pero a lo que vamos, al turrón, It's a sin es una serie fabulosa que recomiendo ver a todas, a todos y a todes”.
It's a sin cuenta la historia de un grupo de amigos homosexuales y una amiga en el Londres de los ochenta con la llegada de la epidemia del sida: “Con los primeros casos, con la llegada del rumor de la enfermedad y del sufrimiento de la enfermedad y la muerte en muchos de los desgraciados casos”, apunta Roberto Enríquez, nombre real de Bob Pop, y prosigue: “Es interesante cómo Rusell T. Davies hace un retrato de una ciudad desde el punto de vista de una epidemia, de una enfermedad. Podríamos revisar un montón de historias que también han redibujado un territorio a través de los efectos que tuvo el sida en sus habitantes. De hecho, yo creo que nuestro territorio personal, nuestra historia, está marcada por la llegada de la epidemia. Y Davies hace algo muy interesante, muestra un Londres que podría llevarnos a la nostalgia desde un lugar que nos hace pensar que no tenemos por qué sentir esa nostalgia ante un momento muy oscuro, cuando muchas personas, muchos miembros del colectivo gay y transexual vivieron el infierno de la enfermedad y además sufrieron el desprecio, la ignorancia, el abandono y la soledad que esta serie retrata a la perfección”.
“El protagonista muestra un carácter y una luz que hace soportable tanto dolor”
Se trata en este caso de una historia muy coral que refleja gran parte de lo que el propio creador y guionista vivió aquellos años. Destaca la centralidad del personaje de Ritchie, interpretado por el músico además de actor Olly Alexander, un acierto para Bop Pop: “Muestra un carácter y una luz en una historia muy oscura que ayuda mucho, no solo a que nos identifiquemos, sino a que hagamos soportable tanto dolor. Además ha hecho una versión con su grupo del It's a sin de los Pet Shop Boys, que da título a la serie”.
En un reparto que merecería ser repasado con más detalle destaca también el personaje de la madre de Ritchie, interpretado por Keeley Hawes, para Bob: “Un personaje terrible, encarnado por la misma actriz que interpreta a la madre en Los Durrell, que a mí me ha encantado, es como irte de vacaciones a Corfú cuatro temporadas, muy rico, una feel good serie que está muy bien. Y el personaje encantador, maravilloso, luminoso y vivo de Los Durrell en It's a sin se convierte en una madre oscura, intolerante, intransigente, cruel… y que retrata además lo que fue para mucha gente la epidemia del sida en sus familias. El sida no solo hizo que una generación completa quedara tocada, y en muchos casos desaparecida, sino que además obligó a muchos hombres gays jóvenes a volver a sus casas para encerrarse a morir. En la serie lo cuentan muy bien, porque además también fue un viaje de la gran ciudad a los pequeños o grandes pueblos de los que eran originarios y de los que en muchos casos habían salido huyendo para vivir su vida en libertad y a los que tuvieron que volver cuando la enfermedad les destruyó. La madre de Ritchie representa a la perfección esa mezcla de miedo, arrepentimiento y sobre todo incomprensión a la que se vieron sometidos los enfermos de sida. De hecho, si hoy tenemos logros sociales como el matrimonio entre personas del mismo sexo, uno de los orígenes fue el horror del sida y sus consecuencias. En muchas parejas homosexuales, uno de los miembros moría y el otro, después de años de convivencia se quedaba en la calle. Ni siquiera tenía derecho a visitarlo en el hospital porque no tenían un vínculo legal ni familiar y ahí comenzó una reivindicación que creo que fue justa y que nos ha llevado a un avance de los derechos humanos. Es horrible decir que gracias al sida, que gracias al dolor y a la muerte de muchos, otros conseguimos derechos fundamentales”.
“Me parece precioso el homenaje del creador a la amiga que ayudó a los enfermos”
Bop Pop destaca en la serie “un personaje que lo ilumina todo, que es Jill. Es la mejor amiga de Ritchie y una mujer que lucha por conseguir las mejores condiciones de vida para sus amigos, por informarse al máximo sobre los modos de contacto con la enfermedad. Hay un momento en el que uno de los personajes viaja a Estados Unidos y ella le pide que visite todas las librerías gays para encontrar folletos, libros, revistas sobre cómo se contagia la enfermedad. Jill, interpretada por una actriz que ya destacó en Years and years, es un personaje basado en un personaje real, en una mujer que fue militante por los derechos de los enfermos de VIH/sida”.
“Es muy bonito descubrir en un momento de la serie –prosigue–, cuando aparece su madre en la ficción, que resulta ser la auténtica Jill Nalder en la realidad. Es precioso. Cuando lo leí, me pareció incluso más conmovedora la situación, la trama, el hecho y le dio muchísimo más valor a la historia. Me pareció precioso que Davies quisiera homenajear a esa mujer que trabajó tanto por, si no salvar la vida, sí hacer que el tiempo que les quedaba a sus amigos fuera de la mejor calidad con pasión y amor. Creo que Jill merece una serie para sí sola, incluso que la Jill real, la que interpreta a la madre de Jill en la serie, debería tener un documental, algo como lo que estoy haciendo yo, con una cámara delante, pero mejor hecho”.
“Los que fueron víctimas del sida nos salvaron la vida a mi generación”
Bob Pop es de una generación posterior a la que se retrata en estos cinco episodios: “Es una época en la que yo era un adolescente, pero si algo tengo que reconocer a todos aquellos que fueron víctimas de la enfermedad es que a gente de mi generación nos salvaron la vida, porque lucharon para que hubiera información, porque el silencio no fuera igual a muerte, por ser visibles, por conseguir atención de unos gobiernos que se desvinculaban completamente de una epidemia que consideraban que ”solo“ afectaba a los homosexuales y a los heroinómanos, lo que consideraban un poco la hez de la sociedad, el lumpen”.
Fue la organización de los afectados la que comenzó a cambiar las cosas, recuerda Bob: “La lucha de colectivos como ACT UP, que también sale reflejada en It's a sin, hizo muchísimo para que los que veníamos después fuéramos conscientes de que era una enfermedad mortal en aquel momento, ahora afortunadamente no, y que cuando empezamos a vivir nuestra sexualidad lo hiciéramos con cuidado, con protección, con condón y con la lección que nos dieron nuestros mayores, a quienes por desgracia en muchos casos no pudimos agradecérselo”.
“La esperanza tiene que ver con la formación de comunidad”
No hay duda de que esta serie es un drama duro, pero aun así rebosa vitalidad, como señala Bob: “Pese al asunto sobre el que trata, hay una luz preciosa en la serie, una esperanza que tiene que ver primero con la formación de comunidad, con ver a un grupo de amigos que se apoyan, que se soportan el miedo, que intentan ayudarse unos a otros, disponer de la máxima información. Hay un reconocimiento de todo el mundo que estuvo allí luchando, algunos con éxito y otros sin ninguno, para que la enfermedad fuera reconocida como debía”.
El analista termina relacionando la pandemia del sida con la que estamos viviendo ahora: “Ver hoy It's a sin y enfrentarlo con cómo estamos viviendo la pandemia de la COVID-19 es muy revelador porque lo que nos dice es cómo nos trataron al colectivo LGTB en su momento, cómo éramos ciudadanos de segunda y no importaba que nos muriéramos nosotros, los yonkis, las prostitutas, pero si esto hubiera sucedido en toda la población, por eso lo comparo con la COVID-19, las cosas hubieran sido muy distintas. Lamentablemente, no fue así en su momento y creo que lo más duro, viéndolo con los ojos de hoy, es que no sé si aprendimos algo sobre cómo controlar una pandemia. Tal vez si se hubiera hecho mejor en la época del VIH/sida hoy no hubiéramos estado donde estamos”.