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Este es un espacio donde opinar sobre Sevilla y su provincia. Sus problemas, sus virtudes, sus carencias, su gente. Con voces que animen el debate y la conversación. Porque Sevilla nos importa.

Quo vadis, AVE?

Trenes AVE, en una imagen de archivo.

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Llevo 33 años a tu lado, desde que naciste, sin falta, acompañándote cada mes en tu evolución y crecimiento. Estudié la carrera en tus asientos, mi chica y yo viajábamos cada finde para vernos en Madrid o en Sevilla, mis hijas han aprendido a andar en tus pasillos, y he cargado en tus vagones con mis ganas de ver a la familia, la ilusión de levantar una Copa del Rey o la emoción de volver año tras año en Semana Santa, Navidades, verano o Feria. Quo vadis, AVE? ¿Qué te han hecho, que no te reconozco?

Nunca fuiste un servicio barato, eso está claro. Pero eras eficaz, puntual, limpio, moderno. Era una garantía viajar en tus coches, y un placer acercarse a tu bar para tomar un café o un refresco a casi 300 kilómetros por hora, viendo pasar árboles y casas a toda velocidad. De repente, dejaste de tener precio fijo y los habituales empezamos a hacer cábalas para saber cuándo iba Renfe a sacar tus billetes a la venta y poder comprarlos lo más barato posible. Se crearon grupos de Facebook primero y de Whatsapp más tarde para intercambiar viajes y tarifas.

Yo compraba tus billetes de uno en uno, al principio. Luego fuimos pareja y, con las niñas, terminamos cogiendo la mesa entera. Usamos la tarifa infantil mientras nos fue posible y, cuando mis hijas crecieron, terminamos gastando más de 400 euros cada vez que queríamos venir a Sevilla. Aun así, siempre te fuimos fieles y pusimos por encima la calidad y comodidad al precio, aunque tuviéramos que espaciar más nuestras visitas a la familia.

Hace dos años, el Gobierno abrió el negocio de la Alta Velocidad a compañías privadas y llegó la competencia. Nos las prometíamos felices por el abaratamiento de precios que iba a suponer la llegada de nuevos operadores, primero Iryo y luego Ouigo. Y así fue, la verdad es que se notó mucho la diferencia. Pero los precios no fue lo único que cambió.

Desde entonces, no te reconozco. ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué ya no eres ni fiable, ni puntual? Al principio, nos dijeron que había obras en el trazado para actualizar una infraestructura con más de 30 años de antigüedad. Aguantamos estoicos los retrasos, un concepto nunca barajado hasta entonces en tu servicio. Tan habituales se hicieron, que hasta desapareció o se limitó enormemente el compromiso de puntualidad de los trenes.

En una respuesta parlamentaria del pasado noviembre, el titular del ramo, Óscar Puente, con una guerra abierta y declarada contra el alcalde de Sevilla (¿qué culpa tendremos los vecinos de la falta de sintonía de dos políticos?), explicaba que los fallos ferroviarios tienen como causas distintos problemas tanto en la infraestructura (la vía y demás instalaciones para que funcionen los trenes), como en el material rodante (los trenes) y la operativa

Pero luego, el caos se hizo costumbre. Superada la ejecución de las obras, los retrasos se quedaron en nuestras vidas para siempre. Los parones inexplicables a la entrada de las estaciones de Atocha o Santa Justa. Las incidencias reiteradas (huelgas, averías, descarrilamientos, etc…). Renfe registró en 2023, últimos datos publicados, su récord histórico de retrasos en trenes de larga y media distancia. El 25,7% de los viajes sufrieron retrasos de hasta una hora en llegada, uno de cada cuatro. Apuesto a que los datos de 2024 y, como va el año, de 2025 no serán mejores. ¿Hay alguna explicación? ¿Qué nos dice al respecto el Ministerio de Transportes, responsable de la infraestructura?

En una respuesta parlamentaria del pasado noviembre, el titular del ramo, Óscar Puente, con una guerra abierta y declarada contra el alcalde de Sevilla (¿qué culpa tendremos los vecinos de la falta de sintonía de dos políticos?), explicaba que los fallos ferroviarios tienen como causas distintos problemas tanto en la infraestructura (la vía y demás instalaciones para que funcionen los trenes), como en el material rodante (los trenes) y la operativa.

En el caso de la infraestructura, envejecida y saturada por la entrada de nuevos operadores, el Gobierno reconoce en aquella respuesta al PP que los fallos pueden derivarse, según los casos, tanto de su antigüedad como de todo lo contrario, de ajustes en instalaciones recién renovadas, a pesar del esfuerzo que Adif realiza para garantizar el mantenimiento de las vías. En la respuesta se alega que el proceso de renovación de la línea Madrid-Sevilla se ha realizado sin interrumpir el servicio, de acuerdo, y es de agradecer. El problema es que el plazo dado por Adif para completar esa renovación no concluye hasta 2026, después de más de tres años en marcha. Toca seguir aguantando retrasos.

En cuanto al material móvil, los trenes, Iryo y Ouigo funcionan con unidades nuevas pero Renfe tiene aún en servicio algunos trenes originales, con más de 30 años de antigüedad, y sus nuevas incorporaciones Talgo Avril no han dejado de dar problemas y fallos.

La operativa es un cajón de sastre en el que entran huelgas, nevadas, apagones o sabotajes por robo de cable de cobre, como en el caso de estos últimos días. Al final, por h o por b, viajar en tren de Madrid a Sevilla o viceversa se ha terminado convirtiendo en una especie de yincana en la que el viajero se le arruga el ombligo por miedo a lo que pueda encontrarse, como le ocurrió el pasado domingo a mis amigos Pablo y Clara, que se subieron al tren en Santa Justa a las 20.30 y llegaron a Atocha a las 6.30, diez horas después.

El caso es que, por distintos motivos y casuísticas, y sin atisbo de solución, aquel AVE de mis carnes, aquel servicio de alta velocidad maravilloso que me ha acompañado los últimos 33 años y con el que han crecido mis hijas, parece que ya no existe y dudo que vuelva a recuperarse. ¡Qué pena que a mi AVE ya no lo conoce ni la madre que lo parió!

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