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A.R. tiene 28 años y llegó desde Marruecos a España cuando tenía 12. De nacionalidad española, más allá de la etapa escolar nunca había tenido problemas por su origen o religión, que delata el velo que viste. Eso fue así hasta hace unos días, cuando un encontronazo de su hijo con otra chiquilla por un coche teledirigido derivó en un ataque islamófobo en dos partes: primero fueron insultos, que se repitieron un par de días después junto a una agresión física que le dejó moratones y arañazos en un brazo.
Los hechos ocurrieron en la localidad sevillana de Camas y han acabado con denuncias (a las que ha tenido acceso este periódico) por lo que la afectada considera un delito de odio, aunque la Policía Nacional rebaja los hechos a una riña entre padres. Desde el Consistorio camero, por su parte, se confirma lo ocurrido y se achaca a que habría sido provocado por un “vecino problemático”, al tiempo que se incide en que hasta la fecha no ha habido incidentes de este tipo pese a la considerable población musulmana asentada en el municipio.
Y.A., marido de la agredida, cuenta la historia y se disculpa en nombre de ella porque le cuesta rememorar lo ocurrido. Ambos prefieren dar sus iniciales para evitar que pase a mayores un suceso que empezó con una chiquillada, cuando A.R. estaba en un parque vecino a la sede del Ayuntamiento de Camas con su hijo de tres meses en brazos. Su otro niño, de 6 años, jugaba con un coche teledirigido y se negó a dejárselo a una pequeña de su misma edad que se acercó para pedírselo. La reacción de la pequeña, muy enfadada, fue darle patadas al juguete.
A.R. asegura que “de buenas maneras” le pidió a la chiquilla que no pateara el coche, lo que provocó que se acercara su padre y se desatara la tormenta: “Mora de mierda, vete a tu país, te voy a arrancar el velo, ¿quién te crees que eres para hablarle a mi hija?”. “Fueron insultos de todo tipo”, relata Y.A., que incluyeron la repetición una y otra vez de que él era español y lo que tenía que hacer ella es volverse a su país. “Al final lo tuvieron que agarrar porque la iba a agredir”, lo que derivó en ataque de ansiedad y denuncia ante la Policía Nacional corroborada por un testigo que les acompañó.
El problema, les vinieron a decir en comisaría, es que con los pocos datos que aportaba era muy difícil la identificación del agresor, y eso llevó al segundo incidente: A.R. se lo encontró por la calle a los tres días y le intentó hacer fotos desde lejos para llevárselas a la Policía. Pero la vio y “se abalanzó hacia ella para quitarle el móvil”, un forcejeo en el que entre insultos le provocó arañazos y moratones, lesiones certificadas por un parte médico. “No sólo nadie la socorrió, sino que mi mujer se vio acorralada por un grupo de señoras mayores que defendieron al hombre y la insultaron”, lamenta Y.A.
Esta situación la achaca a la intervención de la mujer del agresor, que arengó “con mentiras” a unas vecinas que, a su vez, le habrían recomendado que se presentase ella como autora del ataque. Dicho y hecho, cuando una patrulla policial se personó en el lugar de los hechos sólo estaba esta mujer, un suceso tras el cual la agredida sufrió un nuevo ataque de ansiedad y ahora “no quiere salir a la calle”.
La afectada ha presentado una segunda denuncia con su correspondiente parte médico, mientras que desde la Subdelegación del Gobierno se confirma que la otra parte también ha interpuesto una denuncia. En este contexto, desde la Policía Nacional se reduce lo ocurrido a “una disputa entre dos padres” que provocó “una riña que no se puede considerar un delito de odio”.
Pese a ello, tanto testigos presenciales como el propio Ayuntamiento confirman que la víctima fue objeto de “insultos racistas y xenófobos”. “Esto ha pasado porque es musulmana”, insiste su marido, natural de Jerez y que reitera que nunca han tenido problemas de este tipo ni en otras localidades ni en Camas, donde viven desde hace cinco años. “Aquí hay una mezquita y nunca ha pasado nada, la gente pensará lo que quiera, pero nunca ha habido insultos”, apostilla.
Y.A. tiene claro que el origen del incidente es “islamofobia pura y dura basada en prejuicios”. Y aunque lo ocurrido pueda considerarse un problema menor, cree que es el reflejo una realidad creciente, “un clima político alimentado en las redes sociales que está sembrando el odio”. “Ya hemos visto lo que ha pasado en Inglaterra, Francia, Holanda, Alemania o Estados Unidos, es algo global que ahora está llegando a España”, y sobre la base de “ideas preconcebidas” que “calientan a la gente”: una de las acusaciones a su mujer fue que está aquí “por las ayudas”, cuando ambos tienen estudios superiores y son trabajadores por cuenta ajena.
Desde el gobierno local se insiste en la ausencia de incidentes en el municipio, aunque no se esconde también la preocupación por un “discurso del odio a nivel nacional” que está generando un inquietante caldo de cultivo. Y en la misma línea se expresa uno de los imanes de la mezquita de la Macarena, Mohammad Idrissi Alcaraz, que se ha interesado por este caso y que coincide en que “por el ambiente político que hay y el discurso desde algunos medios, cada vez vemos más casos de este tipo”.
“El trasfondo de esto es cómo una persona percibe a los demás” y por eso aboga por dar a conocer este tipo de situaciones, porque “ahí hay un problema y hay que dar ejemplo”. “Hemos visto lo que está pasando en otros países cerca de nosotros, no se están poniendo líneas rojas y eso tiene sus consecuencias”, de ahí que considere “preocupante el discurso que se está permitiendo a nivel nacional. ”Hay que ser positivos, pero la preocupación está ahí y nos llegan este tipo de casos con más frecuencia de la que nos gustaría“.
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