Los rostros del desencanto en los dos barrios con la renta más baja de España: “Estamos cansados de los políticos”

Javier Ramajo

24 de mayo de 2023 20:52 h

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Pepe Castejón sabe que comparte apellido con el presidente del Gobierno. No confía en que Pedro Sánchez venga a su bar, en el Mercado de La Candelaria, centro neurálgico del barrio de Los Pajaritos, en Sevilla, pero afirma estar “esperando a todos” los candidatos que aspiran a dirigir la ciudad. “De momento, solo ha venido el PSOE, pero la delegada del distrito, no el alcalde”. A sus 54 años lleva 25 regentando un lugar al que se acercan hombres y mujeres al cafelito de la mañana. “Ve al albergue, que allí te lo dan gratis”, bromea con uno que le pide algo para comer. “Ahora voy –protesta el vecino–, pero es que yo tengo hambre ahora”.

Esta zona de la capital hispalense comparte desde hace años el triste podio de rentas más bajas en España con Polígono Sur y Amate, también en Sevilla, en torno a los 6.000 euros al año por habitante, de acuerdo con la última edición de los Indicadores Urbanos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Apenas uno de cada cuatro andaluces que viven en los barrios más pobres, de Andalucía y de España, vota, con la abstención disparada en determinadas zonas.

En las anteriores elecciones municipales, hace cuatro años, el nivel de abstención en algunas zonas del distrito Cerro Amate llegó a superar el 60% (por encima del 40% en todo el distrito), con votos mayoritariamente hacia las izquierdas. En el otro extremo tendríamos Los Remedios o Nervión, dos barrios de los de mayor renta per cápita de Sevilla, y donde arrasan las derechas. Allí, en 2019 la abstención rondó el 30% de media y, en algunas secciones censales, llegó hasta el 75% del censo. Esto es: solo uno de cada cuatro dejó de ir a votar. En algunas secciones se acercó al 40% de abstención, pero en ningún caso el 60% que se superó en algunas zonas de Cerro Amate.

“Están todos muy quemados”

Pepe discrepa en parte de que sus vecinos, en este caso de Los Pajaritos, no cumplan con el deber democrático, pero no esconde un sentir general: “La gente suele ir a votar porque no tiene otra cosa que hacer, pero en general están todos muy quemados con los partidos políticos. Aquí hay mucha gente buena, pero 'los malos' se hacen notar más. Habría que amparar en mayor medida a la gente trabajadora”, asegura Pepe. También comparte con Sánchez cargo de presidente, aunque él de la comunidad de propietarios de los puestos del mercado. En esa calidad le transmitió a la delegada municipal que estaba “decepcionado” con el PSOE pese a reconocerse “socialista”. Como Sánchez, otra vez.

“Aquí ha venido Zoido y Espadas, y han prometido mucho, pero luego poca cosa”, apunta. En esta última etapa no ha visto “voluntad” de querer mejorar algunas cuestiones como la “inseguridad ciudadana”, afirma Pepe, que cada mañana lamenta encontrarse la plaza “llena de latas y botellas”. “Yo llamo a la Policía, me dicen que ya vienen, pero no vienen”, se queja ante la suciedad en la zona, recogiendo el sentir de los vecinos. “Aquí ganaría muchos votos el partido que controle las 'botellonas' que se forman aquí todos los días” en la Plaza Doctor Andreu Urra, zanja acerca de las inquietudes políticas en el barrio.

“El Ayuntamiento nos tiene bastante abandonados”, protesta Pepe, quien contaba con que algunos candidatos “se pasaran por aquí aprovechando que hay elecciones”. “Al alcalde de ahora todavía no le conozco”, pero a otros regidores anteriores les ha expuesto “todas las carencias del mercado”. “Aquí se echan fotos y justifican su visita, preguntan cómo pueden mejorar las cosas y tal. Nos dan la razón, pero luego, en lo que se refiere a ejecutar, en un 90% no se lleva a cabo”, rememora de otros contactos con los dirigentes de la ciudad. Aunque hay mayoría socialista y a la izquierda en general en la zona, Pepe observa cierta “inclinación con Vox” porque “hablan de cosas que a la gente aquí les preocupa, como la inmigración o los ocupas”, y hay gente que “quiere más mano dura”.

Por el lugar pasea Javier, de 19 años, quien coincide en el diagnóstico. “El alcalde tendría que venir a pasar una noche aquí enfrente para ver qué está pasando”, propone comentando con una señora las dificultades para conciliar el sueño, sobre todo su bebé, de solo unos meses. Mercedes, de 54 años y camarera de piso, asegura que “lo que tienen que hacer los políticos es dar trabajo a la juventud, porque aquí mucha gente vive de las ayudas”, pero para ella no hay después de darse de “baja forzosa” por una dolencia muscular a causa de su trabajo.

“Más trabajo y menos ayudas”

“Están echando a perder a los jóvenes. La mayoría ni va a votar porque les da igual. Más trabajo y menos ayudas”, reclama Mercedes pese a valorar que las personas no puedan trabajar tengan algún tipo de ayuda por parte de las administraciones. Otro vecino, de mediana edad, se para comentar que “estamos cansados de los políticos”, que “solo saben pelearse entre ellos”. “Eso machaca a la gente de la calle, que tiene sus problemas y solo quiere ir tirando”, afirma tajante. “Se pueden equivocar, pero que no se equivoquen tanto con la gente que más los necesita”, sentencia.

Antonio viene “de hacer de canguro” de su hija (“de padre, vamos”), camino de casa de su madre. Procedente de San Pablo, tiene 35 años y no tiene trabajo. “No he votado en mi vida”, dice, asegurando que “siempre” es su mujer la que vota por él. “Yo la acompaño. No sé si votaré en estas elecciones, pero es que luego no hacen nada de lo que prometen”, dice “sorprendido” de que los servicios de limpieza se estén haciendo “más presentes” en los últimos días en el barrio. “Aquí huele a elecciones”, bromea. Su asistenta social le dijo el otro día que no había ayudas para su familia y se muestra contrariado, considerando que “mucha gente no vota porque no se creen nada”. “Estos pisos –señala– llevan diciendo desde hace años que los van a reformar, pero nada”, apunta.

“Por aquí no viene nadie”

En la zona de Amate, a unos minutos, Josefa, María y Pepita están sentadas en la terraza de un bar mediada la mañana. “Yo soy del PSOE y no me cambia nadie”, dice una de ellas apenas sin mediar pregunta. Octogenarias, les preocupa sobre todo “que nos suban la pensión”, aunque saben que eso no depende de quien salga elegido alcalde sino del Gobierno central, “de Felipe González o cómo se llame el que está ahora, el Pedro ese”, se responde una. “Aquí en nuestro barrio no se ha hecho mucho, pero algo sí. Pero se suele prometer mucho y luego...”. “Por aquí no viene nadie de los políticos”, añade la más veterana.

Otra de ellas aboga por poner “más vigilantes” en las calles y, como en el barrio vecino, denuncian al unísono cómo los jóvenes beben sin pudor en una plazoleta que señalan con el dedo, “y no nos dejan dormir”. Josefa lamenta que tiene a sus tres hijos en paro y que les ayuda con su pensión de viudedad “en lo que puede”.

La lista más votada

Estas vecinas de Amate no atinan a decir qué le haría falta al barrio o a sus vecinos para poder mejorar. Lo resume así una de ellas, como si de la carta a los reyes magos se tratase: “Yo lo que quiero es que nos suban la pensión, que le den trabajo a mis hijos y que bajen los precios, que la carne está muy cara”. “El que no me gusta nada es el 'Frijoles' ese, que tiene nombre de chícharos”, comenta con gracia en alusión a Núñez Feijóo. Pepita, pese a todo lo pasado durante su vida, reconoce que “antes vivía mejor”. “Hemos comido mucho pan duro, pero ahora no hay respeto”, resume. “Mi hijo está desesperado buscando un trabajo, pero no le sale nada”, relata otra.

Cerca del bar pasa Manuel, camino de “cantar y tocar” en el coro de un club social al que se dirige apresurado y quien también denuncia “inseguridad” en la zona, con “muchos robos”. “Aquí la gente sí que va a votar, pero la mitad no se fía. Porque tú votas a un partido, pero luego pacta con otro que no te gusta, y eso no puede ser”, afirma al asegurar con rotundidad que “debería gobernar la lista más votada”.

Ana, casualmente, va de casa en casa repartiendo propaganda electoral en la humilde zona de Santa Teresa, en la frontera con el barrio de Rochelambert. “Aquí hay de todo, gente que ni sabe que hay elecciones y otras que sí”. Sin entrar a valorar qué piensa cada vecino, la trabajadora de Correos opina que “en general lo que la gente quiere es que bajen los precios, porque el coste de la vida está muy caro”.

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