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OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

Cómo revertir (temporalmente) la ideología política de alguien

Vivimos tiempos de polarización en los que las ideologías políticas se atrincheran y parece imposible convencer a los de enfrente de que están equivocados; o tan siquiera dialogar razonablemente con ellos. No sólo la sociedad cada vez está más dividida en grupos que se van a los extremos, sino que los extremos cada vez se tocan menos, con lo que cualquier punto intermedio parece imposible de alcanzar.

Y sin embargo existen situaciones que pueden dar la vuelta como un calcetín a las ideologías de hasta el más recalcitrante de los extremistas, al menos en el laboratorio, y cómo se consigue este aparente milagro es curioso y muy interesante.

Hace años que los psicólogos saben que es posible hacer que gente que escora a la izquierda responda a test de orientación política casi como si fueran de derechas simplemente haciéndoles sentir miedo justo antes de responder a las preguntas: el que se le recuerde la inseguridad y la inestabilidad del mundo basta para que gentes que se autodefinen como progresistas tiendan a responder como más conservadores, reduciendo su empatía y haciendo que prefieran orden sobre justicia. Algo que parece consecuente: el temor nos centra en las necesidades propias y hace que nos olvidemos de idealismos. 

Pero ahora un grupo de investigadores estadounidenses han conseguido lo contrario: actuar sobre gente que se considera como conservadora para que responda como si fuesen liberales. Para ello les han hecho imaginar que eran Superman antes de responder a las preguntas; sobre todo subrayando su invulnerabilidad y su capacidad de sobrevivir a cualquier tipo de ataque o catástrofe.

Cuando se piensan a salvo de cualquier accidente los conservadores se vuelven más liberales en su forma de pensar y aumentan su empatía con los más necesitados y la necesidad de justicia, justo al revés del caso anterior. La ideología política, parece ser, tiene mucho que ver con lo cómo de amenazante se percibe el mundo, con el miedo y la inseguridad empujándonos hacia el egoísmo y la desconfianza y la seguridad e invulnerabilidad haciéndonos más solidarios y empáticos.

Parece pues que el viejo chiste estadounidense tiene mucho de verdad: 'un conservador es un liberal al que han atracado, un liberal es un conservador al que han detenido'. Porque cómo te sientes importa a la hora de situarte en el espectro político, y cambiar los sentimientos cambia la política. Siquiera por un rato. 

Vivimos tiempos de polarización en los que las ideologías políticas se atrincheran y parece imposible convencer a los de enfrente de que están equivocados; o tan siquiera dialogar razonablemente con ellos. No sólo la sociedad cada vez está más dividida en grupos que se van a los extremos, sino que los extremos cada vez se tocan menos, con lo que cualquier punto intermedio parece imposible de alcanzar.

Y sin embargo existen situaciones que pueden dar la vuelta como un calcetín a las ideologías de hasta el más recalcitrante de los extremistas, al menos en el laboratorio, y cómo se consigue este aparente milagro es curioso y muy interesante.