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Este es un espacio donde opinar sobre Sevilla y su provincia. Sus problemas, sus virtudes, sus carencias, su gente. Con voces que animen el debate y la conversación. Porque Sevilla nos importa.

Punto de inflexión

Imagen del Cristo de la Expiración de la Hermandad de El Cachorro en la Gran Procesión del Jubileo en Roma (Italia).

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Ya he explicado en otras ocasiones mi aproximación al mundo de las cofradías, las imágenes y las procesiones. Desde el agnosticismo, me considero aficionado a la Semana Santa y valoro y reconozco la labor social y de cohesión ciudadana que desarrollan las hermandades en esta ciudad.

A partir de ahí, también he explicado alguna vez en esta tribuna que creo que las procesiones de gloria, las cruces de mayo y las salidas extraordinarias configuran un fenómeno de ocupación recurrente de la vía pública que empieza a írsenos de las manos.

Este pasado sábado se celebró en la ciudad un gran concierto de Manu Carrasco en ese agujero negro en el que se ha convertido el Estadio de La Cartuja (miedo me da tener que ir allí al fútbol a partir de agosto) y resulta que no había ni un solo policía municipal en el dispositivo para ese evento porque, según leo en la prensa local, el cuerpo sólo contó con 20 policías activos durante la tarde, “la mayoría de ellos en tareas de control de tráfico en procesiones y cruces de mayo”. ¿En serio?

La solución, “ante la necesidad que tiene el Ayuntamiento sobre la falta de policías locales y conseguir ingresos para pagarles”, será un cambio de ordenanza que permita cobrar una tasa de licencias ocasionales de eventos musicales (10.000 euros por concierto o festival), según ha anunciado esta misma semana el alcalde, José Luis Sanz.

El regidor se ha apresurado a aclarar que esta tasa no afectará a las innumerables procesiones que se celebran en esta bendita ciudad. “Una cofradía no ocupa cuatro hectáreas (como el festival Interestelar, que también se celebró el sábado) ni genera tantos residuos ni limpieza ni transporte público ni de seguridad ciudadana. Esto no es la tasa de las cofradías”, aseguró.

El cálculo de ocupación de espacio público, residuos generados y necesidades de limpieza, transporte y seguridad me parece, cuando menos, apresurado. Creo que depende muy mucho del tipo de evento y, sobre todo, del tipo de procesión religiosa, que las hay absolutamente multitudinarias.

¿Cómo dice el refrán? Encima de puta, pongo la cama. Algo así pensarán los promotores de eventos musicales a los que se les terminarán acabando las ganas de traer sus conciertos y festivales a Sevilla, visto el agravio comparativo.

Y no se trata de elegir entre música y cofradías. Todo cabe, pero con mesura. Es lógico que el Consistorio sufra las tensiones que provoca la acumulación de eventos ciudadanos en la vía pública, y es una maravilla vivir en una ciudad en la que se puede disfrutar de la calle con distintas actividades y acontecimientos pero, insisto, lo de las procesiones, ¿no se nos está yendo de las manos? Sólo de aquí a final de año están ya previstas una decena de salidas extraordinarias, sin contar las ya tradicionales de gloria. Lo extraordinario, cuando deja de serlo, se convierte en algo ordinario. No digo más.

Tanto esfuerzo colectivo, tanta ilusión de organizadores y hermandades, tantos devotos sevillanos (y malagueños) desplazados a Roma: cofrades, costaleros, músicos, etc… Y tanto empeño, presencia e inversión de las administraciones públicas. Para un resultado, en mi opinión, muy deslucido

El epítome de este fenómeno del exceso puede haber sido, probablemente, el traslado, montaje, exposición al culto y procesión en su paso (con su posterior regreso a Sevilla) del Cristo del Cachorro por las calles de Roma este último fin de semana.

Como ya he comentado que sigo estos temas con cierto interés, cuando me quise dar cuenta estaba el sábado por la tarde viendo la retransmisión de Canal Sur en directo desde Roma. Y me dio un poco de pena, la verdad.

Tanto esfuerzo colectivo, tanta ilusión de organizadores y hermandades, tantos devotos sevillanos (y malagueños) desplazados a Roma: cofrades, costaleros, músicos, etc… Y tanto empeño, presencia e inversión de las administraciones públicas. Para un resultado, en mi opinión, muy deslucido. Nos quedarán las imágenes del paso del cristo con el Circo Máximo de fondo, preciosas,… ¡pero con muy poco público en las aceras de esas grandes avenidas italianas!¡con un escasísimo interés levantado en la ciudad eterna! ¿Qué impacto real tiene este magno acontecimiento? He hecho una búsqueda en algún medio italiano y no he encontrado ni una noticia al respecto.

Siempre he defendido que las imágenes religiosas de las hermandades de penitencia tienen una función, la de salir en procesión en Semana Santa. Todo lo demás me parece fuera de lugar.

Creo que en algún momento el suflé bajará, las hermandades recuperarán la sensatez y el sentido de la medida y las procesiones extraordinarias se reducirán. Ayudaría que el arzobispado fuera metiéndolas en vereda, aunque debe ser un reto complicado. Espero, entonces, que el Ayuntamiento sufra menos el exceso de actividades lúdicas en la ciudad y que haya hueco para todos. Probablemente, el punto de inflexión aún no ha llegado, pero está más cerca.  

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