Revuelta de mujeres en la Iglesia: “Limpiar y poner flores, que lo hagan los señores”
Bajo el lema 'Hasta que la igualdad se haga costumbre' y a una semana del 8M, cientos de mujeres “creyentes” –entre las que había también hombres– han alzado sus voces para decir “basta” a la “profunda discriminación” que viven en la Iglesia. El escenario de la protesta, el exterior de la Catedral de la Almudena de Madrid, donde han puesto carteles que rezaban mensajes como “Hasta recuperar las prácticas liberadoras de Jesús con las mujeres”, “Hasta poner fin al machismo en la Iglesia” o “Hasta que laicas y laicos tomen la palabra en la Eucaristía”.
“Queremos que el pensamiento femenino se oiga, que en los foros de debate podamos estar, que se pueda escuchar a las teólogas... y una serie de derechos que no tenemos reconocidos”. Habla Ana Velázquez, es “católica practicante y militante” y ha acudido a la concentración a pedir “lo que propuso Jesús de Nazaret: una igualdad entre hombres y mujeres, y que esta se respete”. “No se trata solo de llegar a ser sacerdotes, aunque puede ser muy importante para quien tenga vocación”, se sincera.
Cerca de Ana está Pilar Cachofeiro. “Yo creo que es el momento de que la Iglesia empiece a tomar conciencia de que las mujeres tenemos un papel protagónico en ella y que no seamos subordinadas de los hombres. No podemos ser subsidiarias de lo que ellos dicen, tenemos que tomar las decisiones conjuntamente”, apunta.
Mientras hablan estas dos mujeres con eldiario.es, el resto de asistentes termina de llegar y comienza la protesta. Un acto en el que a través de lecturas de los evangelios, cánticos y pancartas con fotografías, se ha querido reivindicar a mujeres que han sido importantes en la historia de la Iglesia, como María de Nazaret, María Magdalena o Santa Teresa de Jesús.
Con gritos como “Con voto, con voz, así nos quiere Dios”, “Limpiar y poner flores que lo hagan los señores”, “Sin mujeres no hay futuro” o “Una Iglesia clerical no se puede soportar”, las asistentes han reivindicado que “sin la perspectiva de las mujeres, la Iglesia no será nunca la Iglesia de Jesús”. En sus manos, pancartas con mensajes como “Hartas ya de tanta desigualdad” o “Alcemos la voz” y en sus cuerpos, motivos morados –como abrigos y pañuelos– de la revuelta feminista.
“Estamos en esta revuelta en nombre de todas las mujeres y en nuestro propio nombre”. Pepa es religiosa y ha formado parte activa del acto. “Nos sentimos discriminadas por ejemplo en la exclusión del voto en los sínodos, como ha sucedido en el de la Amazonía”.
La concentración, que también se ha producido en Sevilla, se incluye en la Revuelta de Mujeres de la Iglesia, y con ella han reivindicado la necesidad de tener “voz y voto en todos los niveles”. “Nos sentimos excluidas de un montón de documentos eclesiales y de exégesis, que no nos contemplan ni siquiera en el lenguaje de las misas”, comenta Pepa. “Exigimos recuperar esa dimensión femenina y también feminista de esa lectura de la tradición, porque existe”.
“Creemos que tienen que cambiar las estructuras, el Derecho Canónico y una cultura interna de la Iglesia que a veces las mujeres hemos interiorizado en el sentido de ser siempre las segundas o las terceras. No se trata de ser las primeras, se trata de ser iguales, por eso estamos aquí”, subraya Inmaculada Franco, otra de las asistentes. “Este Papa ha nombrado a mujeres en cargos importantes; se están dando pasitos, pero creemos que hay que avanzar muchísimo más”, continúa.
Entre las protestas de las asistentes, según su manifiesto, que la institución está “cometiendo un error” al quedarse “al margen de las conquistas sociales en igualdad y corresponsabilidad”.
“Es verdad que como sociedad estamos avanzando –aunque no todo el mundo– en relaciones de igualdad y tipos de familia”, dice Pilar Cachofeiro. “Hay familias LGTBI y de otros colectivos que forman parte también y que creen en Jesús. Por eso, la Iglesia tiene que hacer una apertura”. La mujer afirma que, “aunque el Papa Francisco ha hecho su posicionamiento”, la Iglesia tiene que “caminar mucho, porque hay una parte muy fundamentalista que no está de acuerdo con estos avances sociales”.
Por otro lado, subrayan que es importante que la Iglesia hable y escuche al movimiento feminista. “Es básico”, cuenta Pepa.“De hecho muchas mujeres cristianas hemos participado y participamos de este movimiento, muchísimas. Reconocemos que los movimientos de liberación de las mujeres son un signo de los tiempos (...) La Iglesia avanza, el mundo avanza, y uno de los signos de ese avance en una buena dirección es la revuelta de las mujeres”.
“El camino a la igualdad pasa por cambiar la mentalidad”
En la protesta también había jóvenes, como Rebeca, de 13 años, que acompañaba a su madre, Julia, y que habían acudido “porque es importante que se escuche la voz de las mujeres, tanto en la sociedad, como en la Iglesia”.
“La Iglesia discrimina a la mujer porque ha sido así desde siempre y al final estamos dentro de un patriarcado. Ahora hemos llegado nosotras para hacer llegar el cambio”. Habla Nerea Álvarez, de 19 años, otra de las jóvenes asistentes a la concentración, a la que también se han unido hombres.
“Es algo de todos, no solo de las mujeres”, comenta Juan. Tiene 18 años y ha acudido con sus amigos Alejandro y Almudena, de 19 y 24 años. Todos son catequistas. “El camino a la igualdad pasa por un cambio en la mentalidad de la gente”, apunta el segundo de los jóvenes.
Las mujeres de la Iglesia critican la poca visibilidad que tienen también las estudiosas de la religión. “Si preguntas a la gente si conoce a algún teólogo, saben. Pero si preguntas por teólogas... la cosa cambia”, reflexiona Almudena. “Me parece vergonzoso que eso pase, pero por eso mismo tenemos que organizar estas cosas, para que nosotros mismos nos concienciemos y las generaciones futuras también”, continúa.
“La sociedad va más avanzada que la Iglesia lamentablemente” –dice Almudena– “Se ha dado cuenta del problema, pero va a ser un proceso bastante largo”, continúa Alejandro.
En el manifiesto subrayan que seguirán trabajando en la Iglesia para que, entre otras cosas, “reconozca la plena ministerialidad de las mujeres”, “valore la riqueza de teología feminista como motor de cambio” o “reconozca la diversidad de familias, identidades y orientación sexual”.
“El mensaje que queremos traer hoy es que nos sienta unidas. Que estamos unidas. Que somos Iglesia. Que no vamos contra ella y que lo que queremos es que se nos reconozcan unos derechos que tenemos por el hecho de ser bautizadas”, zanja Ana Velázquez.
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