Sergio Lungu es uno de los más de 4.000 transportistas que se arma de paciencia en la salida de Gran Bretaña hacia Francia desde hace más de tres días, sin saber cuándo podrá perder de vista la visión de centenares de camiones en arcenes, aparcamientos o en mitad de la carretera.
Este experimentado conductor tendría que haber cargado este lunes mercancía en Bélgica para traerla a suelo español, mediante la coordinación que, para ello, realiza la empresa Bogaitrans desde Sevilla.
Esta empresa es una de las que en estos días, literalmente, no sabe qué hacer con la situación. “Hay que solucionar el aspecto económico de este desastre, pero también tenemos a padres de familia tirados en la carretera sin saber qué hacer”, explica Gustavo Gaitán, el gerente de la empresa.
Hace unos días, Sergio llegaba a Reino Unido con su camión de 13 metros de longitud y hasta 40.000 kilos de peso lleno de carga, dispuesto a dejar la mercancía que llevaba y buscar nuevos destinos, pero al volver a la zona donde debe coger el tren del eurotúnel, en Dover, se encontró con que cada vez había más camiones, tráfico más denso, y al final se tuvo que parar en seco a esperar qué hacer.
Desde Sevilla, su jefa de tráfico es Loreto Angulo permanece atenta. Es la encargada de ser los ojos de sus chóferes allá donde ellos no llegan. Les coordina la ruta, las cargas y les gestiona cualquier problema que pueda surgir. Ella es responsable del camión de Sergio y de otro más, que tendría que haber dejado maquinaria metálica en una empresa sevillana esta semana.
“Esto es un problema de unas dimensiones que no sabemos cómo vamos a solucionar. Los días que están parados los chóferes, al no ser culpa del cliente ni nuestra, no sabemos quién los paga”, lamenta. “Lo único que sabemos es que el gestor de los ferrys nos ha dicho que hasta mañana no tienen la próxima reunión”.
Por ahora, como explica, no saben “ni cuándo podrán salir, ni si les pedirán PCR ni nada”.
Mentalizados
Sergio, mientras tanto, vive en la cabina de su camión. Tiene combustible suficiente para mantener la calefacción, y comida que se puede agotar, pero que la va gestionando bien. Normalmente, los chóferes se llevan dos-tres semanas circulando por Europa transportando mercancías, hasta que regresan a casa para descansar. Y, desde luego, parece mentalizado de que este año pasará la Navidad en carretera.
Un camión como el suyo no puede superar los 90 kilómetros por hora de velocidad, y no puede circular más de nueve horas al día. Sumando las cifras al límite es imposible que en la cena del 24 de diciembre esté con su familia, por muy pronto que salga del atasco.
“Llevo 20 años en carretera y es la primera vez que me pasa algo así. Una vez estuve en Los Pirineos atascado por la nieve tres días, en 2007, pero era algo con lo que se cuenta cuando circulas en invierno por Europa”.
“Si quieren solucionarlo, pueden hacerlo”
Gustavo Gaitán, como el resto de la empresa, se enfrenta al problema económico de qué hacer con sus camiones. Intenta convencer al cliente para que aguante la carga todo lo posible y no perder el negocio, pero no sabe hasta cuándo podrá ser. “Esta incertidumbre la podemos aguantar unos días, pero no muchos, aunque la solución para esto es fácil: lleven unidades móviles a diestro y siniestro a donde están los camiones y pónganse a hacer PCR, y en unas horas todo se habrá organizado”.
El problema, no obstante, seguirá cuando se abra el atasco. “Imaginemos miles de camiones queriendo embarcar en el Ferry al mismo tiempo o queriendo coger el eurotúnel a la vez”.
Desde Sevilla, Gustavo y su equipo trabajan en estos días más de 15 horas diarias para intentar humanizar la situación de estos conductores. Las empresas de transporte, por mucho negocio que tengan, siempre coordinan los viajes para que los conductores estén en casa en Nochebuena y Nochevieja. Esta vez, será imposible.